Episodios Nacionales - Mendizábal.pdf - Ataun

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02.07.2013 Views

los ojos la venda. Y si envía dinero, como anuncia, yo lo guardaré también para írselo dando conforme a sus necesidades, que ahora presumo han de ser muchas... Esto lo primero; después...». Dándose un golpe en la frente, lanzó una exclamación de alegría: «Eureka, ya sé cuál es el primer paso que tengo que dar: ir a la casa de esa mozuela de quien se ha enamorado, y verla y hablar con su familia, para lo cual me valdré o del compañero de oficina de Calpena, Sr. Milagro, o del Sr. Maturana, el diamantista que vino a buscarle y se le llevó, con la cajita de Olorón bajo el brazo, en aquel aciago día... Perfectamente: ya tengo mi base de operaciones... Luego trataré de averiguar por qué medios, por qué espionaje pasan a conocimiento de la velada todos los actos de Fernandito, cuantos pasos da en este Madrid tan grande. Pondreme, pues, en relación con los acechadores o centinelas que tiene esa señora. Sepa ella que yo quiero ser

también su misterioso vigía, y que ninguno habrá más diligente ni más desinteresado que yo... Procuraré además el trato y conocimiento de todos los amigos de Calpena: ese empleado tísico, ese Larra, ese Ros de Olano, ese Pezuela, ese Veguita... Ellos quizás me den alguna luz... Y si pudiera colarme en los dorados palacios donde el señorito fue introducido no hace mucho, también me colaría... sí señor... dispuesto estoy a todo, hasta a disfrazarme... Sí, sí, Sr. D. Fernando Calpena: usted no se ríe de mí; usted no se emancipa, no, mientras esté aquí su viejo amigo, este pobre clérigo, que beberá los vientos por evitar que un mozo de tales prendas, que evidentemente lleva sangre de reyes... ¡lo dicho, dicho!... sangre de reyes, caiga en los abismos del amor enfermizo y de la calentura romántica».

también su misterioso vigía, y que ninguno<br />

habrá más diligente ni más desinteresado que<br />

yo... Procuraré además el trato y conocimiento<br />

de todos los amigos de Calpena: ese empleado<br />

tísico, ese Larra, ese Ros de Olano, ese Pezuela,<br />

ese Veguita... Ellos quizás me den alguna luz...<br />

Y si pudiera colarme en los dorados palacios<br />

donde el señorito fue introducido no hace mucho,<br />

también me colaría... sí señor... dispuesto<br />

estoy a todo, hasta a disfrazarme... Sí, sí, Sr. D.<br />

Fernando Calpena: usted no se ríe de mí; usted<br />

no se emancipa, no, mientras esté aquí su viejo<br />

amigo, este pobre clérigo, que beberá los vientos<br />

por evitar que un mozo de tales prendas,<br />

que evidentemente lleva sangre de reyes... ¡lo<br />

dicho, dicho!... sangre de reyes, caiga en los<br />

abismos del amor enfermizo y de la calentura<br />

romántica».

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