15.07.2013 Views

Duras_ Marguerite-El Amante.pdf

Duras_ Marguerite-El Amante.pdf

Duras_ Marguerite-El Amante.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

14<br />

En las historias de mis libros que se remontan a la infancia, de repente ya no sé de qué he<br />

evitado hablar, de qué he hablado, creo haber hablado del amor que sentíamos por nuestra<br />

madre pero no sé si he hablado del odio que también le teníamos y del amor que nos<br />

teníamos unos a otros y también del odio, terrible, en esta historia común de ruina y de<br />

muerte que era la de nuestra familia, de todos modos, tanto en la del amor como en la del<br />

odio, y que aún escapa a mi entendimiento, me es inaccesible, oculta en lo más profundo de<br />

mi piel, ciega como un recién nacido. Es el ámbito en cuyo seno empieza el silencio. Lo<br />

que ahí ocurre es precisamente el silencio, ese lento trabajo de toda mi vida. Aún estoy ahí,<br />

ante esos niños posesos, a la misma distancia del misterio. Nunca he escrito, creyendo<br />

hacerlo, nunca he amado, creyendo amar, nunca he hecho nada salvo esperar delante de la<br />

puerta cerrada.<br />

Cuando estoy en el transbordador del Mekong, ese día de la limusina negra, mi madre aún<br />

no ha dejado la concesión del embalse. De vez en cuando, aún hacemos el camino, como<br />

antes, por la noche, aún vamos allí los tres, vamos a pasar unos días. Nos quedamos allá, en<br />

la veranda del bungalow, frente a la montaña de Siam. Y después regresamos. <strong>El</strong>la no tiene<br />

nada que hacer allí, pero regresa al lugar. Mi hermano menor y yo estamos a su lado, en la<br />

veranda, frente a la selva. Ahora somos demasiado mayores, ya no nos bañamos en el río,<br />

no vamos a la caza de la pantera negra en las ciénagas de las desembocaduras, ya no vamos<br />

a la selva ni a los pueblos de los pimentales. Todo ha crecido a nuestro alrededor. Ya no<br />

hay niños ni en búfalos ni en ninguna otra parte. La extrañeza nos ha alcanzado también a<br />

nosotros, y la misma lentitud que se ha apoderado de mi madre también se ha apoderado de<br />

nosotros. Hemos aprendido nada, a mirar la selva, a esperar, a llorar. Las tierras de la parte<br />

baja están definitivamente perdidas, los criados cultivan las parcelas de la parte alta, les<br />

dejamos el arroz, permanecen allí sin sueldo, aprovechan las chozas de paja que mi madre<br />

ha hecho construir. Nos quieren como si fuésemos miembros de sus familias, hacen como si<br />

conservaran el bungalow y lo conservan. A la pobre vajilla no le falta nada. La techumbre<br />

podrida por la lluvia sigue desapareciendo. Pero los muebles están limpios. Y la silueta del

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!