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México Bárbaro! - Webgarden

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Durante esos 20 o más años, Díaz luchó del lado de <strong>México</strong> y del patriotismo. Es probable<br />

que no peleara más sabiamente ni con mayor energía que millares de otros mexicanos; pero<br />

tuvo la buena suerte de ser presentado, en su juventud, a Benito Juárez, quien, años más<br />

tarde, como padre de la Constitución y como presidente constitucional, guió con seguridad<br />

los destinos del país a través de muchos años de dificultades. Juárez se acordó de Díaz,<br />

observó su trabajo y lo ascendió poco a poco hasta que, a la caída de Maximiliano, don<br />

Porfirio alcanzó un grado militar equivalente al norteamericano de mayor general. Veamos<br />

cómo correspondió Díaz a los favores de Juárez.<br />

Después del derrocamiento de Maximiliano, reinó la paz en <strong>México</strong>. Juárez era presidente;<br />

se puso en vigor la constitución; el pueblo estaba cansado de tantas guerras; no había<br />

amenaza de enemigos extranjeros ni de revueltas internas. Sin embargo, el ambicioso Díaz,<br />

sin consideración y sin pretexto válido, encendió una rebelión tras de otra con el propósito<br />

de conquistar el poder supremo de la nación.<br />

Existen pruebas de que Díaz empezó a conspirar para adueñarse de la presidencia aun antes<br />

de la caída del Imperio. Durante aquellos últimos días en que Maximiliano estaba<br />

prisionero en Querétaro, algunos amigos de don Porfirio se acercaron a varios jefes<br />

militares y les propusieron formar un partido militar para conseguir la presidencia por la<br />

fuerza de las armas; el premio así ganado se sortearía entre los generales Díaz, Corona y<br />

Escobedo. Éste se negó a entrar en la conspiración, y el plan, en consecuencia, se desbarató.<br />

Porfirio Díaz, que en ese tiempo sitiaba a la Ciudad de <strong>México</strong>, estuvo en combinación<br />

secreta con la Iglesia para derrocar al gobierno liberal. Según un escritor, retardó<br />

intencionalmente la toma de la capital y pidió al general Escobedo dos de sus divisiones<br />

más fuertes, que él pensaba utilizar contra Juárez; el presidente se enteró del complot y dio<br />

instrucciones al general Escobedo de que enviase dos de sus divisiones más fuertes, bajo el<br />

mando del general Corona y del general Régules, con órdenes de destruir la traición de<br />

Díaz si ésta se producía. Cuando llegaron los refuerzos, Díaz trató de dominarlos por<br />

completo y al efecto intentó hacer cambios en la oficialidad con gente suya; pero Corona y<br />

Régules se opusieron a ello con gran firmeza. Díaz se percató de que se le habían<br />

anticipado y abandonó sus planes.<br />

Una vez pacificado el país, Juárez nombró a Díaz comandante de la zona militar en Oaxaca;<br />

don Porfirio usó el poder así adquirido para controlar las elecciones internas del Estado e<br />

imponerse como gobernador. Después de su derrota en las elecciones presidenciales, inició<br />

una revolución conocida como de La Ciudadela, pero fue aplastada en un encuentro<br />

decisivo con las tropas del gobierno. Unas seis semanas más tarde, preparó una segunda<br />

revolución, llamando a sus amigos a las armas mediante un documento que se conoce como<br />

Plan de la Noria, una plataforma, en realidad, cuya demanda principal era enmendar la<br />

Constitución para prohibir de modo absoluto la reelección del presidente y de los<br />

gobernadores. Esta rebelión también sufrió una ignominiosa derrota en el campo de batalla<br />

a manos de las fuerzas del gobierno; cuando Juárez murió, en julio de 1872, Díaz era un

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