Episodios Nacionales - Mendizábal.pdf - Ataun

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02.07.2013 Views

Aturdido ya, la cabeza mareada con este aluvión de noticias, que no eran en su mayor parte más que repetición de anteriores informes, D. Juan echó a un lado la carta sin acabar de leerla. Por natural encadenamiento de ideas, la mención de El Jorobado, papel violentísimo, le llevó a pensar en El Mensajero, que también había comenzado a atacarle, y en El Eco del Comercio, que ya cerdeaba... «No es bueno que la prensa abuse de la libertad -se dijo mal humorado-. A bien que con El Liberal, que fundaremos nosotros, zurraremos de firme a los que se vengan con injurias y enredos... ¡Lástima que no encontremos muchachos despabilados de estos que salen ahora con la fiebre del romanticismo!... Me dice Palarea que casi todos los que valen están ya colocados en papeles enemigos... ¡Colocados!... me río yo de esto. Ya vendrán, ya vendrán al reclamo...». Apuntó algo en su pizarra, pertinente a prensa y al nuevo periódico, y fijándose en otra

carta, cuya letra menudita y elegante conocía, la leyó al punto: «Pepe no escribe a usted porque está consagrado hoy en cuerpo y alma a la limpieza de sus panoplias y a la colocación de las espadas del siglo XVII, que ayer adquirió. A su gloriosa ferretería se han añadido unas espuelas, que diz pertenecieron a Íñigo Arista; el almirez que a Doña Blanca de Borbón le servía para llamar a sus servidores en la torre de Sigüenza, y otras quincallas magníficas... En nombre de Pepe, y en el mío, le invito a usted a comer, mañana viernes. Por Dios, no falte, mi buen Don Juan, que tenemos mucho que hablar, y he de contarle cosas muy tristes, ¡ay!... Si le sobran a usted campanas, mande hacer rogativas porque recobre el juicio su consecuente amiga-Pilar.» «¡Pobrecilla... -pensó el grande hombre, soltando la carta-, sí que es desgraciada!... ¡Qué mundo, qué cosas!...». Y con mental propósito de aceptar el grato convite, pasó a otro asunto...

carta, cuya letra menudita y elegante conocía, la<br />

leyó al punto: «Pepe no escribe a usted porque<br />

está consagrado hoy en cuerpo y alma a la limpieza<br />

de sus panoplias y a la colocación de las<br />

espadas del siglo XVII, que ayer adquirió. A su<br />

gloriosa ferretería se han añadido unas espuelas,<br />

que diz pertenecieron a Íñigo Arista; el almirez<br />

que a Doña Blanca de Borbón le servía<br />

para llamar a sus servidores en la torre de Sigüenza,<br />

y otras quincallas magníficas... En<br />

nombre de Pepe, y en el mío, le invito a usted a<br />

comer, mañana viernes. Por Dios, no falte, mi<br />

buen Don Juan, que tenemos mucho que<br />

hablar, y he de contarle cosas muy tristes, ¡ay!...<br />

Si le sobran a usted campanas, mande hacer<br />

rogativas porque recobre el juicio su consecuente<br />

amiga-Pilar.»<br />

«¡Pobrecilla... -pensó el grande hombre, soltando<br />

la carta-, sí que es desgraciada!... ¡Qué<br />

mundo, qué cosas!...». Y con mental propósito<br />

de aceptar el grato convite, pasó a otro asunto...

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