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151-25 - Biblioteca Católica Digital

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ciencia o del «conocimiento del bien y del mal», un árbol<br />

teológico del que sólo habla la Biblia, de gran importancia<br />

para la comprensión del siguiente discurso<br />

sobre el pecado del hombre. Y es que, en efecto, el<br />

«conocimiento» bíblico no es sólo una actividad intelectual,<br />

sino que implica voluntad, sentimiento y acción<br />

y es, por ende, sinónimo de decisión, de opción,<br />

de elección radical. «Bien y mal» son dos polos extremos<br />

de la realidad considerada bajo el aspecto moral,<br />

y se convierten, por tanto, en sinónimos de la moral<br />

misma: el sabio es, en efecto, el hombre que «investiga<br />

el bien y el mal» (Eclo 39,4).<br />

Tenemos, pues, ante nosotros, el gran símbolo de<br />

nuestro destino, ligado a nuestra libertad. Si acogemos<br />

la ley moral como un don divino, nuestra existencia<br />

será serena y fuerte, segura y tranquila. Pero, desdichadamente,<br />

el hombre siente el deseo de<br />

apoderarse del fruto de la moral, quiere decidir por sí<br />

mismo lo que es bueno y malo, desea ser él, sólo él,<br />

el arbitro de la moral, rechazando la propuesta divina.<br />

Por eso, bajo este árbol se desarrolla un drama eterno<br />

y fundamental, un drama que se repite cada día en el<br />

interior de nuestras decisiones éticas. De momento, en<br />

la narración del Génesis todo está henchido de luz y<br />

de armonía. Pero dentro de poco se dejará oír, estridente<br />

y violento, el grito de la rebelión y el desgarro<br />

del admirable tapiz de la creación y de la historia.<br />

70<br />

VI<br />

«EL HOMBRE IMPUSO NOMBRES A TODOS LOS<br />

GANADOS»<br />

(Génesis 2,15-20)<br />

"Tomó, pues, Yahveh-Dios al hombre, y lo instaló<br />

en el jardín de Edén para que lo cultivara y guardara.<br />

l6 Y Yahveh-Dios dio al hombre este mandato:<br />

«De todo árbol del jardín podrás comer, "mas del árbol<br />

de la ciencia del bien y del mal no comas, pues el<br />

día en que de él comieres, morirás sin remedio.»<br />

ls Dijo Yahveh-Dios: «No es bueno que el hombre<br />

esté solo; voy a hacerle una ayuda que se acomode a<br />

él.» ,9 Entonces Yahveh-Dios formó del suelo todos<br />

los animales del campo y todas las aves de los cielos,<br />

y los condujo al hombre para ver qué nombre les<br />

daba; y todo ser viviente llevaría el nombre que le impusiera<br />

el hombre. 20 El hombre impuso nombres a<br />

todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales<br />

del campo; pero el hombre no encontró ayuda<br />

que se acomodara a él.<br />

Salido de las manos de Dios y ligado a él por un<br />

vínculo de comunión interior, el hombre inicia su<br />

aventura de trabajador. Resulta ya sugerente un dato<br />

proporcionado por la simbología misma de la creación,<br />

tal como lo presenta el escritor sagrado: no se<br />

71

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