Setmana San

eN lA CIudAd del teAtrO
Fernando Delgado
LA emoción es parte fundamental de la expresión cultural de los pueblos.
En ella intervienen la tradición de la tribu, su ritual y por ende
la educación sentimental del ciudadano. Inherentes a toda relación,
las emociones no son ajenas, por supuesto, a la relación del hombre con
Dios. Pero los modos de esta relación pueden ser muy diversos. Y eso sucede
en las celebraciones españolas de la Semana Santa, que son ante
todo expresión pública de un sentimiento religioso. Y en el marco de los
templos, casi siempre, liturgia exclusiva de los fieles.
La Semana Santa de Sagunt es pues un ejercicio de piedad, sin
duda, aunque ni siquiera todos los piadosos la vivan de la misma manera,
pero también es un ejercicio de convivencia. Y lo bueno de la convivencia,
en este caso, es que lo mismo responde al espíritu del Jesús víctima que
a todas las víctimas de este mundo, sean cuales sean. Porque, además, la
conmemoración de la muerte de Jesús y sus prolegómenos, del mismo
modo que su nacimiento, es también expresión cultural, y su iconografía y
su arte, incluso algunos de sus sentimientos, pertenecen al patrimonio de
todo aquel que quiera tenerlos por suyos. Esto es lo que ha dado lugar a
una religiosidad popular que, siguiendo el guión diseñado por los evangelistas
cristianos, reúne a los más creyentes y a los menos en la celebración
de un mismo hecho. Todos los folklores de nuestra cultura, en su sentido
más serio las más de las veces y desmesuradamente festero otras, están
llenos de ejemplos de esa vivencia y han congregado por eso distintos sentimientos
y miradas para celebraciones comunes, al igual que la música,
la plástica o la literatura se unen con el mismo fin.
Así, pues, los cirios que portan los saguntinos de todas las edades,
en oscuro traje de calle o con sus artísticos cinturones ajustando las túnicas
severas, ya sea en torno a una cruz, camino del calvario, o acompañando
al Ecce Homo en su desfile por la ciudad, son la luz de la fraternidad
que preside la Semana Santa de esta histórica ciudad. La cera que se
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