Episodios Nacionales - Mendizábal.pdf - Ataun
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para que nos pongamos de acuerdo sobre el orden y método de discusión... Despedido el secretario familiar, entraron los que iban a la firma, y Su Excelencia trabajó con ellos el resto de la tarde. Dos días después empezó en el Estatuto la gran tremolina parlamentaria del voto de confianza, en que Mendizábal, blasonando de atrevido gobernante, pidió a los Estamentos poder y autoridad para disponer de las rentas públicas, con el desembarazo que exigían las críticas circunstancias por que atravesaba la Nación. Ya en aquellos debates empezó a torcerse la buena estrella del reformador, que hasta entonces no había visto más que satisfacciones, bienandanzas y popularidad. Los patriotas extremaron su oposición; los llamados moderados llenaban sus discursos de reticencias maliciosas, chispazos que levantaban llamaradas y humareda en la opinión neutral; y los amigos de Mendizábal, que hasta entonces le habían
defendido con ardor, empezaban a sentir ese frío triste, que es síntoma de ver con malos ojos el bien ajeno. Algunos continuaban apoyándole, porque estaban ligados por la gratitud; otros hacían de ésta tabla rasa, y empezaban a mostrarse temerosos de que D. Juan de Dios realizase lo que había ofrecido. Entre políticos, el fracaso de los grandes halaga a los pequeños. La masa total no se entusiasma con el éxito si este lo representa un hombre. La vulgaridad colectiva tiende siempre a conservar el nivel. Empezaron, pues, las inquietudes, las comezones, las ganitas de jarana, y la curiosidad sabrosa de ver al jefe embarullado y sin saber por dónde salir. Claro que los más votaban como carneros; pero otros se hicieron los bobos, afectando escrúpulos de rigidez constitucional. A estos llamaban santones.
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para que nos pongamos de acuerdo sobre el<br />
orden y método de discusión...<br />
Despedido el secretario familiar, entraron<br />
los que iban a la firma, y Su Excelencia trabajó<br />
con ellos el resto de la tarde. Dos días después<br />
empezó en el Estatuto la gran tremolina parlamentaria<br />
del voto de confianza, en que <strong>Mendizábal</strong>,<br />
blasonando de atrevido gobernante, pidió a<br />
los Estamentos poder y autoridad para disponer<br />
de las rentas públicas, con el desembarazo<br />
que exigían las críticas circunstancias por que<br />
atravesaba la Nación.<br />
Ya en aquellos debates empezó a torcerse la<br />
buena estrella del reformador, que hasta entonces<br />
no había visto más que satisfacciones, bienandanzas<br />
y popularidad. Los patriotas extremaron<br />
su oposición; los llamados moderados<br />
llenaban sus discursos de reticencias maliciosas,<br />
chispazos que levantaban llamaradas y<br />
humareda en la opinión neutral; y los amigos<br />
de <strong>Mendizábal</strong>, que hasta entonces le habían