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México Bárbaro! - Webgarden

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El procurador general Bonaparte parece haber tenido el mismo propósito que Furlong y las<br />

autoridades mexicanas, aun cuando el caso no implicaba la extradición a <strong>México</strong>, ni<br />

siquiera a Arizona. Durante una audiencia ante el juez Ross, en San Francisco, el señor<br />

Bonaparte tuvo el atrevimiento de telegrafiar a su procurador de distrito en aquella ciudad,<br />

lo siguiente: Resístase por todos los medios al recurso de habeas corpus en el caso de<br />

Magón y otros, pues los quieren en <strong>México</strong>. Este telegrama se leyó en el tribunal; el<br />

incidente fue aún más notable en vista de que pocos días antes, en respuesta a una<br />

averiguación del senador de los Estados Unidos, Perkins; el procurador Bonaparte le había<br />

escrito una carta en la que aseguró que el objeto del proceso no era el de enviar a los<br />

procesados a <strong>México</strong>.<br />

Se formularon contra Flores Magón y sus compañeros cinco cargos distintos, uno después<br />

de otro, por separado. Primero, el de resistencia a la autoridad; después, la manida<br />

acusación de homicidio y robo; más tarde, la difamación en grado penal; en seguida el<br />

homicidio de un tal Juan Pérez en <strong>México</strong>; y, por último, la conspiración para violar las<br />

leyes de neutralidad.<br />

Sin duda, los perseguidores habrían tenido rápido éxito en su propósito de llevar a esos<br />

hombres a <strong>México</strong>, si no hubiera sido porque algunas organizaciones de Los Angeles<br />

formaron un comité de defensa, efectuaron reuniones de masas para excitar el sentimiento<br />

público, recogieron fondos y contrataron a dos hábiles abogados -Job Harriman y A. R.<br />

Holston-, quienes, después de larga lucha, lograron conducir el proceso de modo que el<br />

ministerio público se viera obligado a proceder sólo por actos que implicaban<br />

encarcelamiento en los Estados Unidos.<br />

Durante las primeras etapas de la lucha legal, los agentes de Díaz se dedicaban, con sus<br />

métodos característicos, a suprimir el periódico Revolución. Después que fueron detenidos<br />

los tres editores, trató de salvar la emergencia L. Gutiérrez de Lara, quien no había sido<br />

identificado como miembro del Partido Liberal; pero dos semanas más tarde, ya les hacía<br />

compañía a Flores Magón, Villarreal y Rivera. Se pidió su extradición en el supuesto de<br />

que había cometido un robo en cierto día de cierto mes de 1906, en cierto Estado de<br />

<strong>México</strong>.<br />

A pesar del arresto de De Lara, el periódico Revolución continuó apareciendo de manera<br />

regular. Tan pronto como los agentes de la procuraduría pudieron encontrar al nuevo<br />

director, que resultó ser Manuel Sarabia, inmediatamente lo aprehendieron y lo acusaron<br />

del mismo delito que en esos momentos se atribuía a Flores Magón, Villarreal y Rivera.<br />

¿Quién quedaba para publicar el pequeño periódico Revolución? Los impresores Modesto<br />

Díaz, Federico Arizmendi y un muchacho de apellido Ulibarri salieron al paso de la nueva<br />

emergencia; pero, en menos de un mes, también ellos fueron conducidos a la cárcel,<br />

acusados los tres de difamación. Así fue como el periódico de la oposición mexicana pasó a

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