Episodios Nacionales - Mendizábal.pdf - Ataun
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Aura se irguió, y apretando en su nervioso puño, con fuerza de mujer furiosa, el hierro del balcón, dijo: «¡La mataría!». -No, no tendrías que tomarte ese trabajo, mi bien, mi vida, mi encanto, porque antes la habría matado yo. -Y luego iríamos juntos al presidio, ¿sí? -No pensemos en eso, que no ha de suceder. Yo digo: ¡qué más querrá Jacoba...! -Claro: ¡qué más querrá ella! No te creas, Jacoba es buena, siempre que no la arrastra a la maldad la infame codicia. Por un brillante de buenas aguas, o por una docena de turquesas de roca vieja, sería capaz de sacrificar a su padre. A todas estas se les iba pasando la noche. Las primeras claridades del alba trajeron a la calle alguna gente de los mercados próximos, y
el sereno pasó varias veces, dirigiendo a Calpena miradas recelosas. Aquí y allá sonaban porrazos; los gallos del comercio de aves en la calle de la Caza cantaban anunciando el día. Sobre esto llamó Calpena la atención de Aura, indicándole con pena que ya era hora de retirarse. «¿Qué prisa todavía?... Esos pobres gallos enjaulados están tan aburridos por la falta de libertad, que anuncian la aurora antes de tiempo». -Ya es de día... ¿No lo ves? -¿Y qué? Mejor. Así podremos vernos las caras. De improviso se abrió una de las puertas del piso bajo de la casa, y Calpena se vio sorprendido por un mozo, soñoliento, que salía con una escoba. Luego se abrieron dos puertas más: una cacharrería y un despacho de huevos. Im-
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el sereno pasó varias veces, dirigiendo a Calpena<br />
miradas recelosas. Aquí y allá sonaban porrazos;<br />
los gallos del comercio de aves en la<br />
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Sobre esto llamó Calpena la atención de Aura,<br />
indicándole con pena que ya era hora de retirarse.<br />
«¿Qué prisa todavía?... Esos pobres gallos<br />
enjaulados están tan aburridos por la falta de<br />
libertad, que anuncian la aurora antes de tiempo».<br />
-Ya es de día... ¿No lo ves?<br />
-¿Y qué? Mejor. Así podremos vernos las caras.<br />
De improviso se abrió una de las puertas del<br />
piso bajo de la casa, y Calpena se vio sorprendido<br />
por un mozo, soñoliento, que salía con<br />
una escoba. Luego se abrieron dos puertas más:<br />
una cacharrería y un despacho de huevos. Im-