Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
40<br />
escaparates, de los repartos de los excedentes de leche, de pescado, de tranquilizadoras<br />
soluciones a las escaseces, al frío, al hambre constante, siempre estaba en los detalles<br />
prácticos de la existencia, se limitaba a eso, siempre con una atenta amistad, muy fiel y<br />
muy tierna. Colaboracionistas, los Fernández. Y yo, dos años después de la guerra, miem-<br />
bro del P.C.F. La equivalencia es absoluta, definitiva. Es lo mismo, la misma piedad, la<br />
misma llamada de socorro, la misma debilidad de juicio, la misma superstición, digamos,<br />
que consiste en creer en la solución política del problema personal. También ella, Betty<br />
Fernández, contemplaba las calles vacías de la ocupación alemana, contemplaba París, las<br />
plazas de las catalpas en flor como esa otra mujer, Marie-Claude Carpenter. También tenía<br />
sus días de recepción.<br />
La acompaña al pensionado en la limusina negra. Se detiene un poco antes de llegar al<br />
pensionado para que no le vean. Es de noche. <strong>El</strong>la se apea, corre, no se vuelve hacia él. En<br />
cuanto cruza el portal ve que el gran patio de recreo aún está iluminado. En cuanto llega al<br />
pasillo la ve, estaba esperándola, ya inquieta, en pie, sin sonreír. Le pregunta: ¿dónde<br />
estabas? Dice: no regresé a dormir. No dice por qué y Hélène Lagonelle no se lo pregunta.<br />
Le quita el sombrero rosa y le deshace las trenzas para dormir. Tampoco has ido al<br />
instituto. Tampoco. Hélène dice que han telefoneado, por eso lo sabe, tiene que ir a ver a la<br />
inspectora general. Hay muchas chicas en la sombra del patio. Todas de blanco. Hay<br />
grandes focos en los árboles. Algunas salas de estudio aún están iluminadas. Hay alumnas<br />
que todavía trabajan, otras que se quedan en las aulas para charlar, o para jugar a cartas, o<br />
para cantar. No hay un horario para que las alumnas se acuesten, hace tanto calor durante el<br />
día que dejan correr la tarde un poco como cada cual quiere, como las jóvenes vigilantas<br />
quieran. Somos las únicas blancas de la pensión estatal. Hay muchas mestizas, la mayoría<br />
ha sido abandonada por su padre, soldado o marino o pequeño funcionario de las aduanas,<br />
de los puestos, de servicios públicos. La mayoría procede de la Asistencia pública. También<br />
hay algunas cuarteronas. Hélène Lagonelle cree que el gobierno francés las educa para<br />
convertirlas en enfermeras de los hospitales, o en vigilantas de los orfanatos, las leproserías,<br />
los hospitales psiquiátricos. Hélène Lagonelle cree que también las mandan a los lazaretos<br />
de coléricos y de apestados. Es lo que Hélène Lagonelle cree y llora porque no quiere<br />
ninguno de esos destinos, habla siempre de escaparse del internado.