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El artilugio tenia un duende.pdf

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tomen en serio. La cosa era que, en no sé qué parte de Arabia, habla <strong>un</strong> grupo de<br />

pequeñas y oscuras aldeas, en el cual las doctrinas del neoplatonismo sobrevivían<br />

como <strong>un</strong>a religión. Estaban mantenidas por <strong>un</strong>a casta de filósofos que los tenían<br />

embobados por medio de la magia, y Apolonio presumía de haber sido <strong>un</strong>a de las<br />

jerarquías y de tener asombrada a media Europa con todas las artimañas que<br />

constituían el f<strong>un</strong>damento de su culto. Aquello sonaba como <strong>un</strong>a campaña<br />

publicitaria, ideada por <strong>un</strong> agente de prensa de imaginación calenturienta. Una<br />

tradición secular del desarrollo y culto de la treta no era demasiado verosímil. Y<br />

ahora, según parecía, Apolonio aseguraba haber sobornado a algún gobierno<br />

árabe y haber obtenido dinero para asegurar la salvación de los aldeanos<br />

revelándoles la existencia de aquella excéntrica religión.<br />

- Yo también he tenido hoy dos visitantes que parecían haber empleado su propia<br />

magia neoplatónica - dijo Coghlan. Luego, se volvió hacia Mannard -. A propósito,<br />

señor, me dijeron que, probablemente, yo voy a asesinarle a usted...<br />

A Mannard pareció divertirle aquella declaración inesperada. Era <strong>un</strong> hombre alto y<br />

corpulento, de piel curtida y color atezado, muy capaz de cuidar de si' mismo.<br />

- ¿Puñal, bala o veneno, Tommy? -preg<strong>un</strong>tó en tono humorista -. ¿O vas a<br />

emplear <strong>un</strong> ciclotrón? ¿Cómo es eso?<br />

Coghlan explicó. La historia de su entrevista con el atormentado Duval y con el<br />

escéptico Ghalil parecía, al contarla, más absurda todavía que cuando ocurrió en<br />

el domicilio de Coghlan.<br />

Mannard escuchaba. Llegaron los entremeses. La sopa. Coghlan refirió la historia<br />

con todo detalle, y su preocupación llegó al límite cuando trató de explicar que era<br />

imposible que todo aquello fuese <strong>un</strong>a patraña. Sin embargo, no hizo mención de la<br />

línea que más le había preocupado.<br />

Mannard río entre dientes <strong>un</strong>a o dos veces cuando Coghlan refería su historia.<br />

- ¡Magnifico! - exclamó cuando la historia llegó a su fin -. ¿Cómo crees que lo<br />

hicieron y qué es lo que desean?<br />

Apolonio el Grande se secó la boca y luego la más alta de las papadas.<br />

- No me gusta esto dijo, gravemente-, no me gusta absolutamente nada. ¡Oh, el<br />

libro y las huellas digitales y el escrito..., yo podría hacer todo eso! ¡Recuerdo <strong>un</strong>a<br />

vez, en Madrid, que..., pero no importa! Son aficionados, y, sin embargo, pueden<br />

ser peligrosos...<br />

Laurle intervino::<br />

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