Historia íntima del pene - Nau Llibres
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40 José Luis Arrondo Arrondo<br />
el deseo. Hoy podemos afi rmar que este estímulo ancestral en forma de olor,<br />
y que actúa a gran distancia entre los animales, supone el banderazo de salida<br />
hacia el encuentro sexual. Todos los humanos generamos un aroma con poder<br />
erotizante, que es el mejor y más natural afrodisíaco. La pasión, por tanto, tiene<br />
mucho que ver con la química.<br />
Sin ser el objeto de este libro, referiré algunas observaciones experimentales<br />
con relación a las feromonas. Estudiando la conducta sexual de las salamandras,<br />
se comprobó que aplicando feromonas se reducía el tiempo de cortejo, se atraían<br />
más y se atraían antes. Las llamas, de las que se dice que “lloran por amor”,<br />
poseen en la parte interna <strong>del</strong> ojo una glándula que libera feromonas y esta<br />
secreción aumenta cuando están en celo, con la fi nalidad de atraer al macho.<br />
En otros estudios, se han comprobado algunos hechos curiosos: que las mujeres<br />
que viven o están trabajando mucho tiempo juntas acababan teniendo en los<br />
mismos días sus ciclos menstruales; que si las mujeres inhalaban feromonas<br />
masculinas aumentaba la fertilidad, se normalizaban los ciclos menstruales y<br />
su menopausia era más suave, y que las mujeres eran atraídas por el olor más<br />
parecido al que emitían sus padres.<br />
Cuando una mujer y un hombre se atraen, surge el deseo, la motivación,<br />
una fuerza que impulsa al individuo a pasar a la práctica, con el fi n de obtener,<br />
dar y compartir el placer. Llegados a este punto, enamorados o seducidos, vale<br />
la pena dejarse llevar pues, como dice Oscar Wilde, “las tentaciones se vencen<br />
cayendo en ellas”. Y no nos engañemos, pues tarde o temprano sucederá. Ya lo<br />
dice el refrán: “La que con gallo duerme, si no esta noche, la que viene”.<br />
Es evidente que, con independencia de que la atracción se base en la química<br />
y que hasta el hecho de enamorarse precise un cuerpo preparado para recibir el<br />
mensaje, el amor añade otra dimensión a la simple atracción sexual. El enamoramiento,<br />
el fl echazo supone una compulsión total física y mental, supone reconocer<br />
nuestro objeto erótico, supone desear la presencia de la otra persona y sentirse de<br />
maravilla con ella. Surgirán con fuerza emociones, afectos, sentimientos... A la pregunta<br />
¿existe el verdadero fl echazo?, Carmen Posadas, en su libro Un veneno llamado<br />
Amor, contesta con la humildad de andar por casa, sin la pedantería <strong>del</strong> científi co<br />
que está afanado en explicarlo todo: “Sólo podrían contestar esta pregunta las pocas<br />
personas elegidas por el destino que hayan conocido este mutuo encantamiento<br />
espontáneo, este primer escalón de la pasión”.<br />
Desearía, con brevedad, contestar a la siguiente cuestión: ¿qué factores condicionan<br />
el deseo? La elección de un/a determinado/a compañero/a para la práctica<br />
sexual está supeditada a la infl uencia de numerosos factores biofi siológicos, psicoemocionales<br />
y socioculturales. La fase <strong>del</strong> deseo, entre nosotros, se inicia como