Góngora - Real Academia de Córdoba
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296 Francisco de Borja Pavón armonía y rebosando en dulces esperanzas. Se juró con fiestas suntuosas a la Princesa heredera, y Córdoba envió por Diputados a aquel simulacro de antiguas Cortes a los señores Marqués de Villaverde y a don José de Illescas y Cárdenas. Ya después de 1823, se podía ver algún número del Correo literario y mercantil de la Corte, y más adelante las Cartas españolas, la Revista„ El Vapor de Barcelona, la Estafeta de Bilbao y la Gaceta de Bayona, donde se empezaba a razonar con timidez y cautela. Ya era permitido leer algo más que las obras de devoción, literatura e Historia que se disfrutaban en las Bibliotecas públicas del Obispo y de San Pablo. En los últimos años cesaron y se sustituyeron algunas autoridades. Perdió Córdoba de vista al señor Prats y al señor González Argandoña, sucesor del Conde de Puerto Hermoso, en la dirección de la policía. Quedó mandando como Alcalde y juez el señor Lovariñas, y al cerrarse el reinado se encargó en las armas el Brigadier don José Marrón, y vino de Inspector de realistas el Conde de Mirasol, que después llevó a cabo su desarme. Algunos pocos sucesos mantuvieron viva la espectación o rompieron el reposo de la vida en estos años últimos del decennio y del reinado. Se empezaba a pensar en mejoras materiales, y se consultaba sobre ellas a hombres de presunta ilustración, sin hacer ascos al color político. Se instituyó, en proporciones menguadas, un periódico con título de Boletín Oficial: sintiéndose entonces el extremo contrario al tiempo presente, de carecerse de todo órgano de publicidad y anuncios. Las conjuraciones de los liberales y las invasiones de los emigrados por las fronteras del Pirineo y por las costas meridionales, terminadas por sangrientas catástrofes, despertaron a su tiempo las simpatías y el dolor de los liberales cordobeses. Algunas familias lloraban en prisiones a sus hijos, por complicados en la causa del Coronel Márquez, muy conocido en esta Capital, y al fin ahorcado en Sevilla (1). Algunos ardientes liberales de aquí soñando en un alzamiento, si hubiese alcanzado éxito en otras partes, habían pensado en poner a su cabeza al joven abogado don Joaquín Francisco Pacheco, tan justamente afamado después y a la sazón acomodado (1) El cordobés don José de la Peña y Aguayo, natural de Cabra defendió con valor y habilidad a la desventurada doña Mariana Pineda, condenada al patíbulo en Granada. (Anaya. V. Lecciones de Elocuencia forense). 50
Córdoba e n 1823 297 en Córdoba en una comisión modesta. Sin duda no se había contado con él, que, ni por temperamento, ni por cierta rectitud y templanza debía ser muy a proposito para tal empresa. Los Realistas de Córdoba salieron en expedición belicosa hacia la serranía de Ronda, cuando se temió que el fuego insurreccional cundiese por aquella parte. El Obispo de Córdoba don Pedro A. Trevilla falleció en 1832, tras de un pontificado muy largo y fecundo en guerras y revoluciones. Aconteció este suceso a mediados de Diciembre, y en Julio del mismo año habían pasado a Sevilla, y sido objeto de cordial y obsequioso recibimiento en Córdoba los Infantes don Francisco de Paula Borbón y su familia. Llamados por un expreso dos meses más tarde, regresaron apresuradamente a Madrid, por haberse agravado en su peligrosa enfermedad el Monarca Fernando VII: y a la Infanta doña Luisa Carlota, hermana de la Reina Cristina, tocó en suerte tomar una parte activa y trascendental en aquella delicadísima crisis, que fué de inmensos resultados para los destinos ulteriores de la Nación. XIII Al enlazar con el año de 1823 el recuerdo de la época que siguió a aquel período histórico, nos pareció trazar algunas indicaciones sobre el cuadro social del pueblo en que habitamos, y en que vinimos a la luz de la vida; como quiera que entonces resbalaron los días de nuestra adolescencia, y aunque turbulentos y agitados, es imposible divorciar de ellos sensaciones de complacencia melancólica, y miradas afectuosas retrospectivas. Fuera de los excesos abominables, que nunca serán bastantemente condenados; respecto de muchos períodos tranquilos y bonancibles de aquel tiempo, ni nos sentirnos enamorados del orden más aparente que firme, que se confundía a veces con el bienestar, ni sistemáticamente hemos de condenar todo aquello, habiendo sufrido tanta decepcion, en cuanto a las cosas y a los hombres, en el curso de los últimos cuarenta años. Nuestro globo miserable jamás llegará a ser un paraíso, y la humanidad fluctúa perpetuamente entre extremos dolorosos, tocando en la senda del crimen y del error. Los amigos de lo tradicional absoluto guardan alguna indulgencia para esa obcecación o fanatismo que paralizaba a la generación de nuestros abuelos; pero, a la vez con las trazas de aquel inmóvil quietismo 51
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armonía y rebosando en dulces esperanzas. Se juró con fiestas<br />
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a aquel simulacro <strong>de</strong> antiguas Cortes a los señores Marqués<br />
<strong>de</strong> Villaver<strong>de</strong> y a don José <strong>de</strong> Illescas y Cár<strong>de</strong>nas. Ya <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong> 1823, se podía ver algún número <strong>de</strong>l Correo literario y mercantil<br />
<strong>de</strong> la Corte, y más a<strong>de</strong>lante las Cartas españolas, la Revista„<br />
El Vapor <strong>de</strong> Barcelona, la Estafeta <strong>de</strong> Bilbao y la Gaceta<br />
<strong>de</strong> Bayona, don<strong>de</strong> se empezaba a razonar con timi<strong>de</strong>z y cautela.<br />
Ya era permitido leer algo más que las obras <strong>de</strong> <strong>de</strong>voción, literatura<br />
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Prats y al señor González Argandoña, sucesor <strong>de</strong>l Con<strong>de</strong><br />
<strong>de</strong> Puerto Hermoso, en la dirección <strong>de</strong> la policía. Quedó mandando<br />
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y vino <strong>de</strong> Inspector <strong>de</strong> realistas el Con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Mirasol, que <strong>de</strong>spués<br />
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se consultaba sobre ellas a hombres <strong>de</strong> presunta ilustración, sin<br />
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un periódico con título <strong>de</strong> Boletín Oficial: sintiéndose<br />
entonces el extremo contrario al tiempo presente, <strong>de</strong> carecerse<br />
<strong>de</strong> todo órgano <strong>de</strong> publicidad y anuncios.<br />
Las conjuraciones <strong>de</strong> los liberales y las invasiones <strong>de</strong> los<br />
emigrados por las fronteras <strong>de</strong>l Pirineo y por las costas meridionales,<br />
terminadas por sangrientas catástrofes, <strong>de</strong>spertaron a<br />
su tiempo las simpatías y el dolor <strong>de</strong> los liberales cordobeses.<br />
Algunas familias lloraban en prisiones a sus hijos, por complicados<br />
en la causa <strong>de</strong>l Coronel Márquez, muy conocido en esta<br />
Capital, y al fin ahorcado en Sevilla (1).<br />
Algunos ardientes liberales <strong>de</strong> aquí soñando en un alzamiento,<br />
si hubiese alcanzado éxito en otras partes, habían pensado en<br />
poner a su cabeza al joven abogado don Joaquín Francisco Pacheco,<br />
tan justamente afamado <strong>de</strong>spués y a la sazón acomodado<br />
(1) El cordobés don José <strong>de</strong> la Peña y Aguayo, natural <strong>de</strong> Cabra <strong>de</strong>fendió<br />
con valor y habilidad a la <strong>de</strong>sventurada doña Mariana Pineda, con<strong>de</strong>nada al<br />
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