Episodios Nacionales - Mendizábal.pdf - Ataun
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-¡A la Gaceta! -replicó el funcionario, recogiendo de manos de su jefe el terrible documento. -Daremos el otro dentro de unos días... Me lo trae usted mañana, puesto en limpio... Y ahora... Media noche ya... pueden ustedes retirarse... Yo me quedaré un rato más examinando esta correspondencia... Que se aguarde Milagro. Volvió a quedarse solo; y tan grande excitación sentía, que tuvo que espaciar sus ideas y sacudir sus nervios, paseándose de largo a largo en la vasta pieza. «¡Para que digan que no hago nada!... ¡Qué revolución, qué colosal sacudimiento!... Entrego a la clase media... cuatro mil millones... ¿qué digo?, más, mucho más». Volvió a la mesa, y rápidamente trazó algunos números... «Seis, siete mil millones, y aún me quedo corto...». Mirando al espacio, quedose como en un embeleso dulce o embriaguez financiera... Su mente se lanzaba a las presuncio-
nes del porvenir, nadando en un océano tan revuelto como profundo, con olas de cifras cada vez más hinchadas... -XXXI- Otra vez en su mesa el Sr. D. Juan, incansable, desvelado... Adquirida la costumbre de trasnochar, no le apuntaba el sueño hasta la madrugada. En las altas horas de la noche sentía sus facultades más claras, su ingenio más agudo, y extraordinariamente aumentada su fecundidad de recursos expeditivos, de mañosas tretas, para escamotear las dificultades antes que para vencerlas. «Que venga Milagro»; y al punto se presentó el buen D. José con varias cartas a la firma. Firmó Mendizábal, y entregó cuatro más que requerían contestación. Eran todas referentes a negocios electorales. Este pedía la procuración
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Otra vez en su mesa el Sr. D. Juan, incansable,<br />
desvelado... Adquirida la costumbre de<br />
trasnochar, no le apuntaba el sueño hasta la<br />
madrugada. En las altas horas de la noche<br />
sentía sus facultades más claras, su ingenio más<br />
agudo, y extraordinariamente aumentada su<br />
fecundidad de recursos expeditivos, de mañosas<br />
tretas, para escamotear las dificultades antes<br />
que para vencerlas.<br />
«Que venga Milagro»; y al punto se presentó<br />
el buen D. José con varias cartas a la firma.<br />
Firmó <strong>Mendizábal</strong>, y entregó cuatro más que<br />
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negocios electorales. Este pedía la procuración