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las costumbres de su época. Los devotos de ahora piensan con horror en Alejandro Sexto, Papa con hijos. Es porque en la actualidad el Papado vive como un simple poder espiritual, libre de las impurezas y tentaciones que traen consigo los gobiernos terrenales, y, además, vigilado y depurado por los enemigos que tiene enfrente, el anticlericalismo de los incrédulos y las numerosas Iglesias protestantes en que se fraccionó el cristianismo.» Durante los siglos xv y xvi, el Papado era todo lo contrario. La Iglesia católica dominaba moralmente a los grandes estados de Europa, figurando al mismo tiempo como un Estado más, pues gobernaba políticamente a Roma y los territorios de la Santa Sede. El Papa era un soberano como los otros soberanos laicos, un rey electivo, lo mismo que los demás reyes. Y no resultaba Rodrigo de Borja el único Pontífice que tenía hijos y procuraba favorecerlos. Casi todo el cardenalato de aquella época, del cual había de surgir el futuro Papa, estaba compuesto de ricos señores, acostumbrados a vivir con mas ostentación que los príncipes seglares, por ser mayores sus rentas. Se dedicaban a la protección de las bellas artes, se fortalecían en la caza cuando no podían hacerlo en la guerra, tenían numerosas amantes durante su juventud, que les daban no menos herederos, y llamaban a éstos unas veces sobrinos, concediéndoles otras el título de hijos francamente, cuando sentían halagada su vanidad paternal por las condiciones de sus retoños, buenas o malas. 106

II DONDE PASAN Y MUEREN CUATRO PONTÍFICES, MIENTRAS EL V1CEPAPA SE MANTIENE TREINTA Y CUATRO AÑOS ESPERANDO SU HORA Tendido en el gran diván de su estudio, seguía recordando Claudio la vida del cardenal Rodrigo de Borja, tan interesante para él como su Pontificado. Duraba treinta y cuatro años, entre la muerte de su tío Calixto y su propia ascensión a la Santa Sede con el nombre de Alejandro VI. En dicho período servía a cuatro papas: Pío II. Paulo II, Sixto IV e Inocencio VIII, conservándole todos ellos en su alto cargo de Vicecanciller de la Iglesia y añadiendo cada uno nuevas prebendas y lucrativos obispados, que convertían al llamado cardenal de Valencia en uno de los más ricos príncipes eclesiásticos. De actividad infatigable, múltiple y contradictoria en sus acciones, como la mayor parte de los personajes del Renacimiento, dedicaba una mitad de su existencia a los placeres y otra a los negocios de Estado y a la devoción, pues los excesos del libertinaje iban unidos en él a la te de un sincero creyente. Esta complejidad no representaba un caso único. Muchos de los hombres de su época fueron iguales. Lorenzo de Mediéis peroraba en la Academia Platónica de Florencia sobre la virtud y la moralidad, sosteniendo al mismo tiempo relaciones ilícitas con doncellas y casadas. Escribía poemas en honor de la Virgen y canciones licenciosas de Carnaval para ser entonadas en las orgías. Si cuatro papas conservaban a Rodrigo de Borja en su alto cargo de Vicecanciller, era porque le creían insustituible. El llevaba adelante los negocios más difíciles de la Iglesia, y bajo su dirección se iba ensanchando el poder político de la Santa Sede. La muerte de su tío no disminuía su influencia en el Vaticano. 107

las costumbres de su época. Los devotos de ahora piensan con<br />

horror en Alejandro Sexto, Papa con hijos. Es porque en la<br />

actualidad el Papado vive <strong>com</strong>o un simple poder espiritual, libre<br />

de las impurezas y tentaciones que traen consigo los gobiernos<br />

terrenales, y, además, vigilado y depurado por los enemigos que<br />

tiene enfrente, el anticlericalismo de los incrédulos y las<br />

numerosas Iglesias protestantes en que se fraccionó el<br />

cristianismo.»<br />

Durante los siglos xv y xvi, el Papado era todo lo contrario. La<br />

Iglesia católica dominaba moralmente a los grandes estados de<br />

Europa, figurando al mismo tiempo <strong>com</strong>o un Estado más, pues<br />

gobernaba políticamente a Roma y los territorios de la Santa<br />

Sede. El Papa era un soberano <strong>com</strong>o los otros soberanos laicos,<br />

un rey electivo, lo mismo que los demás reyes. Y no resultaba<br />

Rodrigo de Borja el único Pontífice que tenía hijos y procuraba<br />

favorecerlos.<br />

Casi todo el cardenalato de aquella época, del cual había de<br />

surgir el futuro Papa, estaba <strong>com</strong>puesto de ricos señores,<br />

acostumbrados a vivir con mas ostentación que los príncipes<br />

seglares, por ser mayores sus rentas.<br />

Se dedicaban a la protección de las bellas artes, se fortalecían<br />

en la caza cuando no podían hacerlo en la guerra, tenían<br />

numerosas amantes durante su juventud, que les daban no menos<br />

herederos, y llamaban a éstos unas veces sobrinos,<br />

concediéndoles otras el título de hijos francamente, cuando<br />

sentían halagada su vanidad paternal por las condiciones de sus<br />

retoños, buenas o malas.<br />

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