151-25 - Biblioteca Católica Digital
151-25 - Biblioteca Católica Digital
151-25 - Biblioteca Católica Digital
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
mana en su situación existencial de criatura limitada.<br />
Resulta ejemplar en este sentido la declaración de Job:<br />
«Desnudo salí del seno de mi madre, y desnudo allá<br />
volveré» (1,21). O la del Qohélet: «Salió desnudo del<br />
seno de su madre y se marchará lo mismo que vino»<br />
(Ecl 5,14). El pecado consigue convertir en drama<br />
aquella limitación humana que antes, en cambio, había<br />
sido aceptada con serenidad.<br />
El hombre, al descubrir con el pecado que su sueño<br />
de ser como Dios es puro engaño, se reencuentra<br />
con la conciencia de su limitación, pero ahora sentida<br />
como penosa y vergonzosa. Ya no es capaz de aceptarse<br />
a sí mismo; la presencia del otro se convierte en conciencia<br />
de la propia miseria y la presencia de Dios es<br />
fuente de temor. Recurre, entonces, a una cobertura<br />
ficticia (las hojas de higuera), símbolo de una modesta<br />
defensa del propio ser o de una dignidad míseramente<br />
conquistada. Aparece también el recurso de huir de<br />
Dios (el «esconderse» del v. 8), cuyo juicio se teme,<br />
una fuga que servirá de apertura para el siguiente tramo<br />
de nuestra lectura. Pero incluso en esta desnudez<br />
del hombre pecador entra una vez más Dios en acción<br />
con un gesto de amor que nos relatará más tarde el<br />
autor bíblico: «Yahveh-Dios hizo al hombre y a su<br />
mujer túnicas de pieles y los vistió» (3,21).<br />
Se describe aquí a Dios como un padre de familia<br />
que se preocupa de vestir a sus hijos. Es él quien consigue<br />
devolver a su criatura rebelde una cierta dignidad<br />
externa, quien esconde aquel límite que el hombre ya<br />
no sabe aceptar, que le da vergüenza. Por supuesto,<br />
a través de esta observación el autor sacro quiere también<br />
explicar simbólicamente la significación del vestido.<br />
Esta vestimenta nos hace barruntar algo más alto,<br />
que arroja un rayo de luz en la oscura narración del pe-<br />
92<br />
cado. Lo expresa muy bien el investigador W. Vogels:<br />
«Sólo Dios puede vestir la desnudez profunda del ser<br />
humano. El hombre se yergue ahora vestido ante<br />
Dios. Sus límites son reales y están siempre presentes,<br />
pero serán cubiertos por Dios mismo, que a continuación<br />
ofrecerá al hombre túnicas de piel (3,21). El temor<br />
que el ser humano experimentaba al principio<br />
ante Dios podrá ya ceder el paso a la confianza.»<br />
93