Setmana San

lA AGONÍA de JeSÚS eN GetSeMANÍ
Jaime Pellicer Pellicer
Cura Párroco del Buen Suceso
LoS cuatro evangelistas narran la agonía de Jesús en el huerto de
Getsemaní. Todos lo sitúan de manera precisa después de la cena
santa. Seguramente era ya noche cerrada cuando Jesús y los once
discípulos salen del cenáculo, y, pasando por el otro lado del torrente Cedrón
entran en un huerto de olivos, “una propiedad llamada Getsemaní”
(Mc 14,32); un lugar al que Jesús se retiraba con frecuencia a orar y que,
por lo tanto, era conocido por los discípulos, también por Judas.
Aquí comienza la pasión de Cristo. En esta noche amarga de una
manera dramática, unido intensamente al Padre, Cristo vive dentro de si,
interiormente todos los sufrimientos y afrentas que va a padecer después
en el cuerpo y en el espíritu.
Getsemaní es la hora en que Jesús entra en una angustia de muerte
y sufre en su interior la crueldad del destino que le espera. Getsemaní es
la introducción a la pasión; en Getsemaní, manifiesta lo más íntimo de
su alma: todo su inmenso dolor. No sólo a los discípulos tuvo que resultarle
desconcertante la escena; lo sigue siendo hoy. Presenta una imagen
de Dios muy distinta de la que ellos soñaban; y muy distinta, quizás, de
nuestra propia imagen de Dios. ¿Cómo imaginar a un Dios hundido por el
sufrimiento, triste y desolado ante la muerte, con ese sudor frío de sangre
cubriéndole el rostro?
La hora de Getsemaní impresionó hondamente a la Iglesia primitiva.
Quizás el mejor comentario sigue siendo el escrito por el autor de la
carta a los Hebreos: “Él, en los días de su vida mortal, ofreció oraciones
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