el socialismo venezolano - Juventud PSUV

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02.08.2013 Views

el Estado; otros producto de la creatividad colectiva o privada–, y que las empresas de trasfondo capitalista, privadas o estatales, han cambiado, muchas veces a regañadientes, su praxis, orientada al lucro, para adaptarla a las exigencias de una sociedad que no acepta más su situación de castas y el correspondiente carácter rentista de su economía. Es un cuadro donde se propone la concepción socialista de la economía, sin que ello implique el constreñimiento de las posibilidades del Estado, o de las iniciativas comunitarias, o de la acción privada, para impulsar un modo de producción más avanzado. Un proceso que no coarta las libertades económicas, pues, considera que la competencia es democrática, siempre que sea explícita y no conduzca a la formación de oligopolios o monopolios. De lo que se trata, cuando se habla de una idea socialista de la economía, no es de cómo la concibió el socialismo real en términos de eliminación de la propiedad privada de los medios de producción, para terminar colocándolos en manos de una burocracia que instaura un capitalismo de Estado. Eso ya sucedió en Venezuela, donde la mayor proporción de las empresas productivas están en manos del Estado. Lo que se propone es una reestructuración de la visión económica sostenida por el liberalismo. La óptica liberal de la conducta económica humana, que la considera como un campo de estudio autónomo que establece im- perativos, es inaceptable hoy desde la perspectiva de la teoría del conocimiento. La tendencia hacia la unificación del estudio de la conducta humana como fenómeno complejo, cuyos distintos aspectos son inseparables, conduce a estimar que la búsqueda de una reestructuración de la economía no es una materia de una ciencia económica independiente, sino el resultado del estudio del complejo funcionamiento del sociosistema donde el comportamiento político y cultural es primordial. De manera que, en una época de revolución social, como la actual, cuando las premisas tradicionales del metabolismo social-económico dominante no sólo pueden ser cuestionadas, sino que además deber serlo, esta crítica, como lo dice Marx, no puede surgir en otra parte “sino en la arena política propiamente dicha”. En estas circunstancias, para coronar satisfactoriamente el objetivo original de la economía socialista, en el punto culminante de la crisis, la política revolucionaria debe transferir sus aspiraciones –en forma de poderes de toma de decisión efectivos a todos los niveles y a todas las áreas, incluida la economía– al cuerpo social, del cual emanarían nuevas demandas materiales y políticas. Ésta parece ser la única manera como la política revolucionaria podría mantener su propia estrategia, en vez de militar contra ella como lo hizo el socialismo real del siglo XX. 74 75

<strong>el</strong> Estado; otros producto de la creatividad colectiva o privada–, y<br />

que las empresas de trasfondo capitalista, privadas o estatales, han<br />

cambiado, muchas veces a regañadientes, su praxis, orientada al<br />

lucro, para adaptarla a las exigencias de una sociedad que no acepta<br />

más su situación de castas y <strong>el</strong> correspondiente carácter rentista de<br />

su economía.<br />

Es un cuadro donde se propone la concepción socialista de la<br />

economía, sin que <strong>el</strong>lo implique <strong>el</strong> constreñimiento de las posibilidades<br />

d<strong>el</strong> Estado, o de las iniciativas comunitarias, o de la acción<br />

privada, para impulsar un modo de producción más avanzado. Un<br />

proceso que no coarta las libertades económicas, pues, considera<br />

que la competencia es democrática, siempre que sea explícita y no<br />

conduzca a la formación de oligopolios o monopolios. De lo que<br />

se trata, cuando se habla de una idea socialista de la economía, no<br />

es de cómo la concibió <strong>el</strong> <strong>socialismo</strong> real en términos de <strong>el</strong>iminación<br />

de la propiedad privada de los medios de producción, para<br />

terminar colocándolos en manos de una burocracia que instaura<br />

un capitalismo de Estado. Eso ya sucedió en Venezu<strong>el</strong>a, donde la<br />

mayor proporción de las empresas productivas están en manos d<strong>el</strong><br />

Estado. Lo que se propone es una reestructuración de la visión económica<br />

sostenida por <strong>el</strong> liberalismo.<br />

La óptica liberal de la conducta económica humana, que la<br />

considera como un campo de estudio autónomo que establece im-<br />

perativos, es inaceptable hoy desde la perspectiva de la teoría d<strong>el</strong><br />

conocimiento. La tendencia hacia la unificación d<strong>el</strong> estudio de la<br />

conducta humana como fenómeno complejo, cuyos distintos aspectos<br />

son inseparables, conduce a estimar que la búsqueda de una<br />

reestructuración de la economía no es una materia de una ciencia<br />

económica independiente, sino <strong>el</strong> resultado d<strong>el</strong> estudio d<strong>el</strong> complejo<br />

funcionamiento d<strong>el</strong> sociosistema donde <strong>el</strong> comportamiento<br />

político y cultural es primordial. De manera que, en una época de<br />

revolución social, como la actual, cuando las premisas tradicionales<br />

d<strong>el</strong> metabolismo social-económico dominante no sólo pueden ser<br />

cuestionadas, sino que además deber serlo, esta crítica, como lo<br />

dice Marx, no puede surgir en otra parte “sino en la arena política<br />

propiamente dicha”.<br />

En estas circunstancias, para coronar satisfactoriamente <strong>el</strong> objetivo<br />

original de la economía socialista, en <strong>el</strong> punto culminante de la<br />

crisis, la política revolucionaria debe transferir sus aspiraciones –en<br />

forma de poderes de toma de decisión efectivos a todos los niv<strong>el</strong>es<br />

y a todas las áreas, incluida la economía– al cuerpo social, d<strong>el</strong> cual<br />

emanarían nuevas demandas materiales y políticas. Ésta parece ser<br />

la única manera como la política revolucionaria podría mantener<br />

su propia estrategia, en vez de militar contra <strong>el</strong>la como lo hizo <strong>el</strong><br />

<strong>socialismo</strong> real d<strong>el</strong> siglo XX.<br />

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