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mil ducados de oro, cantidad equivalente a cincuenta mil dólares<br />

actuales. Los padres sólo podían casar a una de sus hijas,<br />

enviando las otras al convento. Una boda iba. a<strong>com</strong>pañada de tan<br />

fastuosas ceremonias, que arruinaba a una familia.<br />

La usura era la principal industria de muchas ciudades<br />

italianas. Los judíos, únicos que la ejercían al principio, veíanse<br />

suplantados por los cristianos, resultando éstos al fin más sin<br />

entrañas que los prestamistas israelitas. El interés de treinta por<br />

ciento era ordinario, llegando algunas veces al setenta u ochenta.<br />

Todos querían dinero para divertirse, tomándolo sin fijarse en las<br />

consecuencias.<br />

Los que se dedicaban al placer habían hecho voto de morir<br />

jóvenes. Nunca se conoció mayor desprecio por la vida ajena. El<br />

que tenia un enemigo .lo asesinaba por sí mismo o valiéndose del<br />

auxilio de un mercenario Los grandes mantenían un alquimista de<br />

cámara para que les preparase nuevos venenos. La liviandad de<br />

esposas e hijas daba origen a terribles venganzas. En la Roma de<br />

entonces, raro era el amanecer que no se encontraban en las calles<br />

varios cadáveres; pero esto no impedía las arriesgadas aventuras<br />

de la noche siguiente. Además, según decían los humanistas, «los<br />

favoritos de los dioses deben morir jóvenes», y únicamente los<br />

burgueses, vulgares y tímidos, podían aspirar a una monótona<br />

vejez.<br />

El humanismo, que parecía materialista, representaba en<br />

realidad una gran aspiración espiritual.<br />

«Los hombres de estudio y los artistas—pensaba Borja—<br />

vivían postrados a los pies de Venus, divinidad despertada<br />

después de tantos siglos de sueno mortal, <strong>com</strong>o las estatuas que<br />

iba desenterrando el arado en la campiña romana.»<br />

Venus, ya no era solamente la diosa del amor; servia de<br />

símbolo a la belleza, a la razón, a la dulzura de vivir, evocadas<br />

por el Renacimiento.<br />

Hasta el populacho sentía estos entusiasmos idealistas.<br />

Desenterraban los excavadores con sus picos un sarcófago de la<br />

antigua Roma, y dentro de él, una joven desnuda, blanca <strong>com</strong>o el<br />

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