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Vida Y Obra de Manuel Mujica Lainez Presentación: Manuel Mujica ...

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<strong>Vida</strong><br />

Y<br />

<strong>Obra</strong><br />

<strong>de</strong> <strong>Manuel</strong> <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong><br />

<strong>Presentación</strong>:<br />

<strong>Manuel</strong> <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong> (1910 − 1984), importante escritor argentino <strong>de</strong> numerosas obras literarias, fue una<br />

persona <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s aspiraciones y tuvo la esperanza que sus textos sean difundidos por el mundo.<br />

La Fundación <strong>Manuel</strong> <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong> − Ana <strong>de</strong> Alvear <strong>de</strong> <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong> es la institución encargada <strong>de</strong><br />

proteger y dar a conocer, entre otras cosas, el invalorable patrimonio cultural que <strong>de</strong>jara el autor, <strong>de</strong>stacándose<br />

los manuscritos completos <strong>de</strong> su obra.<br />

En septiembre <strong>de</strong>l año 2001, la Fundación estableció que <strong>de</strong>bido a la <strong>de</strong>licada condición física que<br />

presentaban los mencionados Manuscritos, único documento histórico − patrimonio cultural, era necesario<br />

garantizar su preservación.<br />

La Fundación:<br />

La Fundación <strong>Manuel</strong> <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong> − Ana <strong>de</strong> Alvear <strong>de</strong> <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong> surge a partir <strong>de</strong> la donación <strong>de</strong> la<br />

Señora Doña Ana <strong>de</strong> Alvear <strong>de</strong> <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong>, quien dispuso la propiedad "El Paraíso" −resi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l<br />

escritor en sus últimos años−, para tal fin.<br />

Ana vivió diez años posteriores al fallecimiento <strong>de</strong> <strong>Manuel</strong> (21−04−84), siempre morando en El Paraíso, sólo<br />

que, habiéndose mudado a una <strong>de</strong> las casas anexas. Des<strong>de</strong> allí inició el emprendimiento <strong>de</strong> organizar la<br />

fundación.<br />

El objetivo era preservar intacto todo su contenido, tal como estuvo en vida <strong>de</strong> su propietario.<br />

La fundación se propone entonces:<br />

· Divulgar la obra literaria <strong>de</strong> <strong>Manuel</strong> <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong><br />

· Recuperar y estimular el hábito <strong>de</strong> la lectura<br />

· Fomentar investigaciones sobre temas literarios<br />

· Difundir el arte y la cultura en todas sus manifestaciones<br />

En la actualidad se <strong>de</strong>sarrollan distintos tipos <strong>de</strong> activida<strong>de</strong>s culturales a través <strong>de</strong> la Fundación, como por<br />

ejemplo:<br />

· concursos literarios<br />

· exposiciones <strong>de</strong> pintura<br />

1


· ciclos <strong>de</strong> conferencias<br />

· actuaciones musicales<br />

La casa es un "archivo viviente don<strong>de</strong> consultan estudiosos <strong>de</strong> la obra y público en general. También se<br />

coordinan acciones conjuntas <strong>de</strong> interés cultural con otros Museos tales como Museo Larreta y Museo<br />

Fernán<strong>de</strong>z Blanco, entre otros.<br />

Se<strong>de</strong> Operativa y Centro <strong>de</strong> Referencia<br />

Nicolás Rodríguez Peña 1417<br />

Bº Alta Córdoba<br />

5000 Córdoba<br />

Argentina<br />

Teléfono / Fax<br />

54 − 351 − 4731893<br />

Se<strong>de</strong> Social<br />

El Paraíso − Cruz Chica<br />

5178 − Capilla <strong>de</strong>l Monte<br />

Córdoba − Argentina<br />

E−mail: info@mujicalainez.org.ar<br />

Web: http://www.mujicalainez.org.ar/<br />

Biografía<br />

Nació el 11 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong> 1910. Descendiente <strong>de</strong> Juan <strong>de</strong> Garay, fundador <strong>de</strong> Buenos Aires, su familia por<br />

ambos lados se halla afincada en América <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el tiempo <strong>de</strong> los virreyes. Su tatarabuelo materno es nada<br />

menos que Florencio Varela, político, abogado, publicista y jefe civil <strong>de</strong> la oposición a Rosas en el exilio.<br />

Fray Julián Perdriel, su tío tatarabuelo paterno, es el autor <strong>de</strong>l célebre elogio fúnebre <strong>de</strong> la Beata Sor María <strong>de</strong><br />

Paz y Figueroa. Juan Cruz Varela, poeta, periodista y autor <strong>de</strong> tragedias, era su tío tatarabuelo. Miguel Cané<br />

(padre), periodista, novelista y crítico, era su tío bisabuelo, y Miguel Cané hijo, el autor <strong>de</strong> Juvenilia, era<br />

primo hermano <strong>de</strong> su abuelo.<br />

Su padre, <strong>Manuel</strong> <strong>Mujica</strong> Farías, abogado y Ministro <strong>de</strong> Gobierno <strong>de</strong> la Provincia <strong>de</strong> Bs. As., procedía <strong>de</strong> un<br />

ilustre linaje; eran terratenientes, poseían campos y sala<strong>de</strong>ros.<br />

Por parte <strong>de</strong> su madre, Lucía Láinez Varela, la familia era más ciudadana; había gentes <strong>de</strong> letras,<br />

coleccionistas, estaban en alguna medida vinculados con el arte. De ella, <strong>de</strong> Lucía, heredó el bagaje cultural.<br />

Ambas familias perdieron todo, todo; salvo el ingenio, y él justamente escribió sobre lo que se fue. Manucho<br />

(así se le apodaba) posee la sensibilidad <strong>de</strong> un niño precoz que vivió entre mayores, aprendió mucho <strong>de</strong> ellos<br />

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y, una vez <strong>de</strong>sasido <strong>de</strong> la mano protectora y falible, los contempla y hace actuar.<br />

Su hermano, el primogénito que llevaba su mismo nombre, murió al año y medio, <strong>de</strong> manera que cuando<br />

ocurre su nacimiento sus cuatro tías, hermanas solteronas <strong>de</strong> la madre, se <strong>de</strong>dican a malcriarlo. A los cinco<br />

años, andando en un triciclo en la terraza <strong>de</strong> la casa, cae en un tacho <strong>de</strong> agua hirviendo, razón por la cual <strong>de</strong>be<br />

pasar un año en cama ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> sus tías que le contaban cuentos, <strong>de</strong> los tradicionales y <strong>de</strong> los otros, los <strong>de</strong> la<br />

familia; esto lo nutrirá como escritor más a<strong>de</strong>lante.<br />

Su abuela hablaba inglés y francés perfectamente, cosa poco usual en una mujer <strong>de</strong> esa época. Manucho<br />

cuenta que era divina, y que yacía <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> una cama , <strong>de</strong>s<strong>de</strong> alli le contaba fabulosos cuentos.<br />

Su madre escribía teatro en francés y español, y alguna vez recibió el elogio <strong>de</strong>l premio Nobel Jacinto<br />

Benavente. Manucho escuchaba atentamente mientras su madre recitaba, influenciado por ella su primera obra<br />

literaria fue escrita a los seis años en forma <strong>de</strong> verso.<br />

Su padre era un clubman que se había casado a los treinta y seis años; mantenía sus roperos en el club, don<strong>de</strong><br />

se vestía. Cuando Manucho cumple trece años se trasladan a Francia por dos motivos: por un lado, era<br />

necesario para la cultura, y por el otro, era más barato vivir en París que en Buenos Aires. Junto a su hermano<br />

van pupilos a l´Ecole Descartes, don<strong>de</strong> estudia los clásicos franceses y la historia europea. Todo lo importante<br />

que sabía, junto con el griego y el latín, se lo <strong>de</strong>bía a esa época. La enseñanza, la que contará en a<strong>de</strong>lante para<br />

su futuro <strong>de</strong> escritor, así como el amor que le <strong>de</strong>spiertan Balzac y Hugo, se la <strong>de</strong>berá a M. Bernard, <strong>de</strong> quien<br />

hereda la costumbre <strong>de</strong> las imprescindibles anotaciones en cua<strong>de</strong>rnos y libretas.<br />

Luego se trasladan a Londres durante un año, esta vez a casa <strong>de</strong> un tutor, Mr. Light, don<strong>de</strong> apren<strong>de</strong> el perfecto<br />

manejo <strong>de</strong> la lengua inglesa.<br />

Al cumplir 17 años el padre convoca a ambos hijos para darles a elegir la posibilidad <strong>de</strong> quedarse en Europa o<br />

volver a la Argentina. Manucho, quien ya sabía que iba a ser escritor, <strong>de</strong>clara que él escribe muy bien en<br />

francés y que tendría muchas más posibilida<strong>de</strong>s quedándose a vivir alli. Su hermano opta por volver. Y<br />

vuelven. De regreso, termina el bachillerato en 1928 y comienza la carrera <strong>de</strong> abogacía, que abandonaría en<br />

1932. Simultáneamente, gracias a su amigo Mitre inicia su carrera periodística en el diario La Nación a los 21<br />

años, haciendo notas <strong>de</strong> sociedad.<br />

Así comienza su vida periodística, más los viajes que se transformarían en una constante en su vida. Viaja en<br />

Zeppelín <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Río <strong>de</strong> Janeiro a Europa. Estamos en 1935. Luego en submarino al sur <strong>de</strong> la Argentina. Ya en<br />

avión, es enviado como corresponsal a Oriente por seis meses y recorre China cuando Pekín estaba en manos<br />

<strong>de</strong> los japoneses; <strong>de</strong> allí vuelve con 17 cajones llenos <strong>de</strong> objetos increíbles. Como por ejemplo, una enorme<br />

estela funeraria <strong>de</strong> la Manchuria <strong>de</strong>l siglo XIX con una maldición al dorso para quien profanara esa tumba,<br />

maldición que no le llega pues él la encuentra abandonada en un jardín. Se trata <strong>de</strong> un Buda sentado sobre un<br />

pajarraco alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> Badisatvos (que vienen a ser los ángeles en el budismo).<br />

Des<strong>de</strong> pequeño, en París, a orillas <strong>de</strong>l Sena, cuando compra un pequeño plato <strong>de</strong> faïence, comienza a<br />

coleccionar y amar a los objetos. Él mismo dice: <strong>de</strong>s<strong>de</strong> niño creo en los objetos más que en los seres humanos.<br />

Los humanos pue<strong>de</strong>n traicionarte. Los objetos no. He pasado la vida coleccionando objetos. Por eso es que en<br />

su obra posterior el amor humano está reemplazado por el amor hacia los objetos, los libros, hacia las<br />

invisibles presencias revividas en el recuerdo o que se agitan en torno a los personajes, les son adictas y no<br />

reclaman compensación.<br />

Y estas colecciones impresionantes se encuentran reunidas en El paraíso, su casa en las sierras <strong>de</strong> Córdoba, en<br />

Cruz Chica, don<strong>de</strong> se instala junto a su mujer Ana <strong>de</strong> Alvear, su madre y sus cuatro tías en 1969, huyendo un<br />

poco, quizás, <strong>de</strong> tanta fama y frivolidad porteña. El Paraíso era entonces una heredad <strong>de</strong> 7 hectáreas, con siete<br />

casas y siete chimeneas.<br />

3


Hay un gran salón con ochenta y tantos retratos. El general Alvear, Dorrego y Teresa <strong>de</strong> Avila . Hay ídolos<br />

incaicos y estatuas precolombinas <strong>de</strong> sus viajes a Perú y Ecuador. Florencio Varela se encuentra sobre una<br />

chimenea <strong>de</strong>l gran salón. Hay 20.000 volúmenes y manuscritos que atestiguan más <strong>de</strong> 150 años <strong>de</strong> tradición<br />

literaria en la familia. Hay un manuscrito <strong>de</strong> la traducción al francés <strong>de</strong>l Amadís <strong>de</strong> Gaula que data <strong>de</strong> 1540.<br />

La colección <strong>de</strong> retratos en miniatura es única en el país y casi la más importante. También hay una estatua <strong>de</strong><br />

Aquiles en el país <strong>de</strong> las mujeres que su suegro, Alvear, trajo <strong>de</strong> París en 1916.<br />

A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> ser uno <strong>de</strong> los mejores escritores <strong>de</strong> la Argentina, Manucho ejerció el periodismo, la crítica<br />

literaria y artística. Fue traductor <strong>de</strong> Shakerpeare, <strong>de</strong> Moliere y <strong>de</strong> Racine, entre varios clásicos franceses.<br />

Perteneció a la Aca<strong>de</strong>mia Argentina <strong>de</strong> Letras y a la <strong>de</strong> Bellas Artes. Recibió el Premio Municipal <strong>de</strong><br />

Literatura y la Faja <strong>de</strong> Honor <strong>de</strong> la SADE, don<strong>de</strong> ocupó la vicepresi<strong>de</strong>ncia. En 1982 recibió la Legión <strong>de</strong><br />

Honor <strong>de</strong>l gobierno <strong>de</strong> Francia, y ya había recibido la <strong>de</strong> Comendatore <strong>de</strong> Italia, por Bomarzo.<br />

Murió el 21 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1984, a los setenta y tres años, tal como se lo había predicho Mme. Thèbas, célebre<br />

quiromántica parisina. Paradójicamente murió un sábado <strong>de</strong> gloria, en Semana Santa, y fue enterrado en el<br />

cementerio <strong>de</strong> Los Cocos un domingo <strong>de</strong> Resurrección. Su casa se abrió como museo en Julio <strong>de</strong> 1987.<br />

Cronología<br />

Cronología De su vida y <strong>de</strong> sus obras<br />

• 1910. Nace el 11 <strong>de</strong> septiembre, en Buenos Aires, sus padres: <strong>Manuel</strong> <strong>Mujica</strong> Farías y, Lucía <strong>Lainez</strong><br />

Varela. Comienza sus estudios primarios en la Escuela General San Martín. Los concluye en el<br />

Colegio Lacordaire, don<strong>de</strong> inicia los secundarios.<br />

• 1923−1926. Viaje a Europa. Cursa sus estudios en la Ecole Descartes, <strong>de</strong> París. Permanencia en<br />

Inglaterra. Regreso a la Argentina.<br />

• 1927. Empieza a colaborar en La Nación.<br />

• 1928. Completa los estudios secundarios en el Colegio Nacional <strong>de</strong> San Isidro. Ingresa en la facultad<br />

<strong>de</strong> Derecho <strong>de</strong> la Universidad <strong>de</strong> Buenos Aires. Cursa allí durante dos años. Escriba en El Hogar, Fray<br />

Mocho, Don Goyo.<br />

• 1931. Funcionario público <strong>de</strong>l Ministerio <strong>de</strong> Agricultura.<br />

• 1932. El 9 <strong>de</strong> noviembre ingresa en el diario La Nación.<br />

• 1935. Viaje a Alemania en el Graf Zeppelin.<br />

• 1936. Se casa con Ana <strong>de</strong> Alvear. Aparece su primer libro: Glosas castellanas.<br />

• 1937. Funcionario <strong>de</strong>l Museo Nacional <strong>de</strong> Arte Decorativo.<br />

• 1938. Viaje a Bolivia, en misión periodística. La primera novela: Don Galaz <strong>de</strong> Buenos Aires.<br />

• 1940. Viaje al Japón en calidad <strong>de</strong> periodista. Recorre también Corea, China y Manchukuo.<br />

• 1942. Secretario <strong>de</strong> la Sociedad Argentina <strong>de</strong> Escritores, hasta 1946. Publica Miguel Cané (padre)<br />

biografía.<br />

• 1943. Aparición <strong>de</strong> Canto a Buenos Aires, poema, y <strong>Vida</strong> <strong>de</strong> Aniceto el Gallo.<br />

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• 1946. Estampas <strong>de</strong> Buenos Aires.<br />

• 1947. <strong>Vida</strong> <strong>de</strong> Anastasio el Pollo.<br />

• 1949. Publicación <strong>de</strong> Aquí vivieron, cuentos.<br />

• 1950. Vicepresi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la Sociedad Argentina <strong>de</strong> Escritores, hasta 1953. Misteriosa Buenos Aires,<br />

cuentos.<br />

• 1951. Candidato a diputado por el Partido Demócrata.<br />

• 1952. Los ídolos, novela.<br />

• 1954. La casa, novela. Premio Gerchunoff.<br />

• 1955. El gobierno <strong>de</strong> la Revolución Libertadora lo nombra Director General <strong>de</strong> Relaciones Culturales<br />

<strong>de</strong>l Ministerio <strong>de</strong> Relaciones Culturales. Los viajeros, novela.<br />

• 1956. Es elegido miembro <strong>de</strong> la Aca<strong>de</strong>mia Argentina <strong>de</strong> Letras. El retrato amarillo, novela corta.<br />

Héctor Basaldúa, ensayo.<br />

• 1957. Viaja a Ecuador, también en misión oficial. Gran Premio <strong>de</strong> Honor <strong>de</strong> la Sociedad Argentina <strong>de</strong><br />

Escritores y Segundo Premio Nacional <strong>de</strong> Literatura. Invitados en el Paraíso, novela.<br />

• 1959. Es elegido miembro <strong>de</strong> la Aca<strong>de</strong>mia Nacional <strong>de</strong> Bellas Artes.<br />

• 1960. Viaje por Grecia, Israel, Turquía e Italía. Segunda visita a Bomarzo.<br />

• 1962. Aparición <strong>de</strong> Bomarzo, novela. Cincuenta sonetos <strong>de</strong> Shakespeare, versión castellana.<br />

• 1963. Primer Premio Nacional <strong>de</strong> Literatura.<br />

• 1964. Se estrena la cantata Bomarzo en Washington con música <strong>de</strong> Ginastera. Recibe el premio<br />

Kennedy a la novela. Se representa su versión castellana <strong>de</strong> Les Femmes Savantes, <strong>de</strong> Molière.<br />

Francia lo nombra oficial <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Arts et Lettres.<br />

• 1965. La cantata Bomarzo se presenta en el Teatro Colón. Se publica El Unicornio, novela.<br />

• 1966. Expone sus "Laberintos" (poemas y dibujos). Premio PEN Club.<br />

• 1967. Asiste a la representación <strong>de</strong> la ópera Bomarzo en Washington. Prohibición <strong>de</strong> la ópera<br />

Bomarzo en el teatro Colón. Se estrena su versión castellana <strong>de</strong> Les fausses confi<strong>de</strong>nces, <strong>de</strong><br />

Marivaux. Se estrena Sueño <strong>de</strong> una noche <strong>de</strong> verano, <strong>de</strong> Shakespeare, que traduce en colaboración<br />

con Guillermo Whitelow. Italia lo nombra Comendador <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Mérito. Crónicas reales,<br />

cuentos.<br />

• 1968. Nuevo viaje a los Estados Unidos para asistir al estreno <strong>de</strong> Bomarzo en Nueva York. De<br />

milagros y <strong>de</strong> melancolías, novela.<br />

• 1969. Se jubila como periodista. Hacia fines <strong>de</strong> diciembre se instala en El Paraíso, en Cruz Chica,<br />

Córdoba.<br />

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• 1972. Bomarzo se estrena en el Colón. Cecil, novela corta. Edición castellana <strong>de</strong> Phèdre, <strong>de</strong> Racine.<br />

• 1974. El laberinto y El viaje <strong>de</strong> los siete <strong>de</strong>monios, novelas.<br />

• 1976. Sergio, novela.<br />

• 1977. Los cisnes, novela. Letra e imagen <strong>de</strong> Buenos Aires, textos que acompañan fotografías <strong>de</strong> Aldo<br />

Sessa.<br />

• 1978. El brazalete y otros cuentos.Aparece el primer tomo <strong>de</strong> las <strong>Obra</strong>s Completas. Más letras e<br />

imágenes <strong>de</strong> Buenos Aires.Viaje a Egipto.<br />

• 1979. El Gran Teatro, novela.Segundo tomo <strong>de</strong> las <strong>Obra</strong>s Completas. Los porteños.<br />

• 1980. Prepara El escarabajo, novela. Tercer tomo <strong>de</strong> las <strong>Obra</strong>s Completas.<br />

• 1981. Cuarto tomo <strong>de</strong> las <strong>Obra</strong>s Completas.<br />

• 1982. El escarabajo, novela. Páginas <strong>de</strong> <strong>Manuel</strong> <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong> seleccionadas por el autor. Recibe la<br />

Legión <strong>de</strong> Honor <strong>de</strong>l gobierno <strong>de</strong> Francia.<br />

• 1983. Un Novelista en el museo <strong>de</strong>l prado.<br />

• 1984. Fue nombrado Ciudadano Ilustre <strong>de</strong> la Ciudad <strong>de</strong> Buenos Aires. Muere en El Paraíso el 21 <strong>de</strong><br />

abril.<br />

Su <strong>Obra</strong> Literaria<br />

Se inicia en 1936 con Glosas Castellanas, don<strong>de</strong> aborda una revisión <strong>de</strong>l Quijote y Sancho Panza. Es el<br />

ejercicio literario en el que prueba sus armas y sus lecturas. Hay un alar<strong>de</strong> <strong>de</strong> casticismo y <strong>de</strong> arcaísmo que<br />

nos envuelven en reminiscencias literarias medievales y <strong>de</strong>l siglo <strong>de</strong> Oro. Sigue en 1938 con Don Galaz <strong>de</strong><br />

Buenos Aires, su primera novela, absolutamente influida por La Gloria <strong>de</strong> Don Ramiro, <strong>de</strong> Enrique Larreta.<br />

Está ambientada en el siglo XVII. <strong>Manuel</strong> Gálvez, en una carta que le envía, le sugiere disminuir la<br />

agresividad <strong>de</strong> su casticismo para que su prosa gane mo<strong>de</strong>rnismo, sabio consejo que no <strong>de</strong>soye. A estos dos<br />

libros él los llama Mi Aca<strong>de</strong>mia.<br />

En 1942 escribe la biografía <strong>de</strong> Miguel Cané padre, hermano <strong>de</strong> su bisabuela, un romántico porteño. Su Canto<br />

a Buenos Aires data <strong>de</strong>l año siguiente, está formado por 1092 alejandrinos y fue escrito en cuatro meses. El<br />

mismo año publica <strong>Vida</strong> <strong>de</strong> Aniceto, el Gallo (Hilario Ascasubi) por la que recibe el Premio Municipal. Por<br />

último, cerrando el ciclo <strong>de</strong> las biografías, en 1947 aparece <strong>Vida</strong> <strong>de</strong> Anastasio, el Pollo (Estanislao <strong>de</strong>l<br />

Campo). Estas biografías presentan la apariencia <strong>de</strong> esa elegancia, un poco frívola, <strong>de</strong> los caballeros porteños<br />

<strong>de</strong>l fin <strong>de</strong>l siglo XIX.<br />

La forma biográfica la retomará <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong> más <strong>de</strong> diez años <strong>de</strong>spués en estudios sobre la vida <strong>de</strong> pintores<br />

como Victorica y Héctor Basaldúa.<br />

En 1948 nos presenta Aquí vivieron con el subtítulo <strong>de</strong> Historias <strong>de</strong> una quinta <strong>de</strong> San Isidro; son 23 relatos<br />

que vacilaríamos entre <strong>de</strong>nominarlos novelas breves o cuentos. El personaje es el lugar, la quinta, que pue<strong>de</strong><br />

ser la <strong>de</strong> Mariquita Sánchez o la <strong>de</strong> los Guerrico, pero en estos cuentos enca<strong>de</strong>nados que transcurren <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

1583 hasta 1924, logrados con distintas modalida<strong>de</strong>s, crea el mismo ambiente perturbador <strong>de</strong> algunas<br />

narraciones <strong>de</strong> Valle Inclán.<br />

6


Siguiendo con los relatos, aparecen en 1950 los cuarenta y dos <strong>de</strong> Misteriosa Buenos Aires, su libro más<br />

vendido. Es la historia <strong>de</strong> la ciudad contada en cuento. Su propósito era darle a Buenos Aires una perspectiva<br />

mitológica. Hay una carta <strong>de</strong> un personaje <strong>de</strong> Voltaire; aparece el Nicolasito Pertusato, el enano <strong>de</strong>l cuadro <strong>de</strong><br />

las Meninas; otro personaje que al morir se da cuenta que es Luis XVII, el hijo <strong>de</strong> María Antonieta. El último<br />

cuento ensambla directamente con las novelas posteriores.<br />

Luego viene la saga <strong>de</strong> la aristocracia porteña que algunos llamaron <strong>de</strong> la oligarquía:<br />

Los Idolos, <strong>de</strong> 1952, está construida en tres partes cuyos títulos correspon<strong>de</strong>n a los nombres <strong>de</strong> los personajes<br />

<strong>de</strong> mayor gravitación. Originalmente era la primera parte <strong>de</strong>l libro y el editor le pidió las otras dos para<br />

hacerla más larga. A esto <strong>de</strong>bemos el personaje quizá más espléndido <strong>de</strong> la novelística <strong>de</strong> <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong>, que<br />

es la tía Duma. La extraordinaria Duma, mujer po<strong>de</strong>rosa <strong>de</strong> energía, <strong>de</strong> dinero y <strong>de</strong> prestigio social,<br />

<strong>de</strong>sprejuiciada y audaz, generosa y egoísta, frívola y apasionada, que aparecerá una y otra vez en sus libros.<br />

La primera parte, Lucio Sansilvestre, es la historia <strong>de</strong> un poeta <strong>de</strong> un libro <strong>de</strong> versos <strong>de</strong>l que en verdad no es el<br />

autor. Muchos creen encontrar aquí la figura <strong>de</strong> Enrique Bouch**.<br />

La Casa (1953). En la calle florida al 556 se encontraba esta casa espléndida y es ella misma la que cuenta su<br />

propia historia mientras la van <strong>de</strong>moliendo día a día, poblada <strong>de</strong> remembranzas, seres <strong>de</strong>sencarnados,<br />

angélicos y <strong>de</strong>moníacos.<br />

Los Viajeros (1954) inspirada en su familia materna, quizá en sus tías. Son viajeros inmóviles que ya han<br />

estado en Europa y se preparan, con las maletas listas, a realizar un viaje que no suce<strong>de</strong>rá nunca. También fue<br />

escrita en cuatro meses.<br />

Invitados en El Paraíso es el primer libro en don<strong>de</strong> aparecen personajes tomados <strong>de</strong> la realidad <strong>de</strong> Buenos<br />

Aires, claramente i<strong>de</strong>ntificables. También es la única novela <strong>de</strong> la saga escrita en tercera persona. Las otras<br />

tres están en primera persona.<br />

Hasta aquí la que podría llamarse su obra <strong>de</strong> juventud, en la que alu<strong>de</strong> a un tiempo retrotraído hacia lo<br />

pretérito, hacia lo envejecido, lo <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>nte, lo nostálgico, lo corroído, lo vagamente soñado, lo muerto.<br />

Páginas pobladas <strong>de</strong> seres insólitos, un poco acartonados, celosos <strong>de</strong>l prestigio <strong>de</strong> casta, que matan el tiempo<br />

con pacientes, <strong>de</strong>licadas e inacabables tareas, y subsisten en el mundo como los peces rojos en su pecera <strong>de</strong><br />

cristal.<br />

En 1962 comienza su ciclo histórico con el monstruo <strong>de</strong> Bomarzo. Este libro, según la opinión <strong>de</strong> Francisco<br />

Luis Bernár<strong>de</strong>z, satisface la voluntad universalista <strong>de</strong> un escritor convencido <strong>de</strong> la necesidad <strong>de</strong> superar la<br />

actitud nacionalista en materia literaria.<br />

Aquí Manucho, encarnado en el duque Pier Francesco Orsini, se prepara para mo<strong>de</strong>lar el sueño humano <strong>de</strong> la<br />

inmortalidad. Es una recreación ímproba <strong>de</strong>l renacimiento. Fue convertido primero en cantata y luego en<br />

ópera por el músico Alberto Ginastera, estrenada en Washington y en Nueva York, prohibida por inmoral<br />

durante el gobierno <strong>de</strong> facto <strong>de</strong> Onganía y finalmente puesta en el Teatro Colón con todo honor y gloria.<br />

En 1965 edita El Unicornio, que es una recreación <strong>de</strong>l medioevo francés contada por el hada Melusina don<strong>de</strong><br />

también se aborda el tema <strong>de</strong> la inmortalidad. Este es, en expresión <strong>de</strong> Manucho, el libro que más le costó<br />

escribir.<br />

Crónicas Reales, junto con De Milagros y <strong>de</strong> Melancolías, fueron su <strong>de</strong>squite, su venganza hacia la historia.<br />

En el primero, inventó una dinastía falsa <strong>de</strong> reyes europeos y les hizo hacer barbarida<strong>de</strong>s. En el segundo,<br />

inventa la fundación, vida y costumbres <strong>de</strong> una ciudad americana.<br />

Cecil es su primer libro escrito en El Paraíso, Córdoba. Cecil es un whippet que lleva ese nombre en honor a<br />

7


Cecil Beaton, pues los Cárcano se lo regalaron en su estancia San Miguel, en Ascochinga, el día en que<br />

conoció al famoso fotógrafo. El recurso literario ya había sido empleado por Virginia Woolf con su Flush, en<br />

el que un cocker spaniel cuenta la vida <strong>de</strong> la poetisa Elizabeth Barret−Browning. Aquí Cecil nos cuenta la<br />

vida <strong>de</strong>l novelista instalado para siempre en las sierras <strong>de</strong> Córdoba.<br />

Y hablando <strong>de</strong> analogías, la crítica las señala con referencia a la citada Virginia Woolf y a Henry James.<br />

Beberá <strong>de</strong> Proust toda vez que reproduce escenas y seres que conoció tanto y que le darán inagotable vena<br />

inspiradora. Parangona a Henry James en la presentación <strong>de</strong>l espectáculo <strong>de</strong> una clase social, la europea uno,<br />

la porteña el otro, que los fascina a pesar <strong>de</strong> <strong>de</strong>fraudarlos en ocasiones; por la inclinación hacia las<br />

<strong>de</strong>coraciones suntuosas, refinadas, frívolas <strong>de</strong>l escenario <strong>de</strong> esas clases. Lo mundano transformado en obra <strong>de</strong><br />

arte, aunque <strong>de</strong> ella no se <strong>de</strong>spren<strong>de</strong> ningún sentido moralizador.<br />

<strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong> nos aclara su conducta al respecto: He podido tratar el tema <strong>de</strong>licado <strong>de</strong> una sociedad que<br />

<strong>de</strong>clina, ya que me ha sido dada la posibilidad <strong>de</strong> analizar y sentir a esa sociedad <strong>de</strong>s<strong>de</strong> a<strong>de</strong>ntro y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> afuera,<br />

como cómplice y como observador, sin que me haya cegado ni el resentimiento <strong>de</strong>l que mira la fiesta a través<br />

<strong>de</strong> los cristales, sin enten<strong>de</strong>r totalmente lo que allí suce<strong>de</strong>, ni la tolerancia <strong>de</strong>l que participa <strong>de</strong>l espectáculo,<br />

puesto que mi posición <strong>de</strong> hombre <strong>de</strong> nuestros días me ha otorgado la perspectiva necesaria para ver con<br />

simpatía, pero apreciando las <strong>de</strong>bilida<strong>de</strong>s, injusticias, prejuicios y equivocaciones.<br />

Quizá esté más cerca <strong>de</strong> Virginia Woolf por la misteriosa capacidad <strong>de</strong> transmigración narrativa, vencedora <strong>de</strong><br />

las barreras <strong>de</strong>l tiempo y <strong>de</strong> los sentidos, que nos aprisionan al común <strong>de</strong> los mortales.<br />

De ahí nacen, en ambos, cierta poesía dolorosa, cierta risueña y festiva ironía.<br />

También fue comparado con Giuseppe Tomasi <strong>de</strong> Lampedusa, autor <strong>de</strong> una única novela, Il Gatto Pardo, por<br />

la intensidad <strong>de</strong> la nostalgia <strong>de</strong> una época caduca, por el refinamiento <strong>de</strong> los medios literarios, por el lirismo<br />

que mana <strong>de</strong> la nostalgia.<br />

Se señalan también sus coinci<strong>de</strong>ncias con Oscar Wil<strong>de</strong>, por el ingenio con frecuencia cáustico, por el humour,<br />

por la elegancia <strong>de</strong>l construir y el <strong>de</strong>cir.<br />

Y aquí cabe mencionar las coinci<strong>de</strong>ncias entre Borges y <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong>:<br />

−Ambos <strong>de</strong>scien<strong>de</strong>n <strong>de</strong> familias históricas.<br />

−A los dos los echan <strong>de</strong> sus respectivos trabajos. Borges trabajaba en una biblioteca; <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong> en el<br />

Museo <strong>de</strong> Arte Decorativo.<br />

−Después <strong>de</strong> la dictadura, Borges es director <strong>de</strong> la Biblioteca Nacional, <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong> Director <strong>de</strong> Relaciones<br />

Culturales en el Ministerio <strong>de</strong> Relaciones Exteriores.<br />

−Los dos entran juntos en la Aca<strong>de</strong>mia Argentina <strong>de</strong> Letras.<br />

−Borges presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la SADE, <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong> vicepresi<strong>de</strong>nte.<br />

−Las madres <strong>de</strong> ambos mueren el mismo año.<br />

Con El laberinto cierra el ciclo <strong>de</strong> sus novelas históricas y narra la vida <strong>de</strong> Ginés <strong>de</strong> Silva, el niño que aparece<br />

en primer plano a la izquierda, señalando un medallón, en el conocido cuadro <strong>de</strong>l Greco.<br />

El entierro <strong>de</strong>l Con<strong>de</strong> Orgaz es una novela española, ambientada en la época inmediata posterior a la<br />

conquista, que recrea el barroco y el Siglo <strong>de</strong> Oro español.<br />

8


También <strong>de</strong> 1974 es El viaje <strong>de</strong> los siete <strong>de</strong>monios. Este libro es un <strong>de</strong>rroche <strong>de</strong> imaginación, gracia y<br />

sabiduría en el que siete <strong>de</strong>monios que holgazanean por el infierno son enviados por el diablo al mundo con la<br />

misión <strong>de</strong> tentar. Cada uno es el especialista en un pecado capital y a cada uno se le da un reloj y un mapa. El<br />

reloj marca un año y el mapa un lugar. Los cuentos son muy contradictorios pues, por ejemplo, a la emperatriz<br />

<strong>de</strong> la China, que posee absolutamente TODO, se la <strong>de</strong>be tentar con la envidia y su <strong>de</strong>monio se las ingenia para<br />

que sucumba.<br />

Sergio (1976) nos narra los infortunios <strong>de</strong> un joven que se <strong>de</strong>bate entre la virtud y la belleza. Aquí hay una<br />

magistral <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong> Venecia.<br />

Los cisnes (1977), mi novela favorita, cuenta la historia <strong>de</strong> una casona semi <strong>de</strong>rruida convertida en pensión<br />

bohemia y habitada por los personajes más disparatados, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una prostituta − pintora naif hasta un poeta<br />

que recoge una antología infinita sobre los cisnes.<br />

Seguirán Los Porteños, que es una recopilación <strong>de</strong> artículos, notas, conferencias, etc, don<strong>de</strong> se evocan<br />

imágenes <strong>de</strong> un ayer ciudadano y rico convocado a través <strong>de</strong> personajes ilustres, algunos <strong>de</strong> su sangre y<br />

amigos.<br />

El Gran Teatro (1979) cierra magistralmente el ciclo <strong>de</strong> novelas <strong>de</strong> personajes <strong>de</strong> Buenos Aires, y lo hace <strong>de</strong><br />

la mano <strong>de</strong> la mítica María Zúñiga y su prima Amalita Zúñiga <strong>de</strong> Castro. Crónica admirable y risueña que<br />

<strong>de</strong>semboca en un insoslayable documento porteño.<br />

El Brazalete (1981) y Cuentos Inéditos (1984) reúnen los cuentos escritos en los últimos años <strong>de</strong> su vida.<br />

Placeres y fatigas <strong>de</strong> los viajes es otra recopilación <strong>de</strong> sus notas como cronista <strong>de</strong>l diario La Nación.<br />

El escarabajo es su última gran novela, transcurre <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el antiguo Egipto, en que un anillo <strong>de</strong> lapislázuli le es<br />

regalado a Nefertiti, hasta nuestros días. Es una monumental revisión <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> la humanidad a través<br />

<strong>de</strong> elementos emblemáticos, en la que hace gala <strong>de</strong> todo su saber histórico.Un novelista en el Museo <strong>de</strong>l Prado<br />

es una fantasía en la que los personajes <strong>de</strong> las pinturas y estatuas abandonan sus telas y pe<strong>de</strong>stales e inician<br />

aventuras nocturnas <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l museo.Su última novela, Los libres <strong>de</strong>l Sur, quedó inconclusa. Estaba<br />

ambientada durante la tiranía <strong>de</strong> Rosas. Quedan algunos capítulos escritos y varias páginas <strong>de</strong> un cua<strong>de</strong>rno <strong>de</strong><br />

notas.<br />

En el año 1963, tras permanecer cuatro meses en cama merced a una eficiente hepatitis, comenzó a realizar<br />

(ya que aquí no se trata sólo <strong>de</strong> escribir) unos álbumes − collage en los que pegaba fotografías y recortes <strong>de</strong><br />

diarios y revistas sobre cosas que le interesaban, recuerdos <strong>de</strong> viajes, etc.<br />

Son nueve en total y él los llamó Mis memorias gráficas. Estos álbumes son una prueba más <strong>de</strong>l exquisito<br />

ingenio <strong>de</strong> Manucho, puesto <strong>de</strong> manifiesto en los comentarios al pie que realzan fotos e imágenes.<br />

Bibliografía<br />

• Glosas castellanas (1936)<br />

• Don Galaz <strong>de</strong> Buenos Aires (1938)<br />

• Miguel Cané (padre) (1942)<br />

• <strong>Vida</strong> <strong>de</strong> Aniceto el gallo (1943)<br />

• Canto a Buenos Aires (1943)<br />

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El Paraíso<br />

• Estampas <strong>de</strong> Buenos Aires (1946)<br />

• <strong>Vida</strong> <strong>de</strong> Anastasio el pollo (1948)<br />

• Aquí vivieron (1949)<br />

• Misteriosa Buenos Aires (1950)<br />

• Los ídolos (1952)<br />

• La casa (1954)<br />

• Los viajeros (1955)<br />

• Héctor Basaldúa (1956)<br />

• Invitados en el Paraíso (1957)<br />

• Bomarzo (1962)<br />

• Sonetos <strong>de</strong> Shakespeare. Traducción y notas.(1963)<br />

• El Unicornio (1965)<br />

• Crónicas reales (1967)<br />

• De milagros y <strong>de</strong> melancolías (1969)<br />

• Cecil (1972)<br />

• El viaje <strong>de</strong> los siete <strong>de</strong>monios (1974)<br />

• Sergio (1976)<br />

• Los cisnes (1977)<br />

• Los porteños (1979)<br />

• El gran teatro (1979)<br />

• El brazalete (1981)<br />

• El escarabajo (1982)<br />

• Placeres y fatigas <strong>de</strong> los viajes (1984)<br />

• Un novelista en el museo <strong>de</strong>l Prado (1984)<br />

• Cuentos inéditos (1993)<br />

" Estuve por primera vez en El Paraíso el 19 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1968, cuando fui fugazmente a La Cumbre.<br />

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Siempre soñé con un lugar así, apartado y cercano, y los monasterios sucesivos que poblaron mis monólogos<br />

− y el principal <strong>de</strong> los cuales se hallaba también en Córdoba, en las proximida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Nono − fueron solamente<br />

anuncios <strong>de</strong>l que por fin encontré en El Paraíso.<br />

Tanto hablé <strong>de</strong> un sitio así, tanto anuncié y prometí que lo tendría, y <strong>de</strong>tallé la vida que <strong>de</strong>sarrollaría en él, que<br />

mis amigos terminaron, con razón, por no creerme, y mi proclamado monasterio se transformó en un<br />

fantasioso mito más.<br />

Pero cuando estuve en El Paraíso comprendí, adiviné que ese era el sitio esperado, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primer momento<br />

me apliqué con pasión a conseguirlo.<br />

Lo <strong>de</strong>scubrí por azar, paseando. Un cartel unía su nombre a la información <strong>de</strong> que estaba en venta, y quizás,<br />

en mi subconsciente, la magia <strong>de</strong> ese nombre operó <strong>de</strong> inmediato, pues ella hacía esperar la posibilidad <strong>de</strong> que<br />

el autor <strong>de</strong> Invitados en El Paraíso convirtiese en realidad lo creado, misteriosamente, por su imaginación.<br />

La enorme casa española, asomada entre viejos árboles, parecía llamarme, invitarme, con su lenguaje secreto.<br />

Poco <strong>de</strong>spués, obtenidas las llaves, la visité.<br />

Recuerdo, como se evocan las narraciones <strong>de</strong> encantamiento, esa visita inicial. Fui <strong>de</strong> habitación en<br />

habitación, empujando puertas, <strong>de</strong>sentumeciendo ventanas, y las exclamaciones <strong>de</strong> maravilla me apresuraban<br />

<strong>de</strong> un sector al otro, a medida que el caserón se me revelaba en la magnitud <strong>de</strong> sus sorpresas. Mi vieja<br />

costumbre <strong>de</strong> amueblar, <strong>de</strong> <strong>de</strong>corar mentalmente las gran<strong>de</strong>s casas vacías, obró al punto, y pronto fui ubicando<br />

en la larga biblioteca futura, en los salones y en los dormitorios, mis cuadros, mis libros y mis objetos.<br />

Salí luego al parque − al bosque <strong>de</strong> entrelazada fronda − y allá prosiguió el hechizo, mientras que los edificios<br />

restantes, el lago, la pileta, el mirador, escalonados en distintas alturas, surgían <strong>de</strong> la sombra y <strong>de</strong> los recodos,<br />

proclamando lo excepcional <strong>de</strong>l paraje.<br />

Me propuse entonces, ahincadamente, ignorando aún cómo podía lograrlo, que El Paraíso me perteneciese,<br />

seguro <strong>de</strong> que mi existencia encontraría ahí la propicia atmósfera para cumplir una nueva etapa."<br />

Esta resi<strong>de</strong>ncia fue la casa <strong>de</strong> <strong>Manuel</strong> <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1969 hasta su muerte acaecida en 1984.En el<br />

camino a Los Cocos, a la altura <strong>de</strong> Cruz Chica, se pue<strong>de</strong> visitar este hermoso lugar que fue abierto al público<br />

en 1987 por <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> su mujer Ana <strong>de</strong> Alvear.<br />

El Paraíso, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces, es se<strong>de</strong> <strong>de</strong> la Fundación <strong>Manuel</strong> <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong> − Ana <strong>de</strong> Alvear <strong>de</strong> <strong>Mujica</strong><br />

<strong>Lainez</strong>.<br />

El Predio don<strong>de</strong> se encuentra la casa <strong>de</strong> <strong>Manuel</strong> <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong> es parte <strong>de</strong> uno mucho mayor que tuvo su<br />

origen a principios <strong>de</strong> siglo, cuando un español, Ramón Cabezas, compró al entonces dueño <strong>de</strong> las tierras, Mr.<br />

Lunsdaine, 22 hectáreas que iban <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el camino que corre hoy frente a "El Paraíso", hacia arriba <strong>de</strong> la sierra.<br />

En esas 22 hectáreas Cabezas instaló una especie <strong>de</strong> finca, hizo un lago artificial y una serie <strong>de</strong><br />

construcciones, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong>l chalet principal − actual museo −. Dichas construcciones tenían diferentes usos: la<br />

casa <strong>de</strong> los botes, el salón <strong>de</strong> los conciertos, caballerizas, la carpintería, casas para el personal, etc.<br />

Todas estas construcciones, <strong>de</strong>bidamente refaccionadas, son utilizadas actualmente como viviendas. Los<br />

jardines que ro<strong>de</strong>an la casa fueron proyectados por el arquitecto paisajista Carlos Thays, diseñador <strong>de</strong> parques<br />

públicos como Palermo y el Jardín Botánico <strong>de</strong> Buenos Aires, Sarmiento y Chateau Carreras en Córdoba,<br />

entre otros.<br />

Restos <strong>de</strong> ese diseño lo constituyen los canteros y acequias que aún pue<strong>de</strong>n verse. Toda suerte <strong>de</strong> árboles,<br />

11


arbustos, cañaverales y enreda<strong>de</strong>ras se anudan y entretejen alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l edificio, entre español e italiano.<br />

En su interior se encuentran acumulados los testimonios <strong>de</strong> una larga permanencia en el mundo,<br />

coleccionados con gracia y sabiduría: los objetos personales <strong>de</strong>l escritor, entre los cuales se encuentran su<br />

sombrero, bastones, monóculo y el famoso anillo <strong>de</strong>l escarabajo. También alberga la resi<strong>de</strong>ncia pinturas,<br />

bronces <strong>de</strong> escultores y fotografías <strong>de</strong> muchos <strong>de</strong> sus amigos.En el que fuera el cuarto <strong>de</strong> su madre se<br />

encuentra la biblioteca personal <strong>de</strong>l escritor. En la misma planta está el escritorio don<strong>de</strong> trabajaba y su antigua<br />

máquina <strong>de</strong> escribir Woodstock. Las vitrinas, pare<strong>de</strong>s y repisas están pobladas <strong>de</strong> objetos animados, curiosos,<br />

queridos por <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong>.<br />

Muchos son productos <strong>de</strong> sus viajes, <strong>de</strong> su inquieta búsqueda, porcelanas orientales, íconos rusos y griegos,<br />

tallas coloniales, piezas arqueológicas, recuerdos.<br />

Sus pertenencias se conservan <strong>de</strong> una manera intacta: muebles, obras <strong>de</strong> arte tales como pinturas <strong>de</strong> Soldi,<br />

Victorica y Basaldúa, esculturas <strong>de</strong> Fioravanti, Juan Zorrilla <strong>de</strong> San Martín, Yrurtia y Paul Troubetzkoy, una<br />

magnífica biblioteca <strong>de</strong> 15.000 volúmenes y el escritorio don<strong>de</strong> escribía el académico. A<strong>de</strong>más, las máscaras<br />

que fueran utilizadas por <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong> en los distintos bailes <strong>de</strong> disfraces organizados en "El Paraíso".<br />

Cabe <strong>de</strong>stacar también los retratos, muebles y objetos <strong>de</strong> los antecesores <strong>de</strong> Manucho y Anita, que atañen a la<br />

historia <strong>de</strong>l país, <strong>de</strong> su política, <strong>de</strong> su literatura.El visitante no podrá abstraerse <strong>de</strong> ese clima mágico que lo<br />

inunda cuando visita El Paraíso, porque en sus alas están los testimonios <strong>de</strong> hombres que formaron parte <strong>de</strong> la<br />

historia argentina.<br />

Relato <strong>de</strong> la Visita Guiada<br />

Es una experiencia que provoca la íntima sensación que el dueño <strong>de</strong>l lugar estuviera compartiendo su historia,<br />

sus secretos, íntimas costumbres, <strong>de</strong>leites, vicios, en fin, todo su mundo personal.<br />

Un primer dato, el predio total <strong>de</strong> la finca es <strong>de</strong> ocho hectáreas, en la que estaba enclavada la casa principal y<br />

siete construcciones aledañas. Todo inserto en una parquización diseñada nada más que por un ingeniero<br />

francés.<br />

Se narra que Ana y <strong>Manuel</strong> encontraron la casa casi por casualidad allá por el año 1968. Estaba en venta y en<br />

un estado que no era <strong>de</strong>masiado <strong>de</strong>smerecido, pero que sí requería mucho acondicionamiento y ciertas<br />

restauraciones por el cuasi abandono <strong>de</strong> los últimos años. Quedaron tan impactados por la casa y por el lugar,<br />

que inmediatamente <strong>de</strong>cidieron adquirirla y en lo que menos dimitieron fue en cambiarle el nombre. Siguió<br />

llamándose El Paraíso a modo <strong>de</strong> epíteto.<br />

Determinaron vivir permanentemente en el lugar, tal es así que Manucho llevó consigo para compartir la vida<br />

en dicha casa tan solariega a su madre y a tres tías maternas que tanta ascen<strong>de</strong>ncia hubieran tenido en su niñez<br />

y en su formación personal.<br />

Innumerables son las salas <strong>de</strong> estar, con mobiliarios fastuosos, peculiares adornos, la mayoría recuerdos <strong>de</strong> los<br />

incontables viajes por el mundo que realizó <strong>Manuel</strong> en su tarea <strong>de</strong> crítico <strong>de</strong> arte <strong>de</strong>l diario La Nación,<br />

<strong>de</strong>sempeño <strong>de</strong>l que llegó a jubilarse. También era frecuente que escribiera para La Capital.<br />

Algo común que uno encuentra en las habitaciones: todo se adapta e invita al relax y a la lectura. La biblioteca<br />

es <strong>de</strong> gran magnitud y <strong>de</strong> un valor incalculable. Aledaña a la misma se haya una habitación con mullidos<br />

sofás, almohadones traídos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Portugal, plantas <strong>de</strong> interior y pare<strong>de</strong>s totalmente vidriadas que se orientan<br />

al poniente, don<strong>de</strong> tan tibias habrán sido las tar<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los fríos inviernos serranos.<br />

La sala principal conserva los más importantes tesoros familiares y se <strong>de</strong>stacan entre éstos los muchos cuadros<br />

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y retratos <strong>de</strong> los ancestros, todos pertenecientes a familias <strong>de</strong> la alta aristocracia y abolengo porteño.<br />

Como ejemplo que llama mucho la atención encontramos su <strong>de</strong>nominado "escritorito": ni más ni menos que el<br />

escritorio <strong>de</strong> campaña que perteneció al general José <strong>de</strong> San Martín. ¿Cómo llegó a sus manos? La historia<br />

familiar cuenta que la tatarabuela <strong>de</strong> Manucho se casó en Perú y el general San Martín fue testigo <strong>de</strong> dicha<br />

boda. En consecuencia y como regalo ofreció a la pareja el peculiar "escritorito", que luego atesoró el escritor.<br />

Incontables son los objetos que muestran el humor, la jocosidad y la diversión que caracterizaban al escritor,<br />

tal es así que incluso en el cuarto <strong>de</strong> baño hay colgadas marionetas. También las pare<strong>de</strong>s ostentan numerosas<br />

máscaras que quedaron como testigos <strong>de</strong> las fiestas <strong>de</strong> disfraces que gustaba organizar.<br />

Sensible al máximo es <strong>de</strong>tener la mirada sobre su escritorio, don<strong>de</strong> habitualmente escribía en manuscrito y a<br />

su <strong>de</strong>recha una añeja máquina <strong>de</strong> escribir, su única máquina que le obsequió La Nación al jubilarse y que<br />

nunca quiso cambiar.<br />

En una <strong>de</strong> las salas finales <strong>de</strong>l recorrido se encuentran sus objetos personales entre los cuales se <strong>de</strong>staca: el<br />

carnet <strong>de</strong> la S.A.D.E., un típico sombrerito inglés, un bastón, anteojos, el anillo con el gran lapislázuli,<br />

algunas lapiceras y entre tantas con<strong>de</strong>coraciones, la última, que le otorgó el entonces presi<strong>de</strong>nte Raúl Alfonsín<br />

en 1984 en ocasión <strong>de</strong> la Feria <strong>de</strong>l Libro <strong>de</strong> Buenos Aires, veinte días antes <strong>de</strong> su muerte.<br />

Composiciones <strong>de</strong> artistas tales como orfebres, pintores y tapiceros, han plasmado obras que sintetizan<br />

motivos <strong>de</strong> su vasta obra literaria. Un gigantesco tapiz luce imponente en una pared con cantidad <strong>de</strong><br />

"escarabajos" que caminan entre flores.<br />

Al finalizar la visita uno lleva el alma henchida <strong>de</strong> admiración, placer y sensibilidad, y hasta la sensación <strong>de</strong><br />

haber podido estrechar en un abrazo a Manucho, y por qué no, intercambiar alguna broma.<br />

Un ejemplo <strong>de</strong> su obra literaria<br />

El Hombrecito <strong>de</strong>l Azulejo<br />

De <strong>Manuel</strong> <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong><br />

Los dos médicos cruzan el zaguán hablando en voz baja. Su juventud pue<strong>de</strong> más que sus barbas y que sus<br />

levitas severas, y brilla en sus ojos claros. Uno <strong>de</strong> ellos, el doctor Ignacio Pirovano, es alto, <strong>de</strong> facciones<br />

resueltamente esculpidas. Apoya una <strong>de</strong> las manos gran<strong>de</strong>s, robustas, en el hombro <strong>de</strong>l otro, y comenta:<br />

−Esta noche será la crisis.<br />

−Sí −respon<strong>de</strong> el doctor Eduardo Wil<strong>de</strong>−; hemos hecho cuanto pudimos.<br />

−Veremos mañana. Tiene que pasar esta noche... Hay que esperar...<br />

Y salen en silencio. A sus amigos <strong>de</strong>l club, a sus compañeros <strong>de</strong> la Facultad, <strong>de</strong>l Lazareto y <strong>de</strong>l Hospital <strong>de</strong>l<br />

Alto <strong>de</strong> San Telmo, les hubiera costado reconocerles, tan serios van, tan ensimismados, porque son dos<br />

hombres famosos por su buen humor, que en el primero se expresa con farsas estudiantiles y en el segundo<br />

con chisporroteos <strong>de</strong> ironía mordaz.<br />

Cierran la puerta <strong>de</strong> calle sin ruido y sus pasos se apagan en la noche. Detrás, en el gran patio que la luna<br />

enjalbega, la Muerte aguarda, sentada en el brocal <strong>de</strong>l pozo. Ha oído el comentario y en su calavera flota una<br />

mueca que hace las veces <strong>de</strong> sonrisa. También lo oyó el hombrecito <strong>de</strong>l azulejo.<br />

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El hombrecito <strong>de</strong>l azulejo es un ser singular. Nació en Francia, en Desvres, <strong>de</strong>partamento <strong>de</strong>l Paso <strong>de</strong> Calais, y<br />

vino a Buenos Aires por equivocación. Sus manufactureros, los Fourmaintraux, no lo <strong>de</strong>stinaban aquí, pero lo<br />

incluyeron por error <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los cajones rotulados para la capital argentina, e hizo el viaje, embalado<br />

prolijamente el único distinto <strong>de</strong> los azulejos <strong>de</strong>l lote. Los <strong>de</strong>más, los que ahora lo acompañan en el zócalo,<br />

son azules corno él, con dibujos geométricos estampados cuya tonalidad se <strong>de</strong>slíe hacia el blanco <strong>de</strong>l centro<br />

lechoso, pero ninguno se honra con su diseño: el <strong>de</strong> un hombrecito azul, barbudo, con calzas antiguas, gorro<br />

<strong>de</strong> duen<strong>de</strong> y un bastón en la mano <strong>de</strong>recha. Cuando el obrero que ornamentaba el zaguán porteño topó con él,<br />

lo <strong>de</strong>jó aparte, porque su presencia intrusa interrumpía el friso; mas luego le hizo falta un azulejo para<br />

completar y lo colocó en un extremo, junto a la historiada cancela que separa zaguán y patio, pensando que<br />

nadie lo <strong>de</strong>scubriría. Y el tiempo transcurrió sin que ninguno notara que entre los baldosines había uno,<br />

disimulado por la penumbra <strong>de</strong> la galería, tan diverso. Entraban los lecheros, los pescadores, los ven<strong>de</strong>dores<br />

<strong>de</strong> escobas y plumeros hechos por los indios pampas; <strong>de</strong>positaban en el suelo sus hondos canastos, y no se<br />

percataban <strong>de</strong>l menudo extranjero <strong>de</strong>l zócalo. Otras veces eran las señoronas <strong>de</strong> visita las que atravesaban el<br />

zaguán y tampoco lo veían, ni lo veían las chinas crinudas que pelaban la pava a la puerta aprovechando la<br />

hora en que el ama rezaba el rosario en la Iglesia <strong>de</strong> San Miguel. Hasta que un día la casa se vendió y entre<br />

sus nuevos habitantes hubo un niño, quien lo halló <strong>de</strong> inmediato.<br />

Ese niño, ese Daniel a quien la Muerte atisba ahora <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el brocal, fue en seguida su amigo. Le apasionó el<br />

misterio <strong>de</strong>l hombrecito <strong>de</strong>l azulejo, <strong>de</strong> ese diminuto ser que tiene por dominio un cuadrado con diez<br />

centímetros por lado, y que sin duda vive ahí por razones muy extraordinarias y muy secretas. Le dio un<br />

nombre. Lo llamó Martinito, en recuerdo <strong>de</strong>l gaucho don Martín que le regaló un petiso cuando estuvieron en<br />

la estancia <strong>de</strong> su tío materno, en Arrecifes, y que se le parece vagamente, pues lleva como él unos largos<br />

bigotes caídos y una barba en punta y hasta posee un bastón hecho con una rama <strong>de</strong> manzano.<br />

−¡Martinito! ¡Martinito!<br />

El niño lo llama al <strong>de</strong>spertarse, y arrastra a la gata gruñona para que lo salu<strong>de</strong>. Martinito es el compañero <strong>de</strong><br />

su soledad. Daniel se acurruca en el suelo junto a él y le habla durante horas, mientras la sombra teje en el<br />

suelo la minuciosa telaraña <strong>de</strong> la cancela, recortando sus orlas y paneles y sus finos elementos vegetales, con<br />

la medialuna <strong>de</strong>l montante don<strong>de</strong> hay una pequeña lira.<br />

Martinito, agra<strong>de</strong>cido a quien comparte su aislamiento, le escucha <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su silencio azul, mientras las pardas<br />

van y vienen, <strong>de</strong>scalzas, por el zaguán y por el patio que en verano huele a jazmines <strong>de</strong>l país y en invierno,<br />

sutilmente, al sahumerio encendido en el brasero <strong>de</strong> la sala.<br />

Pero ahora el niño está enfermo, muy enfermo. Ya lo <strong>de</strong>clararon al salir los doctores <strong>de</strong> barba rubia. Y la<br />

Muerte espera en el brocal.<br />

El hombrecito se asoma <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su escondite y la espía. En el patio lunado, don<strong>de</strong> las macetas tienen la livi<strong>de</strong>z<br />

<strong>de</strong> los espectros, y los hierros <strong>de</strong>l aljibe se levantan como una extraña fuente inmóvil, la Muerte evoca las<br />

litografías <strong>de</strong>l mexicano José Guadalupe Posada, ese que tantas "calaveras, ejemplos y corridos" ilustró<br />

durante la dictadura <strong>de</strong> Porfirio Díaz, pues como en ciertos dibujos macabros <strong>de</strong>l mestizo está vestida como si<br />

fuera una gran señora, que por otra parte lo es.<br />

Martinito estudia su traje negro <strong>de</strong> revuelta cola, con muchos botones y cintas, y la gorra emplumada que un<br />

moño <strong>de</strong> crespón sostiene bajo el maxilar y estudia su cráneo terrible, más pavoroso que el <strong>de</strong> los mortales<br />

porque es la calavera <strong>de</strong> la propia Muerte y fosforece con ver<strong>de</strong> resplandor. Y ve que la Muerte bosteza.<br />

Ni un rumor se oye en la casa. El ama recomendó a todos que caminaran rozando apenas el suelo, como si<br />

fueran ángeles, para no <strong>de</strong>spertar a Daniel, y las pardas se han reunido a rezar quedamente en el otro patio, en<br />

tanto que la señora y sus hermanas lloran con los pañuelos apretados sobre los labios, en el cuarto <strong>de</strong>l<br />

enfermo, don<strong>de</strong> algún bicho zumba como si pidiera silencio, alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la única lámpara encendida.<br />

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Martinito piensa que el niño, su amigo, va a morir, y le late el frágil corazón <strong>de</strong> cerámica. Ya nadie acudirá<br />

cantando a su escondite <strong>de</strong>l zaguán; nadie le traerá los juguetes nuevos, para mostrárselos y que conversen con<br />

él. Quedará solo una vez más, mucho más solo ahora que sabe lo que es la ternura.<br />

La Muerte, entretanto, balancea las piernas magras en el brocal poliédrico <strong>de</strong> mármol que ornan anclas y<br />

<strong>de</strong>lfines. El hombrecito da un paso y abandona su cuadrado refugio. Va hacia el patio, pequeño peregrino azul<br />

que atraviesa los hierros <strong>de</strong> la cancela asombrada, apoyándose en el bastón. Los gatos a quienes trastorna la<br />

proximidad <strong>de</strong> la Muerte, cesan <strong>de</strong> maullar: es insólita la presencia <strong>de</strong>l personaje que podría dormir en la<br />

palma <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> un chico; tan insólita como la <strong>de</strong> la enlutada mujer sin ojos. Allá abajo, en el pozo<br />

profundo, la gran tortuga que lo habita adivina que algo extraño suce<strong>de</strong> en la superficie, y saca la cabeza <strong>de</strong>l<br />

caparazón.<br />

La Muerte se hastía entre las enreda<strong>de</strong>ras tenebrosas, mientras aguarda la hora fija en que se <strong>de</strong>scalzará los<br />

mitones fúnebres para cumplir su función. Despren<strong>de</strong> el relojito que cuelga sobre su pecho fláccido y al que<br />

una guadaña sirve <strong>de</strong> minutero, mira la hora y vuelve a bostezar. Entonces advierte a sus pies al enano <strong>de</strong>l<br />

azulejo, que se ha quitado el bonete y hace una reverencia <strong>de</strong> Francia.<br />

−Madame la Mort...<br />

A la Muerte le gusta, súbitamente, que le hablen en francés. Eso la aleja <strong>de</strong>l mo<strong>de</strong>sto patio <strong>de</strong> una casa criolla<br />

perfumada con alhucema y benjuí; la aleja <strong>de</strong> una ciudad don<strong>de</strong>, a poco que se an<strong>de</strong> por la calle, es imposible<br />

no cruzarse con cuarteadores y con ven<strong>de</strong>dores <strong>de</strong> empanadas. Porque esta Muerte, la Muerte <strong>de</strong> Daniel, no es<br />

la gran Muerte, como se pensará, la Muerte que las gobierna a todas, sino una <strong>de</strong> tantas Muertes, una Muerte<br />

<strong>de</strong> barrio, exactamente la Muerte <strong>de</strong>l barrio <strong>de</strong> San Miguel en Buenos Aires, y al oírse dirigir la palabra en<br />

francés, cuando no lo esperaba, y por un caballero tan atildado, ha sentido crecer su jerarquía en el lúgubre<br />

escalafón. Es hermoso que la llamen a una así: "Madame la Mort." Eso la aproxima en el parentesco a otras<br />

Muertes mucho más ilustres, que sólo conoce <strong>de</strong> fama, y que aparecen junto al baldaquino <strong>de</strong> los reyes<br />

agonizantes, reinas ellas mismas <strong>de</strong> corona y cetro, en el momento en que los embajadores y los príncipes<br />

calculan las amarguras y las alegrías <strong>de</strong> las sucesiones históricas.<br />

−Madame la Mort...<br />

La Muerte se inclina, estira sus falanges y alza a Martinito. Lo <strong>de</strong>posita, sacudiéndose como un pájaro, en el<br />

brocal.<br />

−Al fin −reflexiona la huesuda señora− pasa algo distinto.<br />

Está acostumbrada a que la reciban con espanto. A cada visita suya, los que pue<strong>de</strong>n verla −los gatos, los<br />

perros, los ratones− huyen vertiginosamente o enloquecen la cuadra con sus ladridos, sus chillidos y su<br />

agorero maullar. Los otros, los moradores <strong>de</strong>l mundo secreto −los personajes pintados en los cuadros, las<br />

estatuas <strong>de</strong> los jardines, las cabezas talladas en los muebles, los espantapájaros, las miniaturas <strong>de</strong> las<br />

porcelanas− fingen no enterarse <strong>de</strong> su cercanía, pero enmu<strong>de</strong>cen como si imaginaran que así va a<br />

<strong>de</strong>senten<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> ellos y <strong>de</strong> su permanente conspiración temerosa. Y todo, ¿por qué?, ¿porque alguien va a<br />

morir?, ¿y eso? Todos moriremos; también morirá la Muerte.<br />

Pero esta vez no. Esta vez las cosas acontecen en forma <strong>de</strong>sconcertante. El hombrecito está sonriendo en el<br />

bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l brocal, y la Muerte no ha observado hasta ahora que nadie le sonriera. Y hay más. El hombrecito<br />

sonriente se ha puesto a hablar, a hablar simplemente, naturalmente, sin énfasis, sin citas latinas, sin<br />

enrostrarle esto o aquello y, sobre todo, sin lágrimas. Y ¿qué le dice?<br />

La Muerte consulta el reloj. Faltan cuarenta y cinco minutos.<br />

15


Martinito le dice que compren<strong>de</strong> que su misión <strong>de</strong>be ser muy aburrida y que si se lo permite la divertirá, y<br />

antes que ella le responda, <strong>de</strong>scontando su respuesta afirmativa, el hombrecito se ha lanzado a referir un<br />

complicado cuento que transcurre a mil leguas <strong>de</strong> allí, allen<strong>de</strong> el mar, en Desvres <strong>de</strong> Francia. Le explica que<br />

ha nacido en Desvres, en casa <strong>de</strong> los Fourmaintraux, los manufactureros <strong>de</strong> cerámica. "rue <strong>de</strong> Poitiers", y que<br />

pudo haber sido <strong>de</strong> color cobalto, o negro, o carmín oscuro, o amarillo cromo, o ver<strong>de</strong>, u ocre rojo, pero que<br />

prefiere este azul <strong>de</strong> ultramar. ¿No es cierto? N'est−ce pas? Y le confía cómo vino por error a Buenos Aires y,<br />

a<strong>de</strong>lantándose a las réplicas, dando unos saltitos graciosos, le <strong>de</strong>scribe las gentes que transitan por el zaguán:<br />

la parda enamorada <strong>de</strong>l carnicero; el mendigo que guarda una moneda <strong>de</strong> oro en la media; el boticario que ha<br />

inventado un remedio para la calvicie y que, <strong>de</strong> tanto repetir <strong>de</strong>mostraciones y ensayarlo en sí mismo, perdió<br />

el escaso pelo que le quedaba; el mayoral <strong>de</strong>l tranvía <strong>de</strong> los hermanos Lacroze, que escolta a la señora hasta la<br />

puerta, galantemente, "comme un gentilhomme", y luego <strong>de</strong>saparece corneteando...<br />

La Muerte ríe con sus huesos bailoteantes y mira el reloj. Faltan treinta y tres minutos.<br />

Martinito se alisa la barba en punta y, como Buenos Aires ya no le brinda tema y no quiere nombrar a Daniel<br />

y a la amistad que los une, por razones diplomáticas, vuelve a hablar <strong>de</strong> Desvres, <strong>de</strong>l bosque trémulo <strong>de</strong> hadas,<br />

<strong>de</strong> gnomos y <strong>de</strong> vampiros, que lo circunda, y <strong>de</strong> la montaña vecina, don<strong>de</strong> hay bastiones ruinosos y mero<strong>de</strong>an<br />

las hechiceras la noche <strong>de</strong>l sábado. Y habla y habla. Sospecha que a esta Muerte parroquial le agradará la<br />

alusión a otras Muertes más aparatosas, sus parientas ricas, y le relata lo que sabe <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s Muertes que<br />

entraron en Desvres a caballo, hace siglos, armadas <strong>de</strong> pies a cabeza, al son <strong>de</strong> los curvos cuernos marciales,<br />

"bastante diferentes, n'est−ce pas, <strong>de</strong> la corneta <strong>de</strong>l mayoral <strong>de</strong>l tránguay", sitiando castillos e incendiando<br />

iglesias, con los normandos, con los ingleses, con los borgoñones.<br />

Todo el patio se ha colmado <strong>de</strong> sangre y <strong>de</strong> cadáveres revestidos <strong>de</strong> cotas <strong>de</strong> malla. Hay <strong>de</strong>sgarradas ban<strong>de</strong>ras<br />

con leopardos y flores <strong>de</strong> lis, que cuelgan <strong>de</strong> la cancela criolla; hay escudos partidos junto al brocal y yelmos<br />

rotos junto a las rejas, en el al<strong>de</strong>ano sopor <strong>de</strong> Buenos Aires, porque Martinito narra tan bien que no olvida<br />

pormenores. A<strong>de</strong>más no está quieto ni un segundo, y al pintar el episodio más truculento introduce una nota<br />

imprevista, bufona, que hace reír a la Muerte <strong>de</strong>l barrio <strong>de</strong> San Miguel, como cuando inventa la anécdota <strong>de</strong><br />

ese general gordísimo, tan temido por sus soldados, que osó retar a duelo a Madame la Mort <strong>de</strong> Normandie, y<br />

la Muerte aceptó el duelo, y mientras éste se <strong>de</strong>sarrollaba ella produjo un calor tan intenso que obligó a su<br />

adversario a <strong>de</strong>spojarse <strong>de</strong> sus ropas una a una, hasta que los soldados vieron que su jefe era en verdad un<br />

individuo flacucho, que se rellenaba <strong>de</strong> lanas y plumas, como un almohadón enorme, para fingir su<br />

corpulencia.<br />

La Muerte ríe como una histérica, aferrada al forjado coronamiento <strong>de</strong>l aljibe.<br />

−Y a<strong>de</strong>más... −prosigue el hombrecito <strong>de</strong>l azulejo.<br />

Pero la Muerte lanza un grito tan siniestro que muchos se persignan en la ciudad, figurándose que un ave feroz<br />

revolotea entre los campanarios. Ha mirado su reloj <strong>de</strong> nuevo y ha comprobado que el plazo que el <strong>de</strong>stino<br />

estableció para Daniel pasó hace cuatro minutos. De un brinco se para en la mitad <strong>de</strong>l patio, y se <strong>de</strong>sespera.<br />

¡Nunca, nunca había sucedido esto, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que presta servicios en el barrio <strong>de</strong> San Miguel! ¿Qué suce<strong>de</strong>rá<br />

ahora y cómo rendirá cuentas <strong>de</strong> su imperdonable distracción? Se revuelve, iracunda, trastornando el<br />

emplumado sombrero y el moño, y corre hacia Martinito. Martinito es ágil y ha conseguido, a pesar <strong>de</strong>l riesgo<br />

y merced a la ayuda <strong>de</strong> los <strong>de</strong>lfines <strong>de</strong> mármol adheridos al brocal, <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r al patio, y escapa como un<br />

escarabajo veloz hacia su azulejo <strong>de</strong>l zaguán. La Muerte lo persigue y lo alcanza en momentos en que<br />

preten<strong>de</strong> disimularse en la monotonía <strong>de</strong>l zócalo. Y lo <strong>de</strong>scubre, muy orondo, apoyado en el bastón,<br />

espejeantes las calzas <strong>de</strong> caballero antiguo.<br />

−Él se ha salvado −castañetean los dientes amarillos <strong>de</strong> la Muerte−, pero tú morirás por él.<br />

Se arranca el mitón <strong>de</strong>recho y <strong>de</strong>sliza la falange sobre el pequeño cuadrado, en el que se diseña una fisura que<br />

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se va agrandando; la cerámica se quiebra en dos trozos que caen al suelo. La Muerte los recoge, se acerca al<br />

aljibe y los arroja en su interior, don<strong>de</strong> provocan una tos breve al agua quieta y <strong>de</strong>spabilan a la vieja tortuga<br />

ermitaña. Luego se va, rabiosa, arrastrando los encajes lúgubres. Aun tiene mucho que hacer y esta noche<br />

nadie volverá a burlarse <strong>de</strong> ella.<br />

Los dos médicos jóvenes regresan por la mañana. En cuanto entran en la habitación <strong>de</strong> Daniel se percatan <strong>de</strong>l<br />

cambio ocurrido. La enfermedad hizo crisis como presumían. El niño abre los ojos, y su madre y sus tías<br />

lloran, pero esta vez es <strong>de</strong> júbilo. El doctor Pirovano y el doctor Wil<strong>de</strong> se sientan a la cabecera <strong>de</strong>l enfermo.<br />

Al rato, las señoras se han contagiado <strong>de</strong>l optimismo que emana <strong>de</strong> su buen humor. Ambos son ingeniosos,<br />

ambos están <strong>de</strong>sprovistos <strong>de</strong> solemnidad, a pesar <strong>de</strong> que el primero dicta la cátedra <strong>de</strong> histología y anatomía<br />

patológica y <strong>de</strong> que el segundo es profesor <strong>de</strong> medicina legal y toxicología, también en la Facultad <strong>de</strong> Buenos<br />

Aires. Ahora lo único que quieren es que Daniel sonría. Pirovano se acuerda <strong>de</strong>l tiempo no muy lejano en que<br />

urdía chascos pintorescos, cuando era secretario <strong>de</strong>l disparatado Club <strong>de</strong>l Esqueleto, en la Farmacia <strong>de</strong>l<br />

Cóndor <strong>de</strong> Oro, y cambiaba los letreros <strong>de</strong> las puertas, robaba los faroles <strong>de</strong> las fondas y las linternas <strong>de</strong> los<br />

serenos, echaba municiones en las orejas <strong>de</strong> los caballos <strong>de</strong> los lecheros y enseñaba insolencias a los loros.<br />

Daniel sonríe por fin y Eduardo Wil<strong>de</strong> le acaricia la frente, nostálgico, porque ha compartido esa vida <strong>de</strong><br />

estudiantes felices, que le parece remota, soñada, irreal.<br />

Una semana más tar<strong>de</strong>, el chico sale al patio. Alza en brazos a la gata gris y se apresura, titubeando todavía, a<br />

visitar a su amigo Martinito. Su estupor y su <strong>de</strong>sconsuelo corren por la casa, al advertir la ausencia <strong>de</strong>l<br />

hombrecito y que hay un hueco en el lugar <strong>de</strong>l azulejo extraño. Madre y tías, criadas y cocinera, se consultan<br />

inútilmente. Nadie sabe nada. Revolucionan las habitaciones, en pos <strong>de</strong> un indicio, sin hallarlo. Daniel llora<br />

sin cesar. Se aproxima al brocal <strong>de</strong>l aljibe, llorando, llorando, y logra encaramarse y asomarse a su interior.<br />

Allá <strong>de</strong>ntro todo es una fresca sombra y ni siquiera se distingue a la tortuga, <strong>de</strong> modo que menos aun se ven<br />

los fragmentos <strong>de</strong>l azulejo que en el fondo <strong>de</strong>scansan. Lo único que el pozo le ofrece es su propia imagen,<br />

reflejada en un espejo oscuro, la imagen <strong>de</strong> un niño que llora.<br />

El tiempo camina, remolón, y Daniel no olvida al hombrecito. Un día vienen a la casa dos hombres con<br />

bal<strong>de</strong>s, cepillos y escobas. Son los encargados <strong>de</strong> limpiar el pozo, y como en cada oportunidad en que<br />

cumplen su tarea, ese es día <strong>de</strong> fiesta para las pardas, a quienes <strong>de</strong>slumbra el ajetreo <strong>de</strong> los mulatos cantores<br />

que, semi<strong>de</strong>snudos, bajan a la cavidad profunda y se están ahí largo espacio, bal<strong>de</strong>ando y fregando. Los<br />

muchachos <strong>de</strong> la cuadra acu<strong>de</strong>n. Saben que verán a la tortuga, quien sólo entonces aparece por el patio,<br />

pesadota, perdida como un anacoreta a quien <strong>de</strong> pronto trasladaran a un palacio <strong>de</strong> losas en ajedrez. Y Daniel<br />

es el más entusiasmado, pero algo enturbia su alegría, pues hoy no le será dado, como el año anterior,<br />

presentar la tortuga a Martinito. En eso cavila hasta que, repentinamente, uno <strong>de</strong> los hombres grita, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la<br />

hondura, con voz <strong>de</strong> caverna:<br />

−¡Ahí va algo, abarájenlo!<br />

Y el chico recibe en las manos tendidas el azulejo intacto, con su hombrecito en el medio; intacto, porque si<br />

un enano francés estampado en una cerámica pue<strong>de</strong> burlar a la Muerte, es justo que también puedan burlarla<br />

las lágrimas <strong>de</strong> un niño.<br />

Bibliografía utilizada:<br />

Índice:<br />

• Apuntes <strong>de</strong> la visita guiada a la casa <strong>de</strong> <strong>Manuel</strong> <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong>.<br />

• Internet.<br />

• Misteriosa Buenos Aires <strong>de</strong> <strong>Manuel</strong> <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong>, El Hombrecito <strong>de</strong>l Azulejo.<br />

Introducción e información sobre la Fundación <strong>Manuel</strong> <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong> − Ana <strong>de</strong> Alvear <strong>de</strong> <strong>Mujica</strong> <strong>Lainez</strong><br />

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Biografía<br />

Cronología<br />

Su obra literaria<br />

bibliografía<br />

El Paraíso<br />

Relato <strong>de</strong> la visita guiada<br />

Un ejemplo <strong>de</strong> su obra literaria: El Hombrecito <strong>de</strong>l Azulejo.<br />

Bibliografía Utilizada<br />

Índice<br />

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