Setmana San

SETMANA SANTA SAGUNTINA 2012
todas sus acciones encuentran y reciben de ahí, sentido y unidad. La voluntad
del Padre está por encima de todo, para Jesús y sus seguidores.
Frente a la intensidad de la oración de Jesús, contrasta la flaqueza
e inercia de los discípulos. A medida que la noche avanza, uno a uno, van
cayendo dormidos.
Jesús había querido pasar estos últimos momentos con los que había
compartido su vida. ¡Cuánto nos cuesta a los discípulos permanecer
junto al Maestro! Casi siempre nos puede el cansancio, la fatiga, el sueño,
la incapacidad por comprender y vivir lo que Él está viviendo; lo que Él
es, siente y busca. No somos capaces de permanecer junto a Él porque no
llegamos a identificarnos con Él. Los apóstoles no habían logrado presentir
su misión. Habían gravitado en torno a ella, pero la rebajaban siempre
al nivel de sus pretensiones y preocupaciones.
Por tres veces vuelve a los discípulos, buscando cercanía y palabras
humanas. Pero una y otra vez tiene que descubrir que está solo. ¡Él solo
ha de beber el cáliz amargo del pecado del mundo! Él solo sostiene el peso
de la cruz y de la muerte.
No hay reproche ninguno cuando Él se acerca y despierta a los discípulos
sobresaltados. Solo una inmensa ternura y unas palabras que se
convierten en amonestación para todos sus seguidores: “Velad y orad para
que no caigáis en la tentación”.
Los discípulos, nosotros, los que acompañamos a Cristo en estos
días de Semana Santa y acudimos a las procesiones y actos litúrgicos, los
que tenemos que enfrentarnos ante la realidad de la vida y queremos seguir
a Cristo, seremos tentados; siempre seremos tentados ante el escándalo
de la cruz. Y sólo la oración puede preservar de caer en ella.
42 La agonía de Jesús en Getsemaní