Episodios Nacionales - Mendizábal.pdf - Ataun

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02.07.2013 Views

quia sin que nadie les llamase; pero sus interrogaciones prolijas y capciosas no lograron aclarar el enigma. «Mi principal, el señor Utrilla -le dijo aquel relamido sujeto-, me ha mandado acá con muestras y encargo de tomar a usted medida para diferentes piezas. Hubiera venido él en persona con mucho gusto; pero está malo de un pie, y hoy no puede salir de casa. De quién ha recibido las órdenes para estas hechuras, yo no lo sé, señor mío, ni es cosa que me corresponde averiguar». -Pues yo -afirmó Calpena-, no me dejo medir el cuerpo mientras no sepa... ¿Será tal vez alguna broma impertinente? -Eso, de ningún modo... Utrilla no se presta a tales bromas... Crea usted que, cuando me ha mandado aquí, es porque ha recibido órdenes de personas que saben el cómo y por qué de lo que encargan. Con que... tomemos esos puntos, y no piense usted en nada más que en vestirse como le corresponde.

-Accedo, sí, señor -replicó D. Fernando en el tono de quien se presta a seguir un bromazo de buen género, y seducido además por la idea de ver realizada su ilusión juvenil de vestir buena ropa-. ¿Sabe usted el cuento del perrito y del trasquilador? -Sí, señor -dijo el otro, ayudándole a quitarse levita y chaleco-. Es un cuento viejísimo... -Pues ahora mida usted todo lo que quiera, y hágame todas las prendas de vestir que haya dispuesto... el amo del perrito. -Me han dicho que dos levitas, fraques, un traje de mañana... cuatro pares de pantalones variados. -Ande usted, maestro... Y si quiere dejarle borlita en el rabo, déjesela usted. -La ropa más precisa para un joven introducido en sociedad. ¿Qué menos? ¡Ah!, me olvida-

-Accedo, sí, señor -replicó D. Fernando en el<br />

tono de quien se presta a seguir un bromazo de<br />

buen género, y seducido además por la idea de<br />

ver realizada su ilusión juvenil de vestir buena<br />

ropa-. ¿Sabe usted el cuento del perrito y del<br />

trasquilador?<br />

-Sí, señor -dijo el otro, ayudándole a quitarse<br />

levita y chaleco-. Es un cuento viejísimo...<br />

-Pues ahora mida usted todo lo que quiera, y<br />

hágame todas las prendas de vestir que haya<br />

dispuesto... el amo del perrito.<br />

-Me han dicho que dos levitas, fraques, un<br />

traje de mañana... cuatro pares de pantalones<br />

variados.<br />

-Ande usted, maestro... Y si quiere dejarle<br />

borlita en el rabo, déjesela usted.<br />

-La ropa más precisa para un joven introducido<br />

en sociedad. ¿Qué menos? ¡Ah!, me olvida-

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