México Bárbaro! - Webgarden
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casos, ponían en peligro sus propios intereses. Si yo soy mentiroso, todas estas personas<br />
deben serlo también, lo cual dudo que alguien pudiera creer después de haber leído esas<br />
cartas.<br />
Pero no voy a publicarlas y no pido al lector que las considere en mi favor. Sin embargo,<br />
algunas de ellas como muestra, en cantidad suficiente para convencer, pueden verse en los<br />
números de noviembre, diciembre y enero de The American Magazine.<br />
Pasaré también por alto los testimonios publicados de otros escritores, investigadores bien<br />
conocidos, que han comprobado mi relato con más o menos detalles. Por ejemplo, la<br />
narración de la esclavitud en las plantaciones de hule propiedad de norteamericanos, escrita<br />
por Herman Whitaker o impresa en The American Magazine de febrero de 1910; los relatos<br />
sobre la esclavitud en Yucatán por los escritores ingleses Arnold y Frost, en el libro Un<br />
Egipto americano, citados extensamente en The American Magazine de abril de 1910. La<br />
comprobación que voy a presentar aquí está tomada por entero de mis censores, personas<br />
que empezaron a negar la esclavitud, o a paliarla, y que acabaron por admitir la existencia<br />
de los aspectos esenciales de esa institución.<br />
Para empezar con la clase menos importante de testigos, tomaré primero las afirmaciones<br />
de varios norteamericanos, dueños de haciendas que corrieron a la imprenta a defender el<br />
sistema de su amigo Díaz. Entre éstos se halla George S. Gould, administrador de la<br />
hacienda hulera San Gabriel, en el istmo de Tehuantepec. En varios periódicos se ha citado<br />
con largueza al señor Gould, especialmente en el San Francisco Bulletin, donde se habla de<br />
la absoluta inexactitud de mis escritos. He aquí algunas de sus explicaciones, tomadas de<br />
este periódico:<br />
Como administrador general de San Gabriel, envío $2,500 a mi agente en la ciudad de<br />
Oaxaca, en cierta época donde abre una oficina de empleos y solicita un grupo de 75<br />
hombres ...<br />
Al trabajador se le paga un promedio de 50 cents. mexicanos por semana, hasta que su<br />
deuda con la compañía queda liquidada. La compañía no está obligada a pagarle esta<br />
cantidad, pero lo hace así para tenerlo contento. Se le puede contratar por periodos de 6<br />
meses a 3 años. En este lapso, si el trabajador es razonablemente industrioso y ahorrativo,<br />
no sólo habrá pagado su adeudo sino que al hacerse la liquidación saldrá con dinero en el<br />
bolsillo ...<br />
El resumen es éste: la esclavitud del peón en <strong>México</strong> podría llamarse esclavitud en el<br />
sentido más estricto de la palabra; pero mientras el trabajador se halla bajo contrato con el<br />
propietario de la hacienda, se le está haciendo un bien inestimable. Son los dueños de las<br />
haciendas los que impiden que los peones en general seres humanos inútiles sin oficio se<br />
conviertan en una carga pública. Sin saberlo, quizás, cierran el paso a elementos<br />
irresponsables y sin ley, enseñando a los peones a usar los brazos y la cabeza.