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Duras_ Marguerite-El Amante.pdf

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empleo, el primer sueldo de su vida, es ordenanza en una compañía de seguros marítimos.<br />

Duró, creo, quince años. Fue al hospital. No murió allí. Murió en su habitación.<br />

Mi madre nunca habló de ese hijo. Nunca se quejó. Nunca habló del registrador de armarios<br />

a nadie. Esta maternidad fue como un delito. La mantenía oculta. Debía de considerarla<br />

ininteligible, incomunicable a cualquiera que no conociera a su hijo como ella lo conocía,<br />

ante Dios y solamente ante <strong>El</strong>. Decía de él trivialidades insignificantes, siempre las mismas.<br />

Que si hubiera querido habría sido el más inteligente de los tres. <strong>El</strong> más "artista". <strong>El</strong> más<br />

fino. Y también el que más había querido a su madre. <strong>El</strong> que, en definitiva, la había<br />

comprendido mejor. No sabía, decía, que podía esperarse eso de un hijo, tal intuición, una<br />

ternura tan profunda.<br />

Volvimos a vernos una vez, me habló del hermano menor, muerto. Dijo: "Qué horror esa<br />

muerte, es abominable, nuestro hermano pequeño, nuestro pequeño Paulo".<br />

Queda una imagen de nuestro parentesco: es una comida, en Sadec. Los tres comemos en la<br />

mesa del comedor. <strong>El</strong>los tienen diecisiete y dieciocho años. Mi madre no está con nosotros.<br />

<strong>El</strong> mira cómo mi hermano menor y yo comemos, y luego deja el tenedor, sólo mira a mi<br />

hermano menor. Le mira muy largamente y luego le dice de repente, muy calmadamente,<br />

algo terrible. La frase se refiere a la comida. Le dice que debe ir con cuidado, que no debe<br />

comer tanto. <strong>El</strong> hermano menor no contesta. <strong>El</strong> otro sigue. Le recuerda que los trozos<br />

grandes de carne son para él, que no debe olvidarlo. Si no, dice. Pregunto: ¿por qué para ti?<br />

Dice: porque es así. Digo: ojalá te mueras. No puedo seguir comiendo. <strong>El</strong> hermano menor<br />

tampoco. <strong>El</strong> espera a que el hermano menor se atreva a pronunciar palabra, una sola pala-<br />

bra, sus puños cerrados están prestos encima de la mesa para destrozarle la cara. <strong>El</strong><br />

hermano menor no dice nada. Está muy pálido. Entre sus pestañas, el inicio del llanto.

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