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cuarto posterior, yo le explicaré a usted todo lo demás..., ¿qué le parece? Ya sabe<br />
usted a qué me refiero: a ese as<strong>un</strong>to de la refrigeración de la mancha cuadrada de<br />
la pared del piso del número 80 de la calle Hosain... ¡Ande, explíquemelo! ¡Le diré<br />
todo lo que se.<br />
Los ojos de Apolonio vacilaban. Luego, habló despectivamente:<br />
- ¡No crea usted que me dejo atrapar tan fácilmente! - Coghlan esperaba<br />
pacientemente -. ¡Se trata de <strong>un</strong>a preg<strong>un</strong>ta estúpida!<br />
- ¡Pues trate de contestarla! ¿No puede o... no sabe? ¡Mi querido Apolonio! ¡Nl<br />
siquiera sabe de qué estoy hablando! ¡Es usted <strong>un</strong> embaucador, <strong>un</strong> falsario...,<br />
tratando de sacar partido de <strong>un</strong>a fanfarronada! ¡Pongamos las cartas sobre la<br />
mesa!<br />
Abrió la puerta. Se oían pisadas en la parte baja de la escalera. Apolonio seguía<br />
expectante. Coghlan continuó:<br />
- ¡Hablemos claro! ¡Me está usted fastidiando! ¡Lárguese de aquí!<br />
Apolonio sólo acertó a decir.<br />
- ¡He tomado mis precauciones! ¡Si algo me ocurriese... tendría usted que<br />
lamentarlo! ¡Aténgase a las consecuencias!<br />
- ¡Estoy acongojadisimo...! - exclamó Coghlan entre sarcástico e indignado ¡Fuera<br />
de aquí!...<br />
Le dio <strong>un</strong> empujón al griego y luego <strong>un</strong> portazo tras él. Después, se dirigió al<br />
cuartito en donde guardaba su equipo experimental privado. Como instructor de<br />
Física, trabajaba en el colegio con <strong>un</strong> presupuesto muy reducido. Había construido<br />
la mayoría de los aparatos de la clase, tanto para ahorrar dinero como para que le<br />
sirvieran a si mismo de aprendizaje, y muchas veces porque encontraba <strong>un</strong>a<br />
satisfacción en el trabajo. Empezó a preparar los bártulos: <strong>un</strong> par de termómetros,<br />
<strong>un</strong>as pilas, <strong>un</strong> par de bobinas y <strong>un</strong> juego de auriculares para formar con todo ello<br />
<strong>un</strong> puente de inducción acoplándolo convenientemente. Preparó asimismo el<br />
electroscopio de panes de oro, y el gran imán de alnico e> con el cual había<br />
podido realizar <strong>un</strong> gran número de mediciones delicadísimas, y estaba terminando<br />
de empaquetar el chispómetro, cuando sonó el timbre de la puerta.<br />
Respondió desde el cuarto donde se hallaba, diciéndole al recién llegado que<br />
entrase, pues la puerta estaba abierta, y esperó. Eran Mannard y su hija Laurie,<br />
que observaron inmediatamente el ceño que fr<strong>un</strong>cía el rostro del instructor del<br />
colegio Americano. Fue Mannard el primero que habló, dirigiéndose a él en tono<br />
festivo:<br />
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