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Mi madre dijo a la directora del pensionado: no importa, todo eso carece de importancia,<br />
¿ve? ¿ve qué bien le sientan esos vestidos usados, ese sombrero rosa y esos zapatos<br />
dorados? Cuando habla de sus hijos la madre está ebria de alegría y, entonces, su encanto es<br />
aún mayor. Las jóvenes vigilantas del pensionado escuchan apasionadamente a la madre.<br />
Todos, dice la madre, todos la rondan, todos los hombres del puesto, casados o no, la<br />
rodean, requieren a esa niña, esa cosa, aún indefinida, miren, una niña aún. ¿Deshonrada,<br />
dice la gente? Y yo digo: ¿cómo se las arreglaría la inocencia para deshonrarse?<br />
La madre habla, habla. Habla de la prostitución manifiesta y ríe, del escándalo, de esta<br />
payasada, de ese sombrero fuera de lugar, de esta elegancia sublime de la niña de la travesía<br />
del río, y ríe de esa cosa irresistible aquí, en las colonias francesas, hablo, dice, de esa piel<br />
blanca, de esa joven criatura que estaba hasta ahí escondida en los puestos de la selva y que<br />
de repente sale a la luz del día y se compromete en la ciudad a la vista y al conocimiento de<br />
todos, con el deshecho del millonario chino, diamante en el dedo como una joven banquera,<br />
y llora.<br />
Cuando ella vio el diamante dijo con un hilo de voz: me recuerda un solitario que tuve del<br />
noviazgo con mi primer marido. Digo: el señor Oscuro. Reímos. Era su nombre, dice, con<br />
todo es cierto.<br />
Nos miramos mucho rato y después tuvo una sonrisa muy dulce, ligeramente burlona,<br />
impregnada de un conocimiento tan profundo de sus hijos y de lo que les aguardaba más<br />
tarde que estuve a punto de hablarle de Cholen.<br />
No lo hice. Jamás lo hice.<br />
Esperó mucho tiempo antes de volver a hablarme, después lo hizo, con mucho amor: ¿sabes<br />
que se ha acabado, que nunca podrás casarte aquí, en la colonia? Me encojo de hombros,<br />
río. Digo: puedo casarme en todas partes, cuando quiera. Mi madre hace un gesto negativo.<br />
No. Dice: aquí todo se sabe, aquí ya no podrás. Me mira y dice cosas inolvidables: ¿les<br />
gustas? Respondo: eso es, les gusto a pesar de todo. Entonces, dice: les gustas también