El artilugio tenia un duende.pdf

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- Una fantasía muy convincente - repuso Ghalil con un gesto de admiración en sus ojos-. ¡Y del mismo modo que se puede descubrir el hilo que une dos aparatos telefónicos entre sí.. - ...se puede descubrir también el lugar donde están conectados dos « artilugios» en diferentes horas! La conexión, en este caso, es el frío, que condensa la humedad. ¡Al calentarse ese lugar, la humedad desaparece! ¡Y sé - agregó coghlan, con gesto de desafío - que estoy diciendo un disparate! ¡Pero sé también cómo se realiza la conexión que creará la refrigeración, aunque carezco del « duende » - ¡maldito sea! - o de la idea necesaria para construir los instrumentos que es preciso conectar! ¡Y tanto va de construir la conexión a construir los « artilugios », como de disponer de un alambre de cobre a conseguir un intercambio telefónico! ¡Todo lo que sé es 9ue un imán de alnico puede actuar como instrumento para que la conexión pueda existir! Mannard habló en su tono gruñón habitual: - ¿Qué demonio es todo eso? ¡Hechos concretos!: ¿Qué le ocurrió a Duval? - Mañana - prosiguió Coghlan, con una calma desesperante - nos dirá que oyó voces indistintas al través de la película argentina cuando jugaba con el imán. Nos dirá también que esas voces hablaban en griego bizantino. Y que intentó golpear la superficie argentina, que parecía sólida, para atraer la atención de aquellas voces. ¡Y siempre que golpeaba, las voces se iban! ¡Dirá, asimismo, que oyó cómo las voces se excitaban y que él les dijo quién era; quizá les preguntase si estaban trabajando con Apolonio, porque éste era mencionado en la hoja suelta del misterioso libro; y que les ofreció libros con información de los tiempos modernos a cambio de que ellas le hablasen de los pretéritos! Jurará que, efectivamente, las atascó de libros, la mayoría históricos, en griego y en francés, y ellas le entregaron a él otras cosas en correspondencia: ¡sus manos congeladas son la prueba evidente de lo que acabo de 'decir! ¡Cuando algo va o viene de esa película argentina, se congela! ¡Es el «frígido Más Allá»! Nos dirá también que el «duende» del «artilugio» comenzó a encogerse, a empequeñecerse, al efectuar aquel intercambio, ¡como si se desgastase terriblemente con el uso!, y que entonces él se puso frenético, porque quería saber todo lo que pudiese y veía que aquello se acababa inevitablemente, hasta que llegaron sus policías y se abalanzaron sobre él, reduciéndolo por la fuerza, lo cual le puso más frenético todavía porque no podía hacerles comprender lo que él creía en parte solamente... ¡Luego, llegó el doctor y todo se estropeó! - ¿Crees que todo fue así? - preguntó Mannard. - Lo sé demasiado bien - repuso Coghlan, con firmeza -¡y no les habrá preguntado qué hacían con el espejo para que funcionase! Y la superficie útil se va empequeñeciendo cada vez más, de minuto en minuto, de segundo en segundo, y no puedo deslizarles una nota escrita para reanudar el proceso porque Duval es el único capaz de entenderse con ellas y está profundamente dormido. 72

Crispó sus manos en un gesto de desesperación. Laurie tomó en las suyas el voluminoso libro que tanto había hecho estremecer a Coghlan, mientras que su padre seguía allí de pie con un gesto de incredulidad en su rostro. Ghalil tenía la mirada perdida, como si mirase a un objeto lejano, con los ojos muy abiertos, rumiando un pensamiento que explicaba mucho de lo que le había tenido perplejo hasta aquel momento. - Nunca lo creeré - repuso Mannard, testarudo -. ¡Nunca, aunque viviese un millón de años! Porque, aunque pudiese ocurrir, ¿por qué ocurrió aquí y ahora? ¿Cuál es el objetivo, el verdadero objetivo, de estos hechos de naturaleza desconocida? ¿Evitar que yo haya sido asesinado? ¡Porque eso es lo que ha ocurrido, al fin y al cabo! ¡Y yo no me tengo por tan importante para que las leyes naturales dejen de cumplirse y lo único 'que jamás podría haber ocurrido, ocurra precisamente para evitar que Apolonio me asesinase! Ghalil meneó la cabeza. Y miró aprobadoramente a Mannard. - ¡Un hombre honrado! - dijo-. Yo puedo contestarle, señor Mannard. Duval tenía aquí sus libros de historia. Algunos de ellos en griego moderno, otros en francés. Y silo absurdo es verdad, y el señor Coghlan ha descrito el hecho tal y como ha ocurrido, entonces el hombre que hizo que este... este «duende» regresase al siglo XIII fue un alquimista y un erudito que creía implícitamente en la magia. Cuando Duval ofreció esos libros a que se refería el señor Coghlan, ¿no lo hizo así, precisamente, porque creía en la magia? ¡No tenía la menor duda! Duval podía leer el griego antiguo con la misma facilidad « quizá »que una persona conocedora del inglés moderno puede leer a Chaucer. No claramente, pero adivinando vagamente el significado. ¡Y este antiguo alquimista creía lo que leía! Le parecía pura profecía. ¡Y eso era magnifico! La expresión de Ghalil era triunfante. ¡Consideremos el caso! ¡Duval tenía en sus manos no solo la historia pasada sino la historia futura! ¡Y podría utilizar toda la información! ¡Sus profecías resultarían verídicas! ¿Y qué ocurre cuando unos hombres supersticiosos ven que lo que dice un adivino es siempre cierto? ¡Se dejan guiar por él! ¡Y él se hace cada vez más rico! ¡Y más poderoso! ¡Sus hijos serán nobles y heredarán de él el secreto conocimiento del futuro! ¡Siempre podrían saber lo que iba a ocurrir después por medio de la historia de Bizancio o... quizá por medio de cualquier otra! ¡Y los hombres, conociendo su rectitud, se dejarían guiar por ellos porque sus profecías resultaban invariablemente ciertas! ¡Quizá Nostradamus aprendió sus rimas en un viejo libro de papel - ¡no había papel en Bizancio ni más tarde en la misma Europa! - y quizás al leer los hechos narrados en un libro, nuestro amigo Duval se sintió transportado al antiguo Istambul! Ghalil se sentó a los pies del camastro con toda calma. 73

- Una fantasía muy convincente - repuso Ghalil con <strong>un</strong> gesto de admiración en sus<br />

ojos-. ¡Y del mismo modo que se puede descubrir el hilo que <strong>un</strong>e dos aparatos<br />

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- ...se puede descubrir también el lugar donde están conectados dos « <strong>artilugio</strong>s»<br />

en diferentes horas! La conexión, en este caso, es el frío, que condensa la<br />

humedad. ¡Al calentarse ese lugar, la humedad desaparece! ¡Y sé - agregó<br />

coghlan, con gesto de desafío - que estoy diciendo <strong>un</strong> disparate! ¡Pero sé también<br />

cómo se realiza la conexión que creará la refrigeración, a<strong>un</strong>que carezco del «<br />

<strong>duende</strong> » - ¡maldito sea! - o de la idea necesaria para construir los instrumentos<br />

que es preciso conectar! ¡Y tanto va de construir la conexión a construir los «<br />

<strong>artilugio</strong>s », como de disponer de <strong>un</strong> alambre de cobre a conseguir <strong>un</strong> intercambio<br />

telefónico! ¡Todo lo que sé es 9ue <strong>un</strong> imán de alnico puede actuar como<br />

instrumento para que la conexión pueda existir!<br />

Mannard habló en su tono gruñón habitual:<br />

- ¿Qué demonio es todo eso? ¡Hechos concretos!: ¿Qué le ocurrió a Duval?<br />

- Mañana - prosiguió Coghlan, con <strong>un</strong>a calma desesperante - nos dirá que oyó<br />

voces indistintas al través de la película argentina cuando jugaba con el imán. Nos<br />

dirá también que esas voces hablaban en griego bizantino. Y que intentó golpear<br />

la superficie argentina, que parecía sólida, para atraer la atención de aquellas<br />

voces. ¡Y siempre que golpeaba, las voces se iban! ¡Dirá, asimismo, que oyó<br />

cómo las voces se excitaban y que él les dijo quién era; quizá les preg<strong>un</strong>tase si<br />

estaban trabajando con Apolonio, porque éste era mencionado en la hoja suelta<br />

del misterioso libro; y que les ofreció libros con información de los tiempos<br />

modernos a cambio de que ellas le hablasen de los pretéritos! Jurará que,<br />

efectivamente, las atascó de libros, la mayoría históricos, en griego y en francés, y<br />

ellas le entregaron a él otras cosas en correspondencia: ¡sus manos congeladas<br />

son la prueba evidente de lo que acabo de 'decir! ¡Cuando algo va o viene de esa<br />

película argentina, se congela! ¡Es el «frígido Más Allá»! Nos dirá también que el<br />

«<strong>duende</strong>» del «<strong>artilugio</strong>» comenzó a encogerse, a empequeñecerse, al efectuar<br />

aquel intercambio, ¡como si se desgastase terriblemente con el uso!, y que<br />

entonces él se puso frenético, porque quería saber todo lo que pudiese y veía que<br />

aquello se acababa inevitablemente, hasta que llegaron sus policías y se<br />

abalanzaron sobre él, reduciéndolo por la fuerza, lo cual le puso más frenético<br />

todavía porque no podía hacerles comprender lo que él creía en parte solamente...<br />

¡Luego, llegó el doctor y todo se estropeó!<br />

- ¿Crees que todo fue así? - preg<strong>un</strong>tó Mannard.<br />

- Lo sé demasiado bien - repuso Coghlan, con firmeza -¡y no les habrá preg<strong>un</strong>tado<br />

qué hacían con el espejo para que f<strong>un</strong>cionase! Y la superficie útil se va<br />

empequeñeciendo cada vez más, de minuto en minuto, de seg<strong>un</strong>do en seg<strong>un</strong>do, y<br />

no puedo deslizarles <strong>un</strong>a nota escrita para reanudar el proceso porque Duval es el<br />

único capaz de entenderse con ellas y está prof<strong>un</strong>damente dormido.<br />

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