Setmana San

Evaristo F. Pérez García. Autor de la música y texto del Himno
ASPECTE SoCIAL DE LA CoNFRARIA. REFLEXIoNS
Un cofrade da el grito de “Puríssima Sang de Jesucrist” El Nazareno
ya sale de la Ermita para recorrer el penoso camino que conduce al Santo
Calvario. Va acompañado por los mayorales, clavario, cofrades, sayones y
por los fieles cristianos que también desean estar cerca de Él.
Paralelamente, otra multitud de saguntinos va subiendo hacia el
Calvario para presenciar el solemne Vía crucis (camino de la Cruz), ocupando
los mejores puestos para ver de cerca al Nazareno.
Por el arco de entrada al Calvario ya aparece la triste figura del
Nazareno que avanza lentamente, como tambaleándose. Su dulce rostro
muestra la tristeza y dolor por el cansancio y castigo recibido y por la
corona de espinas que lleva clavada. Sus ojos parece que miran y miran
a su alrededor, como buscando algún amigo o cirineo que le consuele y
le ayude a llevar su cruz. Sus fieles seguidores le rodean y muestran su
deseo de compartir su sufrimiento. Cuando se detiene, para descansar
en las estaciones, el Coro de Santa María que le acompaña, canta los
motetes tradicionales. y así, lentamente y fervoroso, el pueblo de Sagunto
continúa el sinuoso y áspero camino, como el Viacrucis de Jerusalén,
hasta llegar al Gólgota, donde hace 2.000 años fue crucificado.
(Este paso fue costeado por la Mayoralía de 1943, siendo Clavario
D. Vicente Viñals Martínez, el escultor fue D. Francisco Sancho Senén.
Éste y el de la Soledad son los únicos pasos llevados a hombros. el actual
traje que lleva el Nazareno, fue donado por la Mayoralía de 1997, siendo
Clavario d. José Cosín).
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lA SOledAd. La imagen de la Soledad, fue tallada en 1945, por
el artista D. José Casanova Pinter, por encargo de la Mayoralía del año.
El artista consigue reflejar en el rostro de la imagen una gran belleza, con
cierto brillo en sus ojos y una natural angustia. La belleza de su paso se
acentúa por el vaivén propio de ser llevada a hombros, resultando un conjunto
solemne y emocionante.
La advocación mariana de la Soledad tiene semejanzas con la dolorosa;
ésta representa el momento de la Cruz, la Madre dolorida, pero
fuerte, ante el sacrificio del Hijo. Tiene un puñal en el pecho (el dolor por
excelencia) y los brazos abiertos como diciendo:
–¿Por qué, Señor?, Éste es mi Hijo!
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