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Setmana San

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SETMANA SANTA SAGUNTINA 2012<br />

derrama al paso de María en su soledad, como la que alumbra al Cristo<br />

Yacente, son sustancia y aroma de una representación en la que no hay<br />

espectadores pasivos. Allí donde aparece la Dolorosa de la Cofradía de la<br />

<strong>San</strong>gre, con el Hijo muerto en su regazo, la misma que con Juan y los santos<br />

varones asiste al descendimiento de Jesús, hay una madre, en la que<br />

se miran muchas madres de Sagunt y se reconocen sus hijos. Y Jesús, entre<br />

los suyos, despidiéndose en una cena, recuerda el amor fraterno de un<br />

banquete abierto a todos. Y otro Jesús, el del huerto de los olivos, el más<br />

humano de la historia bíblica, disponiéndose a que pase lo que tenga que<br />

pasar, pero débil, también se nos muestra en la Semana <strong>San</strong>ta de Sagunt.<br />

Una Semana <strong>San</strong>ta en la que figura el desnudo Cristo flagelado, el afligido<br />

Nazareno en su camino, la Verónica con su paño compasivo o Judas con<br />

su beso de traidor. Es decir, una representación total en la que tampoco<br />

faltan el atuendo guerrero de los sayones saguntinos ni la figura del Cristo<br />

de la Buena Paz. Y todo por orden: empezando, como se debe, por el júbilo<br />

de la vida, con la alegre entrada de Jesús en Jerusalén, y terminando en<br />

la noche de gloria en la que la muerte da paso a la vida.<br />

La religiosidad popular se sale de los templos y no hace de la calle<br />

iglesias, sino escenarios, respetuosos escenarios, de un espectáculo con<br />

observadores, sí, pero fundamentalmente con participantes emocionados.<br />

Porque la Semana <strong>San</strong>ta de Sagunt tiene, por supuesto, su recogida celebración<br />

litúrgica en las iglesias, pero sin los escenarios públicos de la<br />

ciudad, con la aportación de su ámbito y su aroma históricos, no serían<br />

posibles esos ritos comunes en los que el tambor pone ritmo al lento paso<br />

de muchos ciudadanos que han recogido de sus padres la costumbre y<br />

desfilan ahora con sus hijos por las mismas estrechas callejuelas de siglos<br />

atrás en torno a las figuras de la Pasión. Nadie se pregunta qué hace allí,<br />

aunque algunos tengan distintas respuestas que otros, porque todos son<br />

actores, es decir, partícipes, y todos caben en la gran cofradía que los une.<br />

¿Puro teatro? Pues a lo mejor, sí. ¿Y qué? ¿No es el teatro arte para<br />

la vida, que enseña vida? ¿No es el teatro recreación de lo que fue, de<br />

lo que es y de lo que puede ser? ¿No contiene toda liturgia sus elementos<br />

necesarios de teatralidad? ¿No posee el teatro cierto rango litúrgico?<br />

¿Qué hay de malo en el puro teatro? o mejor dicho: ¿No es el teatro, y<br />

más en la ciudad del teatro, pura vida?<br />

Tiene esta larga representación teatral un protagonista principal, Jesús;<br />

con el papel del que acoge, no del que excluye. Los actores secundarios<br />

son los hijos de Sagunt, pero están muy orgullosos de su sitio en el<br />

reparto. Y se entiende: no todos los secundarios cuentan con el privilegio<br />

de un primer actor de tal categoría.<br />

164 En la Ciudad del Teatro

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