1 - Arias Montano - Universidad de Huelva

Capítulo 5: El entorno onubense en el contexto del SW peninsular: Los territorios y su ocupación durante el Bronce Final.
La disposición del hábitat en dos zonas amesetadas, con la posible función de acrópolis la situada a
mayor altura y la más amplia y llana para otro tipo de actividades además de las de habitación, nos
hablan de una pequeña comunidad de economía diversificada, que se aisla artificialmente de un
entorno del que obtiene sus recursos, para asegurar la vida y los bienes comunales en momentos de
peligro.
El hecho de la existencia de tumbas de cista en la meseta superior está del mismo modo constatado en
otras zonas muy alejadas (SCHUBART y ARTEAGA, 1978), y también en fosas bajo las casas en la
mayoría de los asentamientos coetáneos excavados en el SW (AUBET y otros, 1983; ESCACENA y
FRUTOS, 1986; MARTIN, 1987a), que en el que se ha mencionado en primer lugar ha sido
interpretado como ejemplo de una cierta diferenciación social.
Sin que sepamos como se produce la transición al período arqueológico que sigue a la ocupación
definida como Bronce Pleno, y si ésta fue gradual o se produjo algún tipo de abandono, puesto que
no se han publicado el total de las evidencias cerámicas, en realidad las constantes ocupacionales
continúan siendo las mismas durante el Bronce Final, puesto que sólo se evidencia una mayor
actividad minero -metalúrgica, quizás generalizada en la meseta inferior.
En relación a las técnicas constructivas, según se describen, mientras que parece que existieron -fondos
de cabaña de tapial y ramaje, para la erección de los bancales-murallas en talud se levantaron dos
paramentos de piedras irregulares, que se mantendrían en su lugar por gravedad y la ayuda de un
aglutinante de barro, rellenándose el interior de éstos con capas alternantes de lajas planas y capas de
tierra y cascotes, técnica que se documenta en la realización de los bastiones de La Papua y en otros
asentamientos localizados en áreas más meridionales, tales como en el Cerro de la Hera, quizá una de
las acrópolis de los Castrejones, y en el lienzo inferior de la fortificación del Cabezo del Castillo, ambos
en Aznalcóllar, que no puede paralelizarse con las técnicas conocidas en Oriente (HERRERA, 1990).
Universidad de Huelva 2009
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