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otra mujer participase de su secreto. Consistía en ceniza de<br />

madera y paja de cebada, hervidas un día entero. A esta lejía se<br />

agregaban flores y hojas de nogal durante una noche. Bastaba<br />

lavarse la cabeza a la mañana siguiente para tener los cabellos<br />

dorados; pero había que secarlos al sol, con el peligro de las<br />

neuralgias, de que se quejaba con frecuencia madona Lucrecia.<br />

Una de las preocupaciones de la hija del Papa era el lavatorio<br />

de la cabeza, acto indispensable todas las semanas. Cuando partió<br />

de Roma para siempre, yendo a reunirse con su tercero y último<br />

esposo en Ferrara, invirtió veintisiete días en el viaje. Cada cinco<br />

días, el lento y majestuoso cortejo hacía alto en una población<br />

para que madona Lucrecia pudiera lavarsi il capo. Y príncipes,<br />

embajadores, damas de honor, escuderos, hombres de armas,<br />

suspendían su marcha un día entero, mientras la nueva princesa<br />

de Ferrara permanecía varias horas bajo los ardores del sol,<br />

llevando encima de sus vestidos un peinador de seda blanca, de<br />

gran finura y sutilidad, llamado schiavonetta, y en la cabeza, un<br />

sombrero de paja sin cumbre, por cuya abertura pasaba la<br />

cabellera, abrigando sus bordes los ojos y el cuello de la beldad,<br />

—La coqueta Borgia decía que necesitaba lavarse la cabeza<br />

todas las semanas, a causa de sus neuralgias, y eran, por el<br />

contrario, estas teñiduras sobares las que exacerbaban los dolores<br />

de su cerebro, indudablemente, César también se teñía la barba,<br />

adorno capilar de moda reciente entre los hombres. Todos los<br />

jóvenes se dejaban crecer la barba, al revés de sus padres, que<br />

habían mantenido durante el siglo quince la costumbre de<br />

rasurarse el rostro a la romana. Fueron los humanistas, imitando a<br />

los filósofos y poetas griegos, los que resucitaron esta moda,<br />

generalizada por Carlos Quinto y Francisco Primero años<br />

adelante.<br />

Enciso volvió a ocuparse de Lucrecia.<br />

—Muy mujer, muy aficionada a vestidos v joyas: ninguna de<br />

su tiempo poseyó tantos trajes, y hay que pensar que uno cíe ellos<br />

valía entonces una fortuna. Algo indolente y pasiva pero de gran<br />

talento. Hablaba el italiano, el francés, el griego y el latín, (Inútil<br />

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