Episodios Nacionales - Mendizábal.pdf - Ataun
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pueda sospecharlo, páguele usted su hospedaje, y encargue a los dueños de la casa que finjan el mal humor de todo patrón que no cobra... Y otra cosa espero de su hidalga cooperación. Sé que se junta de noche con los patriotas exaltados, que asiste a sus nefandas logias y a sus ritos extravagantes. Sin duda, al verse solo y perdido, trata de reformar el mundo, armándonos aquí otra revolución como la francesa, con su convención, guillotina y todo... Pues es preciso, mi querido amigo y capellán, que usted se meta también en esas logias y cavernas endemoniadas. ¿Qué le importa a usted, si su masonismo es fingido y conserva en su conciencia el amor de la verdad y el desprecio de tales majaderías? Métase usted en la boca del lobo, sin rebozo alguno ni temor de que le crean jacobino. Nada debe usted recelar, pues aquí estoy yo para sacarle de cualquier mal paso. Adelante, y no vacile en hacernos esta grande y noble caridad. A nadie tiene usted que dar cuenta más que a Dios y a mí, y Dios sabe la
ectitud con que procede mi buen capellán, penetrando en los antros donde se forjan las revoluciones y el ateísmo. De allí saldrá usted como entre, y si consigue sacarme de ese y otros peores infiernos a esa querida alma extraviada, tendrá usted dos recompensas: la temporal y la eterna». «Bueno, señor, bueno», murmuraba D. Pedro, cayendo en profundas meditaciones. Y al día siguiente le decía la incógnita: «No sólo le seguirá usted a todos los sitios a donde le lleve su reciente amistad con los patriotas furibundos, sino que debe penetrar en casa de la Zahón. Dos días llevo pensando en el medio mejor para realizar este metimiento, y creo haber encontrado uno magnífico, superior. Verá usted: la Zahón es socia, compinche o comadre de Maturana, el diamantista. Maturana, corredor y traficante de alhajas y obras de arte en toda Europa, gran perito, gran joyero, gran chalán, posee un abanico magnífico, que ha
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tendrá usted dos recompensas: la temporal<br />
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«Bueno, señor, bueno», murmuraba D. Pedro,<br />
cayendo en profundas meditaciones. Y al<br />
día siguiente le decía la incógnita: «No sólo le<br />
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sino que debe penetrar en casa de la<br />
Zahón. Dos días llevo pensando en el medio<br />
mejor para realizar este metimiento, y creo<br />
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Verá usted: la Zahón es socia, compinche o comadre<br />
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