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imponente cortejo, siendo recibida <strong>com</strong>o una soberana. Pero<br />

Calixto se negó a dar licencia para que Alfonso V pudiera<br />

contraer con ella un segundo matrimonio. Mantenía su antigua<br />

amistad con la verdadera reina doña María, residente en Zaragoza<br />

o en Valencia. Sin esto, la hermosa Lucrecia habría acabado por<br />

ser soberana de Nápoles.<br />

—Pero volvamos—dijo el canónigo— a la carrera prodigiosa<br />

del profesor de Lérida y rector de la parroquia de San Nicolás, en<br />

Valencia, que llegó a Pontífice.<br />

Alfonso de Borja procuraba reconciliar a su rey con el Papa<br />

Eugenio IV, y éste, agradeciendo las gestiones del obispo de<br />

Valencia, lo hacía cardenal en 1444, asignándole <strong>com</strong>o iglesia<br />

titular la antigua basílica de los Cuatro Santos Coronados, situada<br />

en una eminencia del llamado Monte Celio. Obedeciendo los<br />

deseos del Pontífice, se quedaba en Roma, logrando fama de<br />

cardenal exento de adulación, independiente, sin espíritu de<br />

partido.<br />

La sencillez y pureza de costumbres de Borja, que no se había<br />

ordenado de sacerdote hasta que fue obispo, llamaron la atención<br />

en aquella época de cardenales aseglarados, iguales a los<br />

príncipes laicos en desórdenes y liviandades. El titulado cardenal<br />

de Valencia vivía modestamente, en. riguroso celibato. Hasta en<br />

las épocas que gobernó a Nápoles <strong>com</strong>o delegado de Alfonso V,<br />

concitándose enemigos por sus medidas extraordinarias, los<br />

libelistas napolitanos sólo supieron decir de él que amaba los<br />

perfumes y gustaba de conversar con las damas de la Corte, sin<br />

poder añadir anécdotas escandalosas a estas particularidades<br />

ordinarias en el consejero de un monarca, acostumbrado a vivir<br />

en palacios.<br />

Así fue llegando a la ancianidad. Sus estudios y el mucho<br />

trabajo a que le obligó la incesante colaboración con el rey de<br />

Nápoles habían quebrantado su salud hasta el punto de figurar<br />

<strong>com</strong>o uno de los cardenales más enfermos y débiles de la Corte<br />

pontificia.<br />

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