15.07.2013 Views

El artilugio tenia un duende.pdf

El artilugio tenia un duende.pdf

El artilugio tenia un duende.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

dijo: «Páguele y quédese con la vuelta». Luego, entró en el hotel. Su modo de<br />

comportarse era <strong>un</strong>a especie de eficacia americana. Ahorraba dinero y<br />

argumentos. La discusión alcanzaba ya Imites insospechados cuando Coghlan<br />

entraba en el impresionante vestíbulo del hotel.<br />

Laurie y su padre ya le esperaban. La muchacha estaba tan encantadora que<br />

Coghlan no pudo por menos que murmurar:<br />

« Profesor, director y otro cargo por el estilo », al estrechar sus manos. Era muy<br />

difícil evitar el hecho de estar enamorado de Laude, a<strong>un</strong>que él hacía todo lo<br />

posible por conseguirlo.<br />

- Siento haberme retrasado - dijo al saludarles -, pero al llegar a casa me encontré<br />

con dos de los seres más fantásticos que jamás podría imaginar, los cuales me<br />

refirieron la historia más inverosímil que n<strong>un</strong>ca he oído. Y no tuve más remedio<br />

que escucharles, porque, a pesar mío, me vi prendido en el interés del relato por<br />

irreal que éste pudiese parecen<br />

De pronto, entró en escena <strong>un</strong> nuevo personaje. Usaba <strong>un</strong>a camisa deslumbrante<br />

y en sus labios se dibujaba <strong>un</strong>a sonrisa acariciadora. Era bajo y fornido y se<br />

llamaba a sí mismo Apolonio el Grande. Apenas si llegaba con su cabeza al<br />

hombro de Coghlan, pero le aventajaba, en cambio, en peso, en más de veinte<br />

kilos. Aquel hombre fuerte, bajo y regordete extendió cordialmente hacia Coghlan<br />

<strong>un</strong> brazo corto y grueso y <strong>un</strong>a mano redonda y carnosa. <strong>El</strong> instructor de Física<br />

observó que el lujoso reloj de pulsera de Apolonio, de gran valor intrínseco y<br />

artístico, se incrustaba en la gruesa muñeca del griego.<br />

- Seguramente - dijo en tono de reproche- no encontraría nada tan extraño como<br />

yo...<br />

Coghlan estrechó su mano lo más brevemente posible. Apolonio el Grande era <strong>un</strong><br />

ilusionista - <strong>un</strong> mago de la escena - que acababa de realizar <strong>un</strong>a excursión por las<br />

capitales europeas situadas al oeste del telón de acero, en <strong>un</strong>a temporada que él<br />

calificaba de sorprendente y extraordinaria. Su especialidad - según le pareció<br />

entender a Coghlan - consistía en serrar a <strong>un</strong>a mujer por la mitad a la vista del<br />

público, y luego volverla a presentar entera y resucitada como si nada hubiera<br />

ocurrido. Decía lleno de orgullo que, <strong>un</strong>a vez serrada la mujer, llevaba cada <strong>un</strong>a<br />

de las mitades en que había dividido su cuerpo a <strong>un</strong> extremo opuesto del<br />

escenario. Aquello era algo que ningún otro podía hacer con esperanzas de<br />

reintegraría de nuevo.<br />

- Ya conoces a Apolonio... - murmuró Mannard -. Vamos a cenar.<br />

Con <strong>un</strong> gesto de cortesía, emprendió el camino del comedor delante de sus<br />

invitados con objeto de guiarles. Laude se cogió del brazo de Coghlan. Lo miraba<br />

y le sonreía.<br />

16

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!