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El artilugio tenia un duende.pdf

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A continuación le dirigió al conductor <strong>un</strong>a explosiva palabra turca; el conductor se<br />

precipitó a los frenos y el coche se detuvo bruscamente, produciendo <strong>un</strong><br />

prolongado chirrido.<br />

- Un momento - dijo Ghalil, cortésmente.<br />

Salió del coche. Miró algo que alumbraban los focos del coche. Lo tocó<br />

precavidamente. Fue a la parte posterior del coche y desde allí dio <strong>un</strong> estridente<br />

silbido. De la casa que acababan de abandonar, llegaron alg<strong>un</strong>os hombres<br />

corriendo. Ghalil les habló hoscamente en turco. Entonces, se inclinaron sobre el<br />

objeto que Ghalil les señalaba y lo iluminaron con sus lámparas de mano, pero<br />

esto parecía insuficiente también y comenzaron a encender cerillas. Ghalil y <strong>un</strong><br />

policía recogieron aquel objeto que yacía sobre los desiguales adoquines de la<br />

callejuela, llevándolo con exquisito cuitado hasta el extremo lateral de la calzada,<br />

apoyándolo en la pared. Entonces, Ghalil se arrodilló y volvió a examinar el objeto,<br />

iluminado por las luces de las lámparas de mano y de <strong>un</strong>as cuantas cerillas.<br />

Luego, se sacudió las manos y volvió al coche. Habló en turco con el conductor y<br />

el coche se movió de nuevo, más lentamente. Al llegar a la curva, parecía<br />

arrastrarse.<br />

- ¿Qué era eso? - preg<strong>un</strong>tó Mannard.<br />

<strong>El</strong> teniente Ghalil vacilaba al contestar.<br />

- Temo que fuese otro atentado contra su vida - dijo apologéticamente -. Me<br />

pareció <strong>un</strong>a bomba, y efectivamente lo era. Mis hombres no vieron colocarla a<br />

causa de las muchas curvas de la calle.<br />

Durante <strong>un</strong> rato, sólo se oyeron suspiros en el coche.<br />

Éste llegó a <strong>un</strong>a calle algo más ancha y entonces comenzó a marchar más de<br />

prisa. Ghalil continuó:<br />

- Estaba diciendo señor Manaard, que cuando el señor Coghlan escribió el<br />

memorándum que le enseñamos a usted ayer, deseó que las cosas sucediesen<br />

exactamente como ocurrirían. Por esta razón, él no pudo ser explícito en su<br />

mensaje, y por eso no menciona disparos de rifle, estallidos de bombas, tiempos o<br />

lugares. Sabiendo esto confío en que usted sobrevivirá hasta que el as<strong>un</strong>to haya<br />

terminado. Por lo menos, yo estoy haciendo todos los esfuerzos posibles para<br />

conseguirlo.<br />

Coghlan recuperó su voz, y dijo, airadamente:<br />

- ¡Pero usted no puede arriesgar nuestras vidas en <strong>un</strong> razonamiento tan<br />

descabellado como ése!<br />

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