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Duras_ Marguerite-El Amante.pdf

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mañana, puertas y ventanas clausuradas por causa de la peste. Me dice que aquí hay menos,<br />

que las desratizaciones son más frecuentes que en la selva. De repente, me cuenta una<br />

historia sobre los compartimentos. Su precio es mucho menos elevado que el de los<br />

inmuebles o el de las viviendas individuales y responden mucho mejor que las habitaciones<br />

separadas a las necesidades de los barrios populares. A la gente aquí le gusta estar junta,<br />

sobre todo a esa población pobre, procede del campo y le gusta vivir afuera, en la calle. Y<br />

no hay que acabar con las costumbres de los pobres. Su padre, precisamente, acaba de hacer<br />

una serie de compartimentos con galerías cubiertas que dan a la calle. Eso hace las calles<br />

más vivas, más agradables. La gente pasa el día en esas galerías exteriores. También<br />

duerme ahí cuando hace mucho calor. Le digo que también a mí me hubiera gustado vivir<br />

en una galería exterior, que cuando era niña eso se me antojaba lo ideal, estar afuera para<br />

dormir. De repente, me duele. Apenas, es muy ligero. Es el latido del corazón trasladado<br />

allí, en la herida viva y fresca que él me ha hecho, él, el que me habla, el que ha creado el<br />

placer de esta tarde. Ya no oigo lo que dice, no escucho. Se da cuenta, se calla. Le digo que<br />

siga hablando. Lo hace. Vuelvo a escucharle. Dice que piensa mucho en París. Considera<br />

que soy muy distinta de las parisinas, mucho menos amable. Le digo que este asunto de los<br />

compartimentos no debe de ser tan rentable. Ya no me responde.<br />

Durante todo el tiempo que dure nuestra historia, durante un año y medio, hablaremos de<br />

este modo, nunca hablaremos de nosotros. Desde los primeros días, sabemos que un futuro<br />

en común no es proyectable, de modo que nunca hablaremos del futuro, mantendremos<br />

conversaciones como periodísticas, y de igual calibre.<br />

Le digo que su estancia en Francia ha sido fatal para él. Está de acuerdo. Dice que en París<br />

lo compró todo, sus mujeres, sus conocimientos, sus ideas. Tiene doce años más que yo y<br />

eso le da miedo. Atiendo a cómo habla, a cómo se equivoca, también a cómo me ama, en<br />

una especie de teatralidad a la vez consabida y sincera.<br />

Le digo que le presentaré a mi familia, quiere huir y me río.<br />

No puede experimentar sus sentimientos sino a través de la parodia. Descubro que no tiene<br />

energía para amarme en contra de su padre, para cogerme y llevárseme. Con frecuencia

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