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El artilugio tenia un duende.pdf

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haber penetrado en su interior cuando Ghalil tomó su huella digital para<br />

mostrársela a Mannard. En el último análisis, se había cortado el dedo<br />

investigando aquella pared para tratar de descubrir el «<strong>duende</strong> de <strong>un</strong> <strong>artilugio</strong>»,<br />

porque ahora tenía que escribir <strong>un</strong> memorándum para entregarlo ayer, el cual<br />

memorándum sería la causa del descubrimiento del <strong>duende</strong> de <strong>un</strong>...<br />

Sintió <strong>un</strong> movimiento a su alrededor, mientras los demás se preparaban para<br />

marcharse, y oyó la voz irritada de Mannard que decía:<br />

- ¡No puedo creerlo! ¡Es absurdo!<br />

- Efectivamente - repuso Ghalil -, y por eso debemos ser muy precavidos y actuar<br />

con mucha cautela. Mis antepasados mahometanos tenían <strong>un</strong> adagio que decía<br />

que «cada hombre lleva escrito su sino en su frente». Espero, señor Mannard, que<br />

su sino no esté escrito en esa página de pergamino que le enseñé hace <strong>un</strong><br />

momento...<br />

- Pero ¿qué significa todo este lío? - preg<strong>un</strong>tó el interpelado -. ¿Qué hay detrás de<br />

todo eso? ¿Quién se esconde detrás de ello?<br />

Ghalil suspiró y se encogió de hombros. Bajaron las escaleras. La estrecha,<br />

tortuosa y oscura callejuela parecía lúgubre y siniestra. Ghalil abrió la puerta del<br />

coche de la policía que les esperaba, y Dijo a Mannard en <strong>un</strong>a especie de<br />

humorística sinrazón:<br />

- Desgraciadamente, el señor Coghlan no fue - o no lo ha sido todavía - muy<br />

especifico en el memorándum con que comienza esta serie de acontecimientos.<br />

Dice solamente - y repitió la última línea de la escritura de Coghlan en la hoja de<br />

pergamino del libro -: «¡Cuidado con Mannard! Va a ser asesinado ».<br />

- ¡Pues yo creo que es suficientemente específico...! - repuso Mannard en tono<br />

sarcástico.<br />

Él, Laurie y Coghlan se sentaron en la parte posterior del coche, mientras que el<br />

teniente Ghalil se sentó en el asiento delantero, al lado del conductor. <strong>El</strong> motor<br />

rugió al ponerse en marcha.<br />

- Su mensaje, cuando usted lo escribió, señor Coghlan - dijo Ghalil, hablando por<br />

encima del hombro, al ponerse el coche en movimiento por la tortuosa callejuela -,<br />

es vol<strong>un</strong>tariamente enigmático. Es como si, usted supiera que <strong>un</strong> mensaje claro<br />

iba a evitar lo que usted deseaba que ocurriese. Parece, efectivamente, que<br />

escribió dicho mensaje para que ocurriese exactamente lo que ya ha ocurrido y<br />

continuará ocurriendo hasta el momento de escribirlo...<br />

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