el socialismo venezolano - Juventud PSUV
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La guerra de resistencia, parte<br />
d<strong>el</strong> pensamiento socialista<br />
Debe ser indiscutible la orientación pacifista que anima <strong>el</strong> pensamiento<br />
socialista. El rechazo a la guerra, como medio para la obtención<br />
de objetivos políticos, para sustituirla por <strong>el</strong> diálogo y <strong>el</strong><br />
debate, debe ser un fin de la acción revolucionaria. La declaración<br />
constitucional d<strong>el</strong> territorio <strong>venezolano</strong> como zona de paz es una<br />
expresión de la voluntad popular de objetar las acciones bélicas<br />
como medios para imponer un orden social. Positivamente, este<br />
concepto, que incluye la prohibición de recurrir a la amenaza o<br />
<strong>el</strong> uso de la fuerza; la solución pacífica de las controversias; la no<br />
injerencia en los asuntos internos de otros estados y la coexistencia<br />
pacífica, corresponde a una actitud antibélica, motivada por <strong>el</strong><br />
respeto a la vida, a todas las formas de vida existentes en <strong>el</strong> planeta,<br />
que está en <strong>el</strong> fondo de la ética socialista, incluyendo en esto la<br />
reproducción racional d<strong>el</strong> género humano.<br />
En nuestra concepción, aparte de considerar <strong>el</strong> significado de<br />
la guerra para la acumulación oligopólica y monopólica d<strong>el</strong> capital,<br />
<strong>el</strong>la es <strong>el</strong> mecanismo que enfrenta al proletariado de una<br />
comunidad política con él de otra, cuyas burguesías compiten<br />
por <strong>el</strong> dominio d<strong>el</strong> mercado globalizado. Ciertamente, son los<br />
sectores no privilegiados de las sociedades quienes se enfrentan<br />
a muerte en los campos de batalla o en las áreas urbanas inclui-<br />
das en los escenarios de conflicto en las confrontaciones actuales,<br />
donde se han borrado los límites entre las actividades militares y<br />
las civiles.<br />
Se han convertido estas confrontaciones violentas, especialmente<br />
por su traslado a los espacios periféricos subdesarrollados, en instrumentos<br />
para <strong>el</strong> control d<strong>el</strong> crecimiento de las poblaciones, que<br />
representan <strong>el</strong> submundo social de excluidos dentro de una civilización<br />
planetizada. Se trata de frenar las corrientes migratorias de<br />
pobres y miserables, quienes atraídos por <strong>el</strong> orop<strong>el</strong> de las viejas metrópolis<br />
coloniales, o neocoloniales, buscan en <strong>el</strong>las la oportunidad<br />
para alcanzar niv<strong>el</strong>es de vida cónsonos con la dignidad humana.<br />
Pero esa vocación pacifista no puede ser desarmada. Existe <strong>el</strong><br />
riesgo de las intervenciones militares unilaterales, o colectivas, mediante<br />
<strong>el</strong> uso de las instituciones supranacionales de orden, controladas<br />
por las grandes potencias, o a través de coaliciones coyunturales,<br />
como la alianza anglo-alemana que bloqueó a Venezu<strong>el</strong>a a<br />
principios d<strong>el</strong> siglo XX, las cuales pondrían en p<strong>el</strong>igro <strong>el</strong> proceso de<br />
cambios que se ad<strong>el</strong>anta en <strong>el</strong> país. Eso obliga a incluir, en <strong>el</strong> pensamiento<br />
socialista <strong>venezolano</strong>, la idea de la guerra de resistencia,<br />
no sólo como disuasivo frente a probables intervenciones foráneas,<br />
sino como praxis propia de la vida social, de modo de garantizar <strong>el</strong><br />
ejercicio de la soberanía popular, dentro d<strong>el</strong> marco de una democracia<br />
participativa.<br />
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