Episodios Nacionales - Mendizábal.pdf - Ataun

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02.07.2013 Views

dos... Pasado un rato de meditación, intentó ponerse en movimiento. «Lopresti, ven, que no puedo levantarme, ¡ay, ay, ay! Cógeme por la cintura... con cuidadito... ¿Y esa?». -En su cuarto... -Déjala... Se pasará toda la noche lloriqueando, y mañana estará más tranquila... Que llueva, que llueva... para que el alma se descargue de nubarrones... Vete a ver si duerme. -Me parece que sí... No siento nada -dijo el maltés, volviendo de su inspección, que sólo duró un par de minutos. -Pues vamos... sostenme bien, que me caigo... ¿Has cerrado todo... has apagado la lumbre?... En seguida que yo me acueste... ya sabes, te traes aquí una manta, y te acuestas en el sofá de paja, para que estés toda la noche al cuidado. Deja encendida la luz... Como tienes el sueño ligero, no se moverá un ratón en la casa sin

que tú lo sientas... Clavadas como están las maderas de todos los balcones, me parece que tenemos completa seguridad... Yo me caigo de sueño... Dejola el buen Cayetano en su alcoba, donde se acostó vestida, bien cubierta de mantas. Una candelilla de aceite dentro de un vaso le daba la claridad suficiente para no estar en tinieblas. Entre la lana obscura, lucía el lívido rostro de María Antonieta guillotinada, y no viéndose configuración de cuerpo, sino un informe bulto, podía creerse que Doña Jacoba no era más que una cabeza colocada al azar sobre montones de trapos. Transcurrió más de una hora sin que Lopresti, tumbado en el sofá del comedor, conforme a las órdenes de su señora, observase novedad en la casa, ni oyese ruido alguno. Los de la calle, sonar de relojes distantes, pasos de transeúntes, rumor de alguna pendencia, rodar de carros, quedábanse fuera, y no había para qué poner

que tú lo sientas... Clavadas como están las<br />

maderas de todos los balcones, me parece que<br />

tenemos completa seguridad... Yo me caigo de<br />

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Dejola el buen Cayetano en su alcoba, donde<br />

se acostó vestida, bien cubierta de mantas. Una<br />

candelilla de aceite dentro de un vaso le daba la<br />

claridad suficiente para no estar en tinieblas.<br />

Entre la lana obscura, lucía el lívido rostro de<br />

María Antonieta guillotinada, y no viéndose<br />

configuración de cuerpo, sino un informe bulto,<br />

podía creerse que Doña Jacoba no era más que<br />

una cabeza colocada al azar sobre montones de<br />

trapos.<br />

Transcurrió más de una hora sin que Lopresti,<br />

tumbado en el sofá del comedor, conforme a<br />

las órdenes de su señora, observase novedad en<br />

la casa, ni oyese ruido alguno. Los de la calle,<br />

sonar de relojes distantes, pasos de transeúntes,<br />

rumor de alguna pendencia, rodar de carros,<br />

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