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los siglos xv ó xvi, su época favorita.<br />

Dicho palacio romano era un motivo de irónicas<br />

conmiseraciones para las personas envidiosas que asistían a sus<br />

banquetes. Hombre de negocios en su país, adivinaba Enciso que<br />

le habían robado varios nobles de Roma amigos suyos, y,<br />

especialmente, una princesa, gentes que le sirvieron de<br />

intermediarios en la <strong>com</strong>pra del edificio; pero esto no amenguaba<br />

el orgullo de su posesión, creyéndolo palacio histórico por ser<br />

obra del sobrino de un Papa del siglo xiv, que los maldicientes<br />

suponían hijo ilegítimo.<br />

Su interior lo había remozado hábilmente, pues el diplomático<br />

honorario mostraba cierto talento natural <strong>com</strong>o ornamentista. De<br />

sus viajes por España había traído altares enteros. Las paredes<br />

desaparecían bajo tapices, columnas y frontones de madera<br />

tallada, con oros pálidos; gruesos angelotes policromos; santos<br />

cadavéricos; arquetas taraceadas de nácar sobre mesillas de<br />

diversos mármoles; bargueños de construcción moderna, con<br />

pistoletazos de perdigones o dé sal que imitaban la perforación de<br />

la car<strong>com</strong>a; sillones fraileros de cordobán y clavos enormes;<br />

cuadros representando sanguinolentos martirios, paisajes<br />

versallescos o mitológicas desnudeces. Las Vírgenes sobre fondo<br />

de oro o los Cristos moribundos alternaban con Venus desnudas.<br />

Por algo Enciso pretendía ser un cardenal del Renacimiento<br />

reencarnado al otro lado del Atlántico.<br />

Todas las piezas de la casa parecían salones de museo. No<br />

quedaba un palmo de pared limpio de adornos, y había que<br />

avanzar por los recovecos que formaban los muebles,<br />

excesivamente abundantes, casi aglomerados al azar de <strong>com</strong>pras<br />

favorables. El <strong>com</strong>edor parecía revestido de escamas metálicas:<br />

tantos eran los platos dorados de Valencia y de Sevilla que<br />

ornaban sus muros. El gran salón recordaba al visitante los<br />

estudios de ciertos pintores románticos que hace medio siglo<br />

fabricaron enormes cuadros de Historia. El mismo<br />

amontonamiento híbrido de objetos vistosos e incoherentes.<br />

Hasta del techo pendían, <strong>com</strong>o solemnes guiñapos, banderas<br />

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