el socialismo venezolano - Juventud PSUV
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sociales demandadas por los distintos procesos <strong>el</strong>ectorales desarrollados<br />
desde 1998 hasta 2006, incluyendo <strong>el</strong> correspondiente<br />
al Referéndum Revocatorio de 2003 y las acciones de defensa d<strong>el</strong><br />
régimen frente al golpe de Estado y <strong>el</strong> paro petrolero d<strong>el</strong> 2002. Pero<br />
no ha sido igualmente efectiva su conducta en la acción constructiva<br />
destinada a crear las estructuras y superestructuras demandadas<br />
por la transición al <strong>socialismo</strong>. En estas circunstancias se probó que<br />
“la vanguardia” ni organiza ni crea pertenencia, sólo ha distribuido<br />
lo que <strong>el</strong> sistema oficial ha separado para la gente. Ha sido <strong>el</strong><br />
sistema informal de las misiones <strong>el</strong> que ha creado una pertenencia<br />
más profunda y una identidad diferente de la población no privilegiada<br />
venezolana. Ha sido esta organización fresca la que ha dado<br />
cuenta de un fenómeno al que partidos y sindicatos no han podido<br />
interp<strong>el</strong>ar: los excluidos d<strong>el</strong> sistema. De allí ha venido surgiendo<br />
un nuevo liderazgo que ha podido convocar una multitud, que hoy<br />
configura <strong>el</strong> apoyo duro al régimen. Y ésa es la base social d<strong>el</strong> poder<br />
d<strong>el</strong> movimiento revolucionario <strong>venezolano</strong> actual.<br />
El Partido Socialista Unido de Venezu<strong>el</strong>a<br />
como instrumento político de la revolución<br />
Pero la persistencia d<strong>el</strong> régimen político, en medio de las presiones<br />
psicológicas, económicas y militares de la burguesía globalizada,<br />
en asociación con la oligarquía colombiana, tutorada por<br />
aquélla, y una “quinta columna” interna, conformada por la alta<br />
burguesía nacional y las clases medias, tradicionalmente dependiente<br />
de las sociedades capitalísticamente avanzadas y en la actualidad<br />
directamente de los EEUU, está condicionada claramente<br />
a la eficacia de las políticas públicas que ad<strong>el</strong>anta <strong>el</strong> gobierno revolucionario.<br />
Ciertamente, como lo señalase rotundamente Simón<br />
Rodríguez, en párrafo ya citado, “<strong>el</strong> hombre sencillo (constituyente<br />
de la avanzada) no gusta de hipótesis, porque no sabe suplir…”,<br />
le agradan los hechos. Por <strong>el</strong>lo la ineficacia en <strong>el</strong> cumplimiento de<br />
los programas favorece la reacción. Y esta ineptitud es obvia en bastantes<br />
casos. Sin dudas, en mucho se le puede atribuir a la reacción<br />
de las fuerzas conservadoras, que han obligado a desviar recursos<br />
para neutralizarla y al sabotaje de una burocracia estatal infiltrada,<br />
que culpable o culposamente, obstruye la ejecución de los planes.<br />
Pero, notoriamente, también tiene una responsabilidad significativa<br />
<strong>el</strong> desorden de la avanzada, por la falta de una organización que<br />
le proporcione coherencia y cohesión a su acción. Un orden que<br />
transforme <strong>el</strong> movimiento social reivindicatorio en una fuerza política<br />
capaz de impulsar las transformaciones estructurales y superestructurales,<br />
demandas por la revolución socialista.<br />
Un proceso que no podría ser realizado por una multiplicidad<br />
de pequeños partidos; sindicatos, gremios, grupos de interés e<br />
individualidades r<strong>el</strong>evantes, como se ha fraccionado la avanzada,<br />
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