Episodios Nacionales - Mendizábal.pdf - Ataun
Episodios Nacionales - Mendizábal.pdf - Ataun Episodios Nacionales - Mendizábal.pdf - Ataun
movía, y dio pasos desordenados, repitiendo: «¡Le conoce, le ha tratado!... Dígame, cuénteme: no deje que me abrase la curiosidad». -IV- -Allá voy -dijo Calpena indicando a su amigo que se sentara-. Paréceme haber contado a usted que los hermanos de mi padrino me mandaron a París a instruirme en el comercio y la banca. Empecé a trabajar, digo, a aprender, en la casa de comisión de Reischoffen y Bloss, alsacianos, donde sólo estuve tres meses, pasando después a la célebre casa de banca de Ardoin, que opera por millones de millones, y hace empréstitos a las naciones apuradas, negociando con los Estados y con los Reyes, con los Gobiernos y hasta con las revoluciones. En fin, esto es largo de contar. Allí estaba yo muy bien. Llevaba toda la correspondencia de la América española; me daban regular sueldo, y
el principal me distinguía y me trataba con mucho miramiento. Un día de Febrero vimos entrar a un señor alto y bien parecido, de ojos negros, cabello rizado, patillas cortas, muy elegante y pulcro. Al punto corrió la voz entre los dependientes: «Es Mendizábal, el gran Mendizábal, el restaurador de la Monarquía legítima en Portugal...». Entró en el despacho del Barón, nuestro jefe, y a la media hora este me llamó... -Para presentarle al Sr. D. Juan de Dios. -No, señor; para mandarme que le acompañara por las calles de París, que yo conocía perfectamente, y el Sr. Mendizábal no. Tenía que ir a la casa Erlanger, Rue Drouot, muy cerca de la nuestra, Chaussée d'Antin. Cojo mi sombrero, y me pongo a la disposición del hombre grande, en cuya compañía salí muy orgulloso. Por la calle me hizo mil preguntas: quién era yo, cómo se llamaban mis padres, cuánto tiempo llevaba de residencia en París y de aprendizaje en casa
- Page 1 and 2: Obra reproducida sin responsabilida
- Page 3 and 4: -I- Al anochecer de aquel día, el
- Page 5 and 6: visión de la Corte y de sus placer
- Page 7 and 8: modas atrasado. Rasgo final: usaba
- Page 9 and 10: -Mi gracia, como quien dice, mi nom
- Page 11 and 12: habría de que el acaso o la realid
- Page 13 and 14: do, o me equivoqué de camino y en
- Page 15 and 16: Calló D. Fernando, sin dejar de mi
- Page 17 and 18: dose al dueño de la casa para verl
- Page 19 and 20: Quedé cesante el 23. Diez años de
- Page 21 and 22: entre otras cosas que habrían reve
- Page 23 and 24: -¡Ah!, sí... no me acordaba... -r
- Page 25 and 26: -El mismo. Y añadiré que a mí me
- Page 27 and 28: dad, sin aspavientos. No tenía má
- Page 29 and 30: dera; pero de nada le valían, sin
- Page 31 and 32: Contestaba el otro a estas pullas i
- Page 33 and 34: -III- -Yo, amigo Hillo, no entiendo
- Page 35 and 36: -No lo sé... Creo que no... creo q
- Page 37 and 38: D. Fernando, profundamente abstraí
- Page 39 and 40: Ejemplos, aunque no muchos, tiene u
- Page 41 and 42: ma de raciocinio que los retóricos
- Page 43 and 44: -Porque usted lo dice lo creo... Pe
- Page 45 and 46: -Tenga usted presente que hay logia
- Page 47: -¡Le conoce usted... le trata! Al
- Page 51 and 52: yo estaba encantado. Díjome que, s
- Page 53 and 54: -Y hablaron en inglés, y no entend
- Page 55 and 56: te en la restauración de Doña Mar
- Page 57 and 58: tras el grande hombre refería sus
- Page 59 and 60: alma y una actividad febril... El h
- Page 61 and 62: San Vicente; D. Pedro sale de Oport
- Page 63 and 64: ió el nombramiento de Ministro de
- Page 65 and 66: fin, amiguito, nuestros mandarines
- Page 67 and 68: -¿Pero está usted loco?... ¿No h
- Page 69 and 70: -Accedo, sí, señor -replicó D. F
- Page 71 and 72: -Menos largo que el año pasado -di
- Page 73 and 74: -¡Magnífico!... Y en pantalones
- Page 75 and 76: Príncipe y la Cruz. Dígame: ¿no
- Page 77 and 78: -Lo primero, un destino de Hacienda
- Page 79 and 80: Fernando, no se asuste de lo que vo
- Page 81 and 82: -¿Pero Iglesias no duerme aún? -A
- Page 83 and 84: ación se desborden y se encienda m
- Page 85 and 86: la conspiración, que resultaba la
- Page 87 and 88: Quedose un tanto suspenso el joven,
- Page 89 and 90: astante firme para que yo pueda tom
- Page 91 and 92: dos amigos, que espero lo serán de
- Page 93 and 94: los cuales encargan que se finjan r
- Page 95 and 96: nombre griego al que lo recibió y
- Page 97 and 98: -Señores, no desvariemos -indicó
movía, y dio pasos desordenados, repitiendo:<br />
«¡Le conoce, le ha tratado!... Dígame, cuénteme:<br />
no deje que me abrase la curiosidad».<br />
-IV-<br />
-Allá voy -dijo Calpena indicando a su amigo<br />
que se sentara-. Paréceme haber contado a<br />
usted que los hermanos de mi padrino me<br />
mandaron a París a instruirme en el comercio y<br />
la banca. Empecé a trabajar, digo, a aprender,<br />
en la casa de comisión de Reischoffen y Bloss,<br />
alsacianos, donde sólo estuve tres meses, pasando<br />
después a la célebre casa de banca de<br />
Ardoin, que opera por millones de millones, y<br />
hace empréstitos a las naciones apuradas, negociando<br />
con los Estados y con los Reyes, con<br />
los Gobiernos y hasta con las revoluciones. En<br />
fin, esto es largo de contar. Allí estaba yo muy<br />
bien. Llevaba toda la correspondencia de la<br />
América española; me daban regular sueldo, y