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<strong>El</strong> hermano menor murió en diciembre de 1942 bajo la ocupación japonesa. Me había<br />
marchado de Saigón en 1931, después de mi bachillerato superior. Me escribió una sola vez<br />
a lo largo de diez años. Sin que yo supiera nunca por qué. La carta era convencional, pasada<br />
a limpio, sin faltas, caligrafiada. Me decía que estaban bien, que la escuela funcionaba. Era<br />
una carta larga, de dos páginas enteras. Reconocí su escritura de niño. También me decía<br />
que tenía un apartamento, un coche, decía la marca. Que había reanudado el tenis. Que<br />
estaba bien, que todo iba bien. Que me abrazaba, tal como me quería, muy fuerte. No<br />
hablaba de la guerra ni de nuestro hermano mayor.<br />
A menudo hablo de mis hermanos como de un conjunto, como lo hacía ella, mi madre.<br />
Digo: mis hermanos, también ella, fuera de la familia, decía: mis hijos. Siempre hablaba de<br />
la fuerza de sus hijos de manera insultante. Para los de fuera de casa, no pormenorizaba, no<br />
decía que el hijo mayor era mucho más fuerte que el segundo, decía que era tan fuerte como<br />
sus hermanos, los labradores del Norte. Estaba orgullosa de la fuerza de sus hijos, como lo<br />
había estado de la de sus hermanos. Como su hijo mayor, despreciaba a los débiles. De mi<br />
amante de Cholen decía lo mismo que mi hermano mayor. No escribo las palabras que<br />
utilizaba. Eran palabras que había sacado de las carroñas que se encuentran en los desiertos.<br />
Digo: mis hermanos, porque era así cómo yo lo decía también. Después de llamarlos de<br />
otra manera, mi hermano pequeño creció y se convirtió en mártir.<br />
En nuestra familia no sólo no se celebraba ninguna fiesta sino que tampoco había árbol de<br />
Navidad, ni ningún pañuelo bordado, ni ninguna flor, nunca. Pero tampoco ningún muerto,<br />
ninguna sepultura, ninguna memoria. <strong>El</strong>la sola. <strong>El</strong> hermano mayor seguirá siendo un<br />
asesino. <strong>El</strong> hermano menor morirá por ese hermano. Pero yo me marché, me desarraigué.<br />
Hasta su muerte, el hermano mayor la tuvo para él solo.<br />
En esa época, la de Cholen, la de la imagen, la del amante, mi madre tiene un ataque de<br />
locura. No sabe nada de lo que ocurrió en Cholen. Pero noto que me observa, que sospecha<br />
de cualquier cosa. Conoce a su hija, esa niña, alrededor de esa niña flota desde hace un<br />
tiempo un aire de extrañeza, una reserva, diríamos, reciente, que llama la atención, su habla<br />
es aún más lenta que de ordinario, y, tan curiosa por todo, está distraída, su mirada ha