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México Bárbaro! - Webgarden

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Lo más notable de esa represión fue el trato que recibió el candidato del Partido Demócrata,<br />

general Bernardo Reyes, gobernador del Estado de Nuevo León. Resulta aún más<br />

sorprendente ese trato si se tiene en cuenta que el general Reyes nunca aceptó su<br />

postulación y la rechazó en cuatro ocasiones. Además, durante los meses en que llovieron<br />

calamidades sobre él y sus amigos, nunca dijo una palabra ni alzó un dedo que pudiera<br />

interpretarse como ofensa al presidente Díaz, al Vicepresidente Corral o a cualquiera de los<br />

miembros del gobierno de Díaz. El gobierno trató de crear la impresión de que el candidato<br />

de los demócratas estaba a punto de iniciar una rebelión armada; pero no existe la menor<br />

prueba de ello.<br />

Como candidato, el general Reyes no satisfacía por completo el ideal de los dirigentes del<br />

movimiento demócrata, porque no había sido antes, en ninguna forma, campeón de los<br />

principios democráticos. Sin duda fue designado -como expresó un órgano del gobierno-,<br />

porque se creía que podría dirigir la orquesta, Reyes era una figura con fuerza militar y se<br />

requería un personaje así para atraer al pueblo cuyos temores eran grandes. Por esta razón,<br />

los jefes demócratas le entregaron su fe e iniciaron la campaña en el supuesto de que Reyes<br />

aceptaría su postulación cuando comprobara que el pueblo estaba unánimemente de su<br />

parte.<br />

Los demócratas se equivocaron en esto. Reyes prefirió no dirigir la orquesta. Después de<br />

rechazar públicamente cuatro veces su candidatura, se retiró a su residencia campestre y allí<br />

esperó a que pasara la tormenta. Se puso fuera de contacto con sus partidarios y con el<br />

mundo y no hizo el menor movimiento que pudiera ofender al gobierno.<br />

Y sin embargo, ¿qué le sucedió a Reyes?<br />

Díaz lo depuso como jefe de la zona militar, con sede en Monterrey, y colocó en el mando<br />

al general Treviño, enemigo personal de Reyes. El sustituto marchó hacia Nuevo León a la<br />

cabeza de un ejército; en su camino se detuvo en Saltillo donde, mediante un despliegue de<br />

fuerza, provocó la dimisión del gobernador Cárdenas, de Coahuila, tan sólo porque éste era<br />

amigo de Reyes. Después lanzó sus fuerzas contra Monterrey y derrocó al gobierno local<br />

así como a las autoridades municipales de todo el Estado. Díaz ordenó que se impusiera una<br />

multa de 330 mil dólares a los socios financieros de Reyes con el objeto de aplicarles,<br />

también a ellos, un golpe económico aplastante. Treviño sitió a Reyes en su residencia de la<br />

montaña y lo obligó a regresar virtualmente prisionero para que presentara su dimisión. Por<br />

último, se le envió fuera del país con una supuesta misión militar en Europa, pero en<br />

realidad desterrado de su patria por dos años o más, según decidiera el dictador.<br />

Así pereció el reyismo, como los periódicos del gobierno denominaban despectivamente a<br />

la oposición. El movimiento democrático se vio desmoralizado por algún tiempo. El<br />

gobierno, sin duda, creyó que el final de Reyes significaba el del movimiento democrático.

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