el socialismo venezolano - Juventud PSUV

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02.08.2013 Views

ducto de la expansión del comercio de bienes de utilidad bélica. En ese sentido, esas guerras fueron antecedentes de las guerras periféricas que se han desencadenado en la actualidad dentro del concepto de “guerras de cuarta generación”, para el dominio de espacios subdesarrollados con la finalidad de sostener el proceso de acumulación capitalista. Probablemente, otro hubiese sido el escenario si esa avanzada proletaria se hubiese organizado en un multitudinario partido, del cual fueran surgiendo generaciones de relevo de la avanzadilla, que mantuviesen tanto el poder como la persistencia del proceso de avance humano de la sociedad venezolana. Carente de una institución de esa naturaleza, esa tradición progresista se desvaneció con la desaparición física de sus líderes y la disolución progresiva de las avanzadillas, producto de la debilidad de sus miembros, cuando no de la represión violenta de las fuerzas desintegradoras. Se trata de un estado de cosas que reproduce la dinámica universal al crear ese flujo y reflujo alternados de fuerzas que son complementarias entre sí, y a la vez antitéticas, que ha originado las situaciones de crisis periódicas en nuestro país. En esa forma, se hubiese mantenido la tradición innovativa que al interactuar organizadamente con la antitesis desintegradora no hubiese mantenido la vigencia de la fuerza de la inercia, responsable del atraso relativo de la nación venezolana en el contexto del sistema internacional. Venezuela en la época actual de revolución social No hay dudas de que en cada época de revolución social, cuando se llega “a una determinada fase de desarrollo (afirma Marx en su Crítica de la economía política) las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan con las relaciones de producción existentes”. Y eso es lo que sucede hoy a escala mundial, con sus repercusiones en Venezuela. La revolución científico-técnica, que le ha abierto paso a la cibernética, la cual sustituye el trabajo humano por maquinas automatizadas, ha colisionado con el modo de producción industrial-mecánico que había venido dominando el sociosistema, debilitando las antiguas relaciones de producción que han definido la estructura social y, por consiguiente, la superestructura ideológica, creando progresivamente las condiciones para instaurar unas nuevas, y cualitativamente superiores, relaciones de producción, que propicien el desarrollo de nuevas fuerzas productivas. Unas circunstancias que han estimulado la revolución política en varios países. Y, con poco espacio para la duda, ellas han favorecido, en el caso de Venezuela, aun cuando sea de manera inconsciente, la transformación acelerada que experimentan las estructuras de nuestra sociedad, gracias a la revolución política desarrollada en su seno. Es evidente que en nuestro país se han venido materializando, en la última mitad del siglo XX, la formación de nuevos y variados centros de producción –algunos impulsados por 72 73

ducto de la expansión d<strong>el</strong> comercio de bienes de utilidad bélica.<br />

En ese sentido, esas guerras fueron antecedentes de las guerras<br />

periféricas que se han desencadenado en la actualidad dentro d<strong>el</strong><br />

concepto de “guerras de cuarta generación”, para <strong>el</strong> dominio de<br />

espacios subdesarrollados con la finalidad de sostener <strong>el</strong> proceso<br />

de acumulación capitalista.<br />

Probablemente, otro hubiese sido <strong>el</strong> escenario si esa avanzada<br />

proletaria se hubiese organizado en un multitudinario partido, d<strong>el</strong><br />

cual fueran surgiendo generaciones de r<strong>el</strong>evo de la avanzadilla, que<br />

mantuviesen tanto <strong>el</strong> poder como la persistencia d<strong>el</strong> proceso de<br />

avance humano de la sociedad venezolana. Carente de una institución<br />

de esa naturaleza, esa tradición progresista se desvaneció con<br />

la desaparición física de sus líderes y la disolución progresiva de las<br />

avanzadillas, producto de la debilidad de sus miembros, cuando<br />

no de la represión violenta de las fuerzas desintegradoras. Se trata<br />

de un estado de cosas que reproduce la dinámica universal al crear<br />

ese flujo y reflujo alternados de fuerzas que son complementarias<br />

entre sí, y a la vez antitéticas, que ha originado las situaciones de<br />

crisis periódicas en nuestro país. En esa forma, se hubiese mantenido<br />

la tradición innovativa que al interactuar organizadamente con<br />

la antitesis desintegradora no hubiese mantenido la vigencia de la<br />

fuerza de la inercia, responsable d<strong>el</strong> atraso r<strong>el</strong>ativo de la nación<br />

venezolana en <strong>el</strong> contexto d<strong>el</strong> sistema internacional.<br />

Venezu<strong>el</strong>a en la época actual de revolución social<br />

No hay dudas de que en cada época de revolución social, cuando<br />

se llega “a una determinada fase de desarrollo (afirma Marx en su<br />

Crítica de la economía política) las fuerzas productivas materiales<br />

de la sociedad chocan con las r<strong>el</strong>aciones de producción existentes”.<br />

Y eso es lo que sucede hoy a escala mundial, con sus repercusiones<br />

en Venezu<strong>el</strong>a. La revolución científico-técnica, que le ha abierto<br />

paso a la cibernética, la cual sustituye <strong>el</strong> trabajo humano por maquinas<br />

automatizadas, ha colisionado con <strong>el</strong> modo de producción<br />

industrial-mecánico que había venido dominando <strong>el</strong> sociosistema,<br />

debilitando las antiguas r<strong>el</strong>aciones de producción que han definido<br />

la estructura social y, por consiguiente, la superestructura ideológica,<br />

creando progresivamente las condiciones para instaurar unas<br />

nuevas, y cualitativamente superiores, r<strong>el</strong>aciones de producción,<br />

que propicien <strong>el</strong> desarrollo de nuevas fuerzas productivas.<br />

Unas circunstancias que han estimulado la revolución política<br />

en varios países. Y, con poco espacio para la duda, <strong>el</strong>las han<br />

favorecido, en <strong>el</strong> caso de Venezu<strong>el</strong>a, aun cuando sea de manera<br />

inconsciente, la transformación ac<strong>el</strong>erada que experimentan las estructuras<br />

de nuestra sociedad, gracias a la revolución política desarrollada<br />

en su seno. Es evidente que en nuestro país se han venido<br />

materializando, en la última mitad d<strong>el</strong> siglo XX, la formación de<br />

nuevos y variados centros de producción –algunos impulsados por<br />

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