Episodios Nacionales - Mendizábal.pdf - Ataun
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desde lejos, se acercó en el momento en que salía, le fue siguiendo, y, por fin, le dio alcance en la calle del Turco. «Voy contigo -le dijo poniendo en práctica las instrucciones últimamente recibidas-. Tenemos que hablar. ¿No sabes lo que ocurre? Pues que mañana nos largamos». -¿A dónde, mi reverendo amigo y capellán? -A Cádiz: tengo yo también allí un asuntillo. ¡Qué oportunidad!, me acompañas y te acompaño. -Irá usted solo. Mejor va uno solo que mal acompañado. Yo, Sr. D. Pedro Hillo, no salgo de Madrid... Y no me ponga usted la cara fosca y patibularia, porque como no es usted mi padre, ni mi tío, ni menos mi abuelo, y tan sólo es un amigo muy apreciable, yo no estoy en el caso de que usted me riña.
-Hombre, reñirte no -repuso Hillo con mansedumbre-. Somos tan sólo amigos, dices bien, y ninguna autoridad tengo sobre ti, como no sea la que me dan los años. ¡Triste autoridad!... Bueno, bueno: no quieres ir a Cádiz. Ergo, ¿renuncias a tu destino? -Renuncio, sin ergo; presento la dimisión... le digo al Sr. Mendizábal que vaya él si quiere... -Pues, hijo, siento hacerte una observación que te va a saber muy mal... pero qué remedio, es mi deber hacértela, para que medites el caso, y resuelvas tu libérrima voluntad... Ya leo en tu cara que lo has adivinado. Palideces... -Palidezco de verle a usted tan meticuloso, empleando rodeos y perífrasis para decirme algo que podrá ser amargo y triste, pero que no me anonada, no señor, no me anonada... -¿Sabes...?
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desde lejos, se acercó en el momento en que<br />
salía, le fue siguiendo, y, por fin, le dio alcance<br />
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«Voy contigo -le dijo poniendo en práctica<br />
las instrucciones últimamente recibidas-. Tenemos<br />
que hablar. ¿No sabes lo que ocurre?<br />
Pues que mañana nos largamos».<br />
-¿A dónde, mi reverendo amigo y capellán?<br />
-A Cádiz: tengo yo también allí un asuntillo.<br />
¡Qué oportunidad!, me acompañas y te acompaño.<br />
-Irá usted solo. Mejor va uno solo que mal<br />
acompañado. Yo, Sr. D. Pedro Hillo, no salgo<br />
de Madrid... Y no me ponga usted la cara fosca<br />
y patibularia, porque como no es usted mi padre,<br />
ni mi tío, ni menos mi abuelo, y tan sólo es<br />
un amigo muy apreciable, yo no estoy en el<br />
caso de que usted me riña.