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México Bárbaro! - Webgarden

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El señor Edward H. Thompson fue cónsul norteamericano en Yucatán durante muchos<br />

años. El señor Thompson posee una hacienda henequenera. Aunque yo no lo visité, me<br />

informaron que tenía esclavos en las mismas condiciones que los demás reyes del<br />

henequén. Indudablemente después de la publicación de mi primer artículo, el señor<br />

Thompson dio a conocer una larga declaración que apareció en muchos periódicos, y por<br />

esto supongo que empleó a un sindicato de redactores para hacerla circular. El señor<br />

Thompson empezó por denunciar mi artículo como injurioso en sus afirmaciones y<br />

absolutamente falso en muchos detalles. Pero léase lo que el señor Thompson mismo dice<br />

que son los hechos:<br />

Reducido a sus más sencillos términos y visto el asunto sin el deseo de producir un artículo<br />

sensacional para una revista, la llamada esclavitud se convierte en un arreglo contractual<br />

entre ambas partes. El indígena, necesita el dinero, o cree que lo necesita, mientras que el<br />

patrón necesita el trabajo del sirviente indígena.<br />

Al peón endeudado se le mantiene más o menos de acuerdo con los términos del contrato<br />

verbal e implícito, según el personal entendimiento del patrón, o de su representante. Esta<br />

situación general es la misma que existe en todas las grandes industrias de nuestro país,<br />

tanto como en Yucatán.<br />

No trato de defender el sistema de trabajo por deudas. Es malo en teoría y peor en la<br />

práctica. Es malo para el hacendado porque distrae un capital que de otro modo podría<br />

emplearse en desarrollar los recursos de la hacienda. Es peor para el peón, porque a causa<br />

del sistema, se acostumbra a confiarse demasiado en la poderosa protección de su patrónacreedor.<br />

Si se leen esas líneas con discernimiento, se observará que el señor Thompson admite que<br />

en Yucatán prevalece la esclavitud por deudas; admite que existe un sistema similar en todo<br />

<strong>México</strong>, admite que es un sistema que no puede defenderse. Entonces, ¿por qué lo<br />

defiende?<br />

El señor C. V. Cooper, negociante norteamericano en bienes raíces, escribió en el Portland<br />

Oregonian, que leyó mis artículos con entretenimiento mezclado con indignación, y<br />

concluye que estaban muy exagerados. Pero admitió algunas cosas. Dijo:<br />

La ley mexicana sobre peonaje estipula que si un sirviente, por cualquier razón, está<br />

endeudado con su patrón, tiene que permanecer con él y pagar la deuda con su trabajo,<br />

mediante un jornal que se conviene entre el patrón y el empleado.<br />

Pero, señor Cooper, si el empleado tiene que permanecer con su patrón, ¿cómo puede éste<br />

protestar respecto al jornal que, según usted, se conviene?<br />

Con mucho candor, el señor Cooper explica la libertad del peón del modo siguiente:

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