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El artilugio tenia un duende.pdf

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mancha húmeda de la pared. Ni sobre ella. Ni debajo o a los lados. Tampoco<br />

había hilo conductor alg<strong>un</strong>o que llegase hasta aquel lugar que había permanecido<br />

frío « desde siempre ». No había, pues, metal alg<strong>un</strong>o en toda la pared. Coghlan<br />

comenzó a sudar: no podía haber ningún aparato de refrigeración - por lo menos,<br />

de los conocidos hasta la fecha - sin parte alg<strong>un</strong>a metálica...<br />

Desmontó el puente de inducción, e introdujo <strong>un</strong> termómetro en el primero de los<br />

agujeros que había hecho. Se movió despacito hacia delante y hacia atrás,<br />

observando la columna de mercurio, y lo dejó en el agujero después de leer la<br />

última indicación. Conectó el termopar, con sus conductores infinitamente<br />

delgados de diferentes metales <strong>un</strong>idos entre sí. Conectó el microvoltímetro. Y<br />

pronto descubrió algo muy particular, que le llamó poderosamente la atención: los<br />

extremos de los alambres debían estar a <strong>un</strong>a prof<strong>un</strong>didad determinada en el<br />

interior del agujero. En cuanto se sacaba, separándolo de aquel p<strong>un</strong>to nada más<br />

que dos milímetros y medio, la aguja del microvoltímetro se ponía a oscilar<br />

terriblemente. Cambió <strong>un</strong>a conexión para obtener <strong>un</strong>a lectura mil veces mayor -<br />

milivoltios en vez de microvoltios - y calculó de nuevo la prof<strong>un</strong>didad a que debían<br />

estar los extremos de los alambres en el interior del agujero con más exactitud. Se<br />

puso pálido.<br />

Laurie lo observó, ya de nuevo a su lado, y preg<strong>un</strong>tó asustada:<br />

- ¿Qué te ocurre, Tommy?<br />

- ¡Ciento noventa milivoltios! - dijo estupefacto-. ¡Y está por debajo de la<br />

temperatura del hielo solidificado!<br />

Laurie dijo entonces, en <strong>un</strong> tono lleno de ansiedad:<br />

- ¿Y cómo podrá producirse <strong>un</strong>a temperatura tan baja sin aparato alg<strong>un</strong>o y<br />

mantenerse así durante siete siglos, Tommy?<br />

Pero Coghlan estaba tan ensimismado con el descubrimiento que ni siquiera se<br />

percató de la preg<strong>un</strong>ta de la muchacha. Retiró el termopar y preparó el imán de<br />

alnico. Quitó la armadura de sus polos.<br />

- Esto no tiene sentido - dijo, todavía absorto -, pero si hay <strong>un</strong> campo de fuerzas...<br />

Volvió de nuevo a la pared y al agujero que había hecho en ella, y colocó en sus<br />

inmediaciones el potente imán. Entonces, pareció como si el agujero se nublase,<br />

adquiriendo <strong>un</strong> brillo argentino que le daba <strong>un</strong> aspecto metálico al aproxlmarse a<br />

él el imán. Coghlan lo retiró de nuevo. <strong>El</strong> aspecto metálico del orificio se<br />

desvaneció. Volvió a aproximarlo y volvió la apariencia argentina...<br />

Estaba observando el extraño fenómeno en silencio, cuando Mannard se aproximé<br />

a él acompañado de Ghalil y Duval. Mannard llevaba consigo el grueso y antiguo<br />

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