México Bárbaro! - Webgarden
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fugitivo de la justicia. Se dice que durante una de estas pequeñas rebeliones del actual<br />
superhombre, Díaz fue capturado y Juárez lo hizo conducir a su presencia para decirle que<br />
merecía ser fusilado como rebelde, pero que el país tendría en consideración sus servicios<br />
prestados durante la Guerra de Intervención.<br />
Después de la muerte de Juárez, Porfirio Díaz logró llevar a término una revolución, pero<br />
sólo después de cuatro años más de conspiraciones y rebeliones. El pueblo mexicano estaba<br />
contra él en forma aplastante, pero encontró el modo de jugar una carta decisiva. Esta carta<br />
-de ningún modo pacífica y legítima- era el interés militar, el de los jefes del ejército y de<br />
quienes habían hecho del asesinato y el saqueo un modo de vida. Tanto el gobierno de<br />
Juárez como el de Lerdo sostuvieron en la paz una política completamente antimilitarista.<br />
Anunciaron su intención de reducir los efectivos del ejército y procedieron a hacerlo. En<br />
consecuencia, los jefes militares, al ver que la gloria se alejaba de ellos, se convirtieron en<br />
terreno fértil para las semillas de rebelión que Díaz sembraba por todas partes; dio a<br />
entender a tales jefes que bajo su mando no se verían privados del esplendor militar, sino<br />
que, por el contrario, serían ascendidos a puestos de mayor poderío.<br />
Lerdo decretó la amnistía general, y Díaz se encontró a salvo de persecuciones como<br />
rebelde; pero en lugar de emplear la libertad así otorgada en empresas útiles y honorables,<br />
la aprovechó para facilitar su conspiración: en enero de 1876 se lanzó a la tercera rebelión<br />
con un Plan de Tuxtepec, en el que una vez más pedía una enmienda que prohibiera la<br />
reelección del presidente de la República.<br />
Esta tercera rebelión se mantuvo durante casi un año, y Díaz publicó un nuevo manifiesto,<br />
el Plan de Palo Blanco, que dio a sus operaciones el aspecto de una nueva y cuarta<br />
revolución. Poco después, Porfirio Díaz ganó una victoria decisiva sobre las tropas del<br />
gobierno, y condujo a su ejército hasta la Ciudad de <strong>México</strong>, donde se declaró a sí mismo<br />
presidente provisional. Unos días más tarde organizó la farsa de unas elecciones en las que<br />
colocó soldados en las casillas electorales y no permitió que aparecieran candidatos rivales<br />
ni que se depositaran votos de oposición.<br />
Así, desde 1876 -hace más de una generación-, Porfirio Díaz llegó a ser el jefe del Estado<br />
mexicano como rebelde en armas. Empezó por perturbar la paz de <strong>México</strong> y ha continuado<br />
alterándola con carnicerías periódicas, en grande escala, entre su propio pueblo. ¡El general<br />
Porfirio Díaz es el más grande mantenedor de la paz y el príncipe de la paz! ¡Qué<br />
sacrilegio!<br />
Sin duda es verdad que el dictador mexicano no ha sido víctima de los desenfrenos fisicos<br />
que algunas veces tientan a hombres que han subido con rapidez al poder; pero, ¿qué<br />
significa eso? Con certeza nadie argüirá que si un hombre se mantiene corporalmente<br />
limpio, tiene el derecho de desgobernar a un país y asesinar a un pueblo. La limpieza