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151-25 - Biblioteca Católica Digital

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ta la tercera y cuarta generación» (Ex 34,6-7). El libro<br />

de la Sabiduría canta: «El imponerte grandiosamente<br />

está siempre en tu mano. Y a la fuerza de tu brazo<br />

¿quién podrá resistir?... Tienes piedad de todos, porque<br />

todo lo puedes, y apartas la vista de los pecados<br />

de los hombres para que se arrepientan; porque tú<br />

amas todos los seres y nada aborreces de lo que hiciste...<br />

Tú, que eres dueño de la fuerza, juzgas con clemencia<br />

y nos gobiernas con mucho miramiento, pues<br />

en tu mano está el poder cuando quieres. Mediante tales<br />

hechos enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser<br />

amigo de los hombres» (11,21.23-24; 12,1-2.18-19).<br />

Ponemos fin aquí a nuestra reflexión con un hilo<br />

de luz, de alegría, de esperanza tras la brutalidad de la<br />

violencia. El escritor argentino J. L. Borges nos ayuda,<br />

con pinceladas plenas de fantasía, a redescubrir este<br />

aspecto positivo de la narración de Caín y Abel en un<br />

apólogo sobre la culpa, el remordimiento y el perdón.<br />

Caín y Abel se encuentran tras la muerte del segundo.<br />

Caminaban por el desierto y se reconocieron de lejos,<br />

porque los dos eran de elevada estatura. Los hermanos,<br />

sentados en tierra, encendieron fuego y comieron.<br />

Estaban callados, como ocurre a la gente cansada<br />

cuando declina el día. En el cielo apuntaban algunas<br />

estrellas que aún no tenían nombre. A la luz de las llamas<br />

Caín notó en la frente de Abel la señal de la piedra<br />

y, dejando caer el pan que estaba a punto de llevarse<br />

a la boca, pidió perdón por su delito. Abel<br />

respondió: «¿Me has matado tú a mí o yo a ti? Ya no<br />

lo recuerdo: estamos aquí juntos como antes.» «Ahora<br />

sé que de verdad me has perdonado —dijo Caín—<br />

porque olvidar es perdonar.» Abel respondió lentamente:<br />

«Así es. Mientras dura el remordimiento dura<br />

la culpa.»<br />

130<br />

XIV<br />

«SI CAÍN SERÁ VENGADO SIETE VECES,<br />

LÁMEK LO SERÁ SETENTA Y SIETE»<br />

(Génesis 4,17-24)<br />

11 Conoció Caín a su mujer, que concibió y dio a<br />

luz a Henok. Y edificó Caín una ciudad a la que dio<br />

el nombre de su hijo: Henok. 18 A Henok le nació<br />

Irad, e Irad engendró a Mehuyael, y Mehuyael engendró<br />

a Metusael y Metusael engendró a Lámek.<br />

K Lámek tomó para sí dos mujeres: una de ellas se llamaba<br />

Ada, y la otra Silá. 20 Y Ada dio a luz a Yabal,<br />

que fue el padre de los que habitan en tiendas y tienen<br />

rebaños. 21 Su hermano se llamaba Yubal, y fue<br />

el padre de todos los que tocan la cítara y la flauta.<br />

22 También Silá dio a luz a Tubal-Caín, forjador de<br />

instrumentos cortantes de bronce y de hierro. La hermana<br />

de Yubal-Caín fue Naamá.<br />

2i Dijo Lámek a sus mujeres:<br />

«Ada y Silá, oíd mi voz; I mujeres de Lámek, escuchad<br />

mis palabras. I Por haberme herido él he matado<br />

a un hombre I y a un joven por haberme golpeado. I<br />

24 Si Caín será vengado siete veces I Lámek lo será se­<br />

tenta y siete.»<br />

Se propaga la genealogía de la violencia. Sus eslabones<br />

son sólidos y se espesan, porque como dice un<br />

antiguo proverbio oriental, la madre de la violencia<br />

131

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